¿Eres cristiano del Antiguo o del Nuevo testamento?
Por: Dr. Donald T. Moore
¿Puede un cristiano comer sangre o recibir una transfusión? ¿Hay que observar el sábado, el séptimo día de la semana, como día de adoración? ¿Puede un cristiano comer lechón y/o morcillas? ¿Es necesario apedrear a las adúlteras? ¿Hay que circuncidar a los varones? Vivimos en la dispensación de la gracia, el diezmo, entonces, no es vigente hoy, ¿verdad? Un joven cristiano me preguntó este verano si se debe observar las leyes de Moisés sobre la menstruación de la mujer. Todas estas preguntas tienen una solución más consistente y entendible una vez que contestamos la pregunta, ¿Cuál es la relación del Antiguo Testamento con el Nuevo? ¿Son igualmente aplicables en todo para el cristiano del siglo XXI?
El antiguo pacto o alianza:
Nuestra Biblia se compone de dos divisiones principales; la primera es el Antiguo Testamento y la segunda se llama el Nuevo Testamento. La palabra "testamento" se deriva del Latín y quiere decir básicamente "acuerdo," "contrato," "alianza" o "pacto." Así que su uso no tiene que ver con una muerte y la disposición de una herencia. Más bien el Antiguo y el Nuevo Testamento se refieren al antiguo pacto y al nuevo.
El antiguo pacto del Señor (Yahvé, Jehová YHWH) con la nación naciente de Israel se formó en el Monte Sinaí antes del año 1200 a.C. Consta de diversas partes como los diez mandamientos, las leyes santas para una vida santa, el santuario portátil del tabernáculo, las ofrendas y sacrificios, el sacerdocio y las fiestas sagradas.
Para el año 600 a.C. Jeremías 31:31-34 contrasta el antiguo pacto con uno nuevo que se formaría con el pueblo de Dios en el futuro. Dios promete hacer un nuevo pacto; no será éste como el primero y antiguo pacto con Moisés en el éxodo de Egipto. Será mejor, porque sus leyes estarán escritas internamente en el ser humano y no fuera de él, y porque cada creyente conoce a su Dios personalmente y podrá ser perdonado completamente de sus pecados. Esto quiere decir que el nuevo pacto superará en todo al viejo.
Jesús y el nuevo pacto:
Durante su ministerio terrenal Jesús obedeció el antiguo pacto en todo; por eso nunca pecó. Pero a la misma vez vino a traernos, en contraste con Moisés, "el amor y la verdad" (Jn 1:17). Esta verdad necesariamente se relaciona con el antiguo pacto y sus enseñanzas. En el sermón del monte Jesús contrasta la antigua ley y las interpretaciones tradicionales religiosas de su época.
En Mateo 5:17-48 se presenta en una forma bastante sistemática la relación de sus leyes con las anteriores. Inicia esta presentación con un enfoque general sobre el propósito de su venida (5:17). Vino a completar o cumplir o dar el verdadero significado al Antiguo Testamento. Por eso no vino a destruir o abrogar la ley, y por eso sus discípulos debían obedecer el Antiguo Testamento "hasta que suceda todo lo que tiene que suceder" (5:18 - Versión Popular). Esta última frase es clave para entender su misión. ¿Qué es lo que tenía que suceder? Jesús dijo una vez a su madre, "Mi hora no ha venido" y en el evangelio de Juan su hora se refiere a Su muerte como cordero. Vino para hacer posible el perdón de nuestros pecados, y eso quería decir su muerte y resurrección. Entonces, ¿hasta cuándo estaba vigente el Antiguo Testamento y sus leyes? Hasta la abundancia de eventos relacionados con su muerte --es decir, su última cena, su muerte, su resurrección y ascensión al cielo. De hecho el fin del antiguo sistema con sus ceremonias legales del templo fue simbolizado cuando el velo se rompió en el templo durante la muerte de Jesús en la cruz (Mt 27:51; Mr 15:38; Lu 23:45).
Jesús procede en el sermón del monte a señalar la superioridad de sus leyes en Mateo 5:21-48 con seis ejemplos. Usando un formato específico para introducir cada ejemplo, que se ve en 5:21, 27, 31, 33, 38 y 43, inicia cada ejemplo con la misma idea que se expresa más o menos de la siguiente forma: "Ustedes han oído que a sus antepasados se les dijo ..." En estos ejemplos se refiere entonces al Antiguo Testamento o primer pacto y sus tradiciones. En la segunda parte del formato cita una práctica moral-ética como matar, el adulterio, el divorcio, la honradez, la venganza y el amor. Luego pasa en seguida a la tercera parte de su formato que sirve para contrastar las enseñanzas del pacto anterior con las del nuevo. La repetición seis veces: "Pero yo les digo" (ver 5:22, 28, 32, 34, 39 y 44). Es muy notable el uso de la conjunción "pero," que sirve para contrastar lo anterior con lo nuevo, y aún más el uso del pronombre "yo" que en cada caso aparece escrito y separado del verbo; así aparece en griego también y tiene más o menos la misma función en ambos idiomas. Es enfático el uso aquí. Así que Jesús intencional y enfáticamente contrasta sus leyes y su autoridad con las antiguas y luego procede a modificar éstas.
¿Cómo modifica Jesús las prácticas religiosas? Normalmente las modifica haciéndolas más difíciles de obedecer, porque en vez de dejar sus enseñanzas en un plano externo al ser humano las interioriza. Así que el problema del hombre no es exterior a él sino interior (ver Mr 7:21-23). Por lo tanto el comportamiento correcto tiene que ver con sus pensamientos, sentimientos, emociones, actitudes, intenciones y motivaciones. En Mateo 6:1-18 Jesús hace lo mismo revolucionando y usando como ejemplos las prácticas religiosas de la limosna, la oración y el ayuno. Así que las leyes de Jesús superan a las antiguas de Moisés, porque no escribe la ley en una tabla de piedra sino en el corazón y en la mente (Jer 31:33) por medio del Espíritu Santo que toma habitación dentro de nosotros. Y así Jesús da su verdadero significado.
Cerca del final de su ministerio en otra montaña, la de la transfiguración, encontramos la superioridad de Jesús y sus palabras indicado otra vez. Cuando Moisés, representante de la ley, y Elías, representante de los profetas (es decir, el Antiguo Testamento compuesto de ley y profetas) conversan con Jesús, Pedro sugiere igual trato, respeto y reverencia para los tres, pero el Padre celestial mandó a que todos escucharan sólo a su hijo -- y sólo él fue visto luego por los apóstoles (Mt 17:8). El mensaje debe ser claro para nosotros también. Las enseñanzas de Jesús son superiores a las leyes y profecías del Antiguo Testamento o pacto. Escuchémosle a él siempre.
En la última cena Jesús asocia el concepto del nuevo pacto con su sangre y muerte (Mt 26:28, Mr 14:24, Lu 22:20, 1 Co 11:25); así él como Mesías y profeta parecido a Moisés estaba estableciendo ese nuevo pacto.
Pablo y los dos pactos:
En Gálatas 2 y 3 y Romanos Pablo también contrasta la antigua ley o pacto con el nuevo. La ley señala el pecado; hace ver a uno que es pecador (Ro 7:7) pero no puede perdonar. El perdón luego es posible sólo por fe en el Mesías que llegó para darnos libertad. Como consecuencia una vez uno se convierte en hijo de Dios, uno ya no está "bajo la ley." Más bien uno se encuentra bajo el dominio del Espíritu Santo para andar en sus caminos. Tanto en las cartas paulinas como en los evangelios se indica una relación de lo antiguo con lo nuevo en términos de preparación y cumplimiento, predicción y cumplimiento, anticipación y cumplimiento.
La máxima y última revelación:
En el libro de Hebreos 1:1-4 el escritor inspirado contrasta los mensajes divinos a través de la historia de la redención antes y después de la llegada del nuevo pacto con Jesús. En el Antiguo Testamento Dios habló por medio de los profetas pero en el primer siglo habló por medio de su Hijo único. Por su grandeza y por su naturaleza (Heb 1:2-3) este Hijo ha superado a todos los anteriores mensajeros en sus revelaciones, incluyendo a los ángeles (1:4). Ningún profeta del pasado ha superado, y ninguno después de él podrá superar a Jesús debido a que sólo él fue el Hijo propio de Dios. También sólo él dio su vida en rescate por nosotros (1 Ti 2:5-6). Por eso ningún profeta ha podido revelarnos la voluntad de Dios con tanta perfección. Así que el nuevo pacto con sus leyes revela más perfectamente la voluntad de Dios que el antiguo expresado en las leyes de Moisés. El libro de Hebreos contrasta los dos pactos y destaca la superioridad del nuevo sobre el antiguo (ver. He 7 al 10). Como consecuencia el Nuevo Testamento tiene la última palabra para el cristiano -- no el Antiguo.
Tres posibles relaciones:
Existen tres maneras para relacionar el Antiguo y Nuevo Testamento: o se relacionan como iguales, o desiguales con el Antiguo Testamento iluminando más que el Nuevo, o el Nuevo iluminando más que el Antiguo. Las diferentes interpretaciones de la Biblia entre sectas frecuentemente estriban en este dilema.
Pablo combatía a los judaizantes en sus cartas porque ellos insistían que el cristiano tenía que observar las leyes del antiguo pacto. Hoy también hay judaizantes que quieren imponer las prácticas del antiguo pacto sobre los cristianos. Y cuando lo hacen, están aceptando el Antiguo como igual o superior al Nuevo Testamento y el pacto de Jesús. Algunas comunidades cristianas siempre se han presentado a sí mismas como iglesias neotestamentarias. Para ellas el Nuevo Testamento está en el plano primario y el Antiguo en el secundario; los dos testamentos son palabra de Dios porque contienen sus revelaciones, pero el Nuevo es más claro y como tal hay que entender y aplicar el Antiguo a la luz del Nuevo.
Específicamente esto quiere decir que cuando el Antiguo Testamento prohibe algo, en vez de aplicar la prohibición o ley directamente al cristiano de hoy debe hacerse esta pregunta primero: ¿Qué dice el Nuevo Testamento? Entonces después de una investigación cuidadosa de sus enseñanzas, podemos ver mejor cómo se debe aplicar el pasaje. Una forma de precisar este principio es la siguiente: el antiguo pacto y sus prácticas aplican al cristiano cuando se repiten en el Nuevo; si son modificados en el Nuevo, se aplican en la forma modificada; si no son mencionados en el Nuevo, entonces se consideran como parte de las viejas prácticas y no necesariamente están vigentes ahora.
Hoy ninguna denominación o secta "cristiana" practica todo el antiguo pacto; todas se dan cuenta que el sacrificio de animales y la circunsición es algo del pasado. La discrepancia surge en determinar cuáles leyes, reglas y prácticas son vigentes hoy y cuáles no lo son. Y este principio nos ayuda a hacer esta determinación con más claridad, seguridad y con más consistencia.
Aun dentro del Nuevo Testamento no todos los libros y capítulos tienen igual valor en la predicación, enseñanza y aplicación para hoy. Específicamente, la historia tiene menos peso en la aplicación que el mensaje predicado y enseñado que incluye el "kerigma" y las cartas escritas con la intención de instruir sobre comportamiento y conducta cristiana. Por ejemplo, el libro de los Hechos es historia, y se tiene que interpretar y aplicar a la luz de las cartas paulinas. Es decir, el mero hecho de que algo sucedió en la historia durante el primer siglo en la iglesia primitiva no quiere decir necesariamente que tiene que suceder a nosotros también hoy o que lo tenemos que imitar.