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“El Año 2000 y el Fin,” Tomo III:83-94
Por:  Dr. Donald T. Moore

Se acerca el año 2000 y se oyen muchas predicciones por todos lados. La radio, la televisión y la presa dan publicidad a predicciones de destrucción y desastres mediante maremotos, terremotos, hambres, plagas y guerras. Algunos religiosos que predicen la segunda o la tercera venida de Cristo o del ángel-mensajero precursor, o la batalla de Armagedón o el fin del mundo antes del nuevo milenio. Por eso en parte la gente hace muchas preguntas acerca de los acontecimientos prontos a suceder. Contestaremos algunas de estas en base a la Biblia y datos históricos.

 

¿Qué pasará en el año 2000? ¿El año 2000 comienza de verdad el tercer milenio después del nacimiento de Cristo? ¿Qué nos dice la evidencia bíblica, histórica y científica en cuanto a la fecha del nacimiento de Jesús?

Ya comenzó el tercer milenio después del nacimiento de Cristo, pues definitivamente Jesús no nació el 25 de diciembre[1] del año 1. Evidentemente nació varios años antes. Cuando en 533 d.C. el monje Dionisio Exiguo ("enano") preparó el calendario que usamos en la actualidad, creía que Jesús nació en el año 28 del reino de César Augusto, porque no sabía que ese emperador comenzó a reinar cuatro años antes con el nombre de Octavio. Así que el monje se equivocó de fecha. Unos documentos históricos encontrados siglos más tarde precisan el año 4 a.C. como la fecha de la muerte de Herodes el Grande. Está claro que Jesús nació antes del año 4 a.C., porque Herodes el Grande mandó matar a los infantes en Belén en un esfuerzo por matar al recién nacido Rey de Israel. Además, es muy probable que los Magos vieron la estrella en su tierra lejana del oriente uno o dos años antes de su llegada a Belén, porque Herodes mandó matar a todos los niños en ese contorno desde los dos años para abajo (Mt. 2:16). El eclipse de la luna mencionado por el historiador Josefo para el tiempo de la muerte de Herodes, se calcula como el 13 de marzo del 4 a.C. Debido a un período de luto, se pospuso la Pascua anual judía ese año al próximo mes, el 12 de abril. Así que evidentemente Herodes murió entre el 13 de marzo y el 12 de abril, pero Jesús ya había nacido[2]. Por eso los estudiosos sugieren la fecha de su nacimiento entre los años 7 y 5 a.C. o antes de la era común (A.C.E.). En otras palabras el tercer milenio después de su nacimiento comenzó ya en algún momento entre 1993 y 1995 y ya se han probado malas muchas de las predicciones de los astrólogos, sectas y místicos de la Nueva Era, pero hemos de esperar el tercer milenio de su muerte sacrificial y su resurrección para el 2026 y 2028 d.C.

 

¿Qué es la profecía bíblica y qué es su propósito?

Normalmente las profecías bíblicas en ambos testamentos tienen un fin práctico. Se quiere estimular el arrepentimiento que es preliminar a la vida espiritual. Pero es importante distinguir entre la profecía bíblica y la predicción. Mientras que la predicción es el vaticinio del futuro, la profecía bíblica es la proclamación del mensaje de Dios con el propósito de instruir y guiar al pueblo de Dios (Mi. 3:8; 6:8). Obviamente existen predicciones del futuro en la Biblia. Algunos ejemplos incluyen vaticinios sobre el gran Día del Señor (Gn. 49:10; 2 S. 7:12-16; Sal. 83:3-4; Isa. 7:14; 9:6-7; Jer. 31:31; Joel 2:28; Miq. 5:2), las tres predicciones de Jesús sobre su muerte y su resurrección, su predicción del derramamiento del Espíritu Santo, la futura era de las misiones cristianas y su segunda venida (Mt. 16:21; 17:22-23; 20:18; 24:2, 30).

 

Pero entre los teólogos conservadores[3] existe un debate acerca de la naturaleza y la extensión de la predicción bíblica. Los dispensacionalistas suponen un programa detallado de los eventos futuros que a veces coinciden con las noticias de la prensa mientras los no dispensacionalistas creen que la Biblia provee certezas profundas y generales acerca de las promesas seguras de Dios a ser cumplidas en su tiempo de forma gloriosa. Típicamente los dispensacionalistas preparan calendarios y cronologías de los últimos eventos mediante el uso de la prensa diaria y estos requieren unas revisiones constantes cuando cambian los titulares de primer plano. Los cristianos no dispensacionalistas ven la predicción bíblica de otra manera, pues no presenta una historia detallada escrita de antemano. Para ellos la profecía bíblica es el amanecer que anuncia el día venidero, pero no lo revela con lujo de detalle. Eso quiere decir que mediante las profecías sabemos lo suficiente para tener la certeza de la victoria final del reino de Dios sin poder decir exactamente cuales eventos lo llevan a su cumplimiento. Un ejemplo de esto aparece en el pasaje de Romanos 9 al 11 donde Pablo afirma que Dios no ha terminado con el Israel creyente, su pueblo escogido, PERO no hay ninguna referencia específica a Israel como una nación política en la tierra.

 

¿Estamos en los últimos tiempos? ¿Cuándo comienza el día postrero?

En el Día de Pentecostés Pedro citó una profecía del profeta Joel sobre los postreros días. Luego declaró que con la venida del Espíritu Santo se estaba cumpliendo esas profecías (Hch. 2:16-24; Joel 2:28-32). De manera que comenzaron los últimos días con la resurrección de Jesús y el descenso del Espíritu Santo. También Hebreos 1:1-2 hace claro que en estos últimos tiempos Dios habla a nosotros mediante su Hijo. El comentario de la mujer Samaritana acerca del Mesías que venía [en los postreros días] también fue cumplida por Jesús (Jn. 4:25-26). Además, cuando Marta habló de la resurrección en el "día final" (Jn. 11:24), Jesús en efecto le asegura que ya ha llegado porque "yo soy la resurrección". Luego, demostró la verdad de esa afirmación al restaurar a su hermano a la vida. Así que la Biblia hace claro que hemos estado en los últimos tiempos desde el primer siglo y que, por ende, ya cumplimos dos milenios en esos tiempos. Lo que desconocemos es cuánto tiempo más durarán los últimos tiempos o el día postrero.

 

¿Enseña la Biblia el fin del mundo? ¿Cuáles son los pasajes principales acerca del fin?

Quizá en vez de hablar del fin del mundo sería más exacto decir el fin de la era o la consumación de la edad, pero comoquiera será el fin del mundo como lo conocemos en la actualidad, el fin de este planeta como está ahora, aunque habrá un cielo nuevo y una tierra nueva (Apo. 21). Tiene importancia esta enseñanza de la consumación de la edad, porque nos recuerda de que este mundo es temporero y pasajero. Trae a colación a nuestras mentes que nuestras decisiones de hoy forjan nuestro destino eterno y subraya la realidad de que los creyentes no tienen que temer a los que matan al cuerpo y no pueden matar al alma (Mt. 10:28). Además, nos recuerda que debemos soñar del futuro reino de Cristo y vivir valientemente por los propósitos del reino de Dios en expectativo de un futuro mejor. Los pasajes para el estudio cuidadoso sobre la esperanza cósmica son las siguientes: Isa. 60; Dan. 7; Mt. 24-25; Ro 8:18-25; 1 Cor. 15; Ef. 1:15-23; Fil. 2:1-13; 1 Tes. 4:13-18; 2 Pe 3:8-13; Apo. 6:1 al 22:21.

 

¿Quién es el anticristo? ¿Hay solamente uno o hay muchos anticristos?

Sólo el apóstol Juan usa la palabra "anticristo" y sólo en dos de sus cartas donde la repite cinco veces en cuatro versículos (1 Jn. 2:18, 22; 4:3; 2 Jn. 7) aunque ha sido vinculado con el número 666 (Apo. 13:18) y el hombre de iniquidad (2 Tes. 2:1-12). En griego el prefijo "anti" puede indicar "en contra" o "en el lugar de" y eso podría sugerir a aquel que se opone a Cristo o alguien que busca substituirse por El. Juan dice que "el anticristo había de venir" y que "ahora han surgido muchos anticristos" (2:18). Evidentemente eso quiere decir que al final habrá uno como el anticristo, pero mientras tanto hay muchos que quieren ser substitutos del verdadero Cristo. ¿Qué hacen los anticristos? Juan dice que un anticristo niega "que Jesús es el Cristo" o "niega al Padre y al Hijo". En seguida añade que aparte del Hijo no hay contacto con el Padre; hay que confesar al Hijo para llegar al Padre (2:22-23). Eso se parece a las palabras de Jesús cuando dijo, "Nadie viene al Padre sino por mí" (Jn. 7:14) y de Pedro cuando dijo, "No hay salvación en el nombre de ningún otro" (Hch. 4:12). Juan estaba escribiendo a personas que tenían mucha influencia gnóstica la cual negaba que Dios se hizo carne en Cristo Jesús. Por eso las palabras de Juan se relacionan con la idea de la encarnación de Dios, la Palabra que se humanó como Hijo único del Padre (Jn. 1:14), como el mismo apóstol aclara cuando afirma que todo espíritu procede de Dios "si confiesa que Jesucristo ha venido en carne", pero el anticristo no confiesa que Jesús se ha humanado (4:2-3; comp. Jn. 1:1-18[4]).

En base a lo que Juan dice, obviamente hay anticristos en el mundo hoy quienes niegan la encarnación de Cristo y así fue en el primer siglo. Hay seres humanos y sectas que lo niegan y hay revelaciones de los espíritus del más allá que comunican la misma mentira. En ese sentido hoy ya hay muchos anticristos en este país. Entre ellos[5] están los Testigos de Jehová.

Pero ¿qué en cuanto al gran anticristo al final de los tiempos? Obviamente será el gran sustituto por Cristo y por eso se opondrá al verdadero Hijo de Dios. Pablo evidentemente habla de él en su segunda carta a Tesalónica (2:1-12). Este pasaje controversial y clave para el premilenialismo ha sido interpretado de varias maneras a través de la historia del cristianismo. En los primeros cuatro siglos se entendía que el hombre de iniquidad se refería a un hombre que aparecería al final del mundo, pero en los tiempos de Pablo fue restringido por el poder del Imperio Romano. Sería la encarnación del mismo Satanás. Algunos de los primeros escritores en griego[6] decían que ese hombre iba a ser de la descendencia judía en conformidad con la profecía del Antiguo Testamento y que sería descendiente de la tribu de Dan (Jer. 8:16), pero que al final de la historia sería un sólo ser humano, el hijo del maligno, el Diablo y Satanás. Los primeros teólogos que escribían en latín estaban en acuerdo esencial, pero para ellos el futuro tenía referencia a una situación particular en la historia. Decían que el anticristo iba a ser un judío de la circuncisión que mataría a los santos y que la obra misteriosa de la iniquidad comenzó con Nerón y la seguían Diocleciano y Julián, pero que iba haber una restauración de la libertad al imperio con el tiempo.

Después del siglo VII d.C. en la edad media la Iglesia Ortodoxa Oriental identificaba a Mahoma como el anticristo y el Islam como la obra misteriosa de la iniquidad y en parte esta especificación se debía a su lucha por varios siglos con los musulmanes por la supervivencia. En la Europa medieval entre los siglos VI y XII varios líderes católicos identificaron a ciertos papas como el "precursor del anticristo" o como el mismo anticristo. También durante ese mismo tiempo, algunos líderes de sectas no católicas europeas afirmaban lo mismo. Primero, decían que el hombre de la iniquidad era el papa y después que eran todos los papas y que la obra misteriosa de apostasía era la Iglesia Católica Romana. En Inglaterra Juan Wycliffe en 1384 escribió un tratado en el cual daba doce razones para identificar al papa como el "vicario del anticristo".

Los grandes reformadores del siglo XVI continuaban esta identificación. Para Martín Lutero el papado fue la encarnación del anticristo. En general Juan Calvino coincidía con esta identificación, pero decía que la influencia que detenía su completa manifestación fue la poca expansión del evangelio. Por eso no sería completamente manifestado como el hombre del pecado hasta que el evangelio fuera predicado a los últimos confines de la tierra. Varias confesiones de fe de la época especificaban esa identificación del papado como el hombre del pecado. Y esto ha sido la interpretación prevaleciente en el mundo evangélico y protestante por cientos de años, aunque durante la modernidad algunos teólogos dijeron que el hombre del pecado era una idealización de la maldad que no necesariamente tenía que ser representado en una persona. Otros veían ya un cumplimiento en el pasado con ciertos emperadores del Imperio Romano.

 

¿Ya vino Cristo por segunda vez?

El Antiguo Testamento no hace distinción clara entre las dos venidas del Mesías. Tampoco menciona un largo intervalo entre ellas. Pero en el Nuevo Testamento[7] hay seis palabras griegas que refieren a la segunda venida[8]: parousia (1 Tes. 2:19) presencia o venida; epiphaneia (1 Ti. 6:14) epifanía, aparición, manifestación; apokalupsis (1 Cor. 1:7) revelación; erchomai (Mt. 24:30; 1 Cor. 11:26; 16:22) venida; hemera (Fil. 1:6; 2:16) día y elpis (Tito 2:13) esperanza. Además, aparecen muchas frases e imágenes asociadas con la segunda venida como: viene pronto; con gran poder; con gran voz de trompeta; como relámpago; en las nubes; con sus santos ángeles; la resurrección de los muertos; el levantamiento de los santos de los confines de la tierra; juzga a los justos y a los injustos; arroja al diablo y sus ángeles al abismo; hace todo nuevo; reina como Rey de reyes y Señor de señores para siempre.

Durante los más de dos mil años de historia cristiana a veces el énfasis sobre la segunda venida ha sido equivocado. Durante el período patrístico los primeros pensadores enfocaban excesivamente el futuro sin reconocer las responsabilidades éticas y sociales del pueblo cristiano en su tiempo. Luego con la era del emperador Constantino desapareció un énfasis milenialista y distinguían entre el Cristo de la primera venida y el Cristo de la segunda. Más adelante durante el siglo XIX se concentró en el milenio a la exclusión de otras doctrinas cruciales como la segunda venida, la resurrección, el juicio final y los destinos eternos. Además, desde el comienzo del cristianismo algunos fanáticos religiosos han fijado fechas para su regreso y siempre se han equivocado de fecha. Pero en vez de aprender de esos errores del pasado, hoy, por un lado, hay milenialistas extremistas quienes siguen especulando y prediciendo fechas de su venida y, por otro lado, hay académicos que dicen que la segunda venida es un mito y que Cristo se equivocó pensando en una pronta venida.

Sin caer en uno de estos errores del pasado, como los adventistas del siglo pasado, los Testigos de Jehová[9] y otros, ¿qué podemos decir acerca de la segunda venida? En cuando a la naturaleza y el propósito de ella cabe señalar que la clave es su objetivo redentor. Cristo viene para consumar el propósito redentor de Dios. Entonces, el meollo de la venida es la Persona que viene y Su venida es el evento principal en un complejo de acontecimientos interrelacionados. Será un evento definitivo y real en la historia del futuro, un evento cósmico y público que sucederá en los tiempos determinados por el Dios soberano del universo y no por los profetas humanos. Además, el lenguaje apocalíptico vinculado con ese evento tiene por objetivo intensificar el significado de las dimensiones sobrenaturales de su venida y sirve para recordarnos que Dios usa catástrofes y cataclismos en la historia como medios para adelantar sus propósitos de redimir al ser humano y ejecutar su juicio. Esa venida será un evento glorioso y triunfante para el pueblo de Dios.

¿Qué hay de cierto acerca del rapto?

Para el premilenialismo histórico habrá una sóla venida de Cristo, no dos venidas separadas e distintas, pero para el premilenialismo pretribulacional habrá dos venidas. En la primera Cristo viene en el aire para juntarse con la iglesia que se llama el rapto, y la segunda será "la revelación" o la venida visible de Cristo a la tierra junto con la iglesia después de "la gran tribulación". El problema principal con esta segunda interpretación es que la venida (parousia) en 1 Tes. 4:15-17, 2 Tes. 2:8 y Mt. 24:27 es pública y no secreta. Además, los creyentes recibirán "gloria y honor" con el apocalypsis de Jesucristo (1 Pe. 1:7) y dicha "revelación" es el objeto de la esperanza (1 Pe. 1:13) y no el rapto u otro evento que precede la venida. La esperanza bendita tiene que ver con la epiphaneia de la gloria de Cristo (Tit. 2:13) y no a un evento que la precede. Todas estas palabras en griego son intercambiables y se refieren a la misma venida.

 

¿Vendrá un precursor, un ángel-mensajero antes de Cristo?

Algunos seguidores de William Marrion Branhan[10], tales como William Soto Santiago y Oscar Candelario, proclaman la venida de un precursor, un ángel-mensajero antes del regreso de Cristo. Los que pregonan esta postura aceptan la inspiración divina de las interpretaciones de Branham y de su forma peculiar y dispensacional de interpretar toda la Biblia.

William Soto Santiago de Cayey pregona la venida del ángel mensajero, el precursor de Jesucristo (Apo. 20:6; 22:16) en carne humana, como completamente Emanuel, para la gran cosecha de recogimiento al fin del siglo, el fin postrero. Es Jesucristo revelado en él en los últimos días en su reclamo final como León. Estará bajo la dirección de Jesucristo quien lo enviará para dar testimonio.  "Jesucristo en Espíritu Santo estará en Su Ángel Mensajero, y a través de Su Ángel Mensajero estará revelándole a Su Iglesia todas estas cosas que deben suceder pronto"[11]. El mensaje del Evangelio del Reino está en la boca del Ángel del Señor Jesucristo y el Espíritu Santo está en él. "Jesucristo en Espíritu Santo estará colocando esa Palabra, esa Gran Voz de Trompeta, ese Mensaje final, en la boca de Su Ángel Mensajero"[12]. "Jesucristo en Espíritu Santo" será manifestado en Su ángel mensajero que estará cumpliendo todas las promesas correspondientes al día postrero. Será la manifestación o revelación de Jesucristo en el día postrero "a su Iglesia y luego al pueblo hebreo"[13]. La trayectoria del Ángel de Jehová llega hasta la América Latina y el Caribe donde está "velándose y revelándose a través de la carne humana en Su Ángel Mensajero, y dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, y preparándonos para ser transformados y raptados en este Día Postrero"[14]. "El Ángel de Jehová en Su trayectoria ha llegado a la América Latina y el Caribe.... Pues el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, ... el mismo Señor Jesucristo en Espíritu Santo, en Su cuerpo teofánico, [ha llegado] a la América Latina y el Caribe en ese Día Postrero, donde la gloria de Dios, la gloria de Jehová, será vista manifestada"[15]. El Ángel de Jehová es "el mismo Jehová, el mismo Dios, en Su cuerpo teofánico"[16].

En el caso de Candelario, al principio de esta década predecía una y otra vez que no pasaría del año 2000 para la próxima venida de Cristo y de su precursor para la redención de nuestros cuerpos,  pero ya ha comenzado a cambiar sus profecías diciendo que por lo menos ocurrirá en los primeros años del próximo milenio. Obviamente tales cambios lo señalan como un profeta falso conforme a Dt. 18:15-22.

Además, hay una contradicción cuando estos dos "ángeles-mensajeros" reclaman ser el único precursor de la próxima venida de Cristo. Máxime cuando uno de ellos llama al otro impostor, como suele suceder. Pero cuando recordamos que los dos niegan la doctrina cristiana de la Trinidad, insistiendo que sólo existe Jesús, y que ambos reclaman ser discípulos de Branham y proclaman sus verdades e interpretaciones apocalípticas en conjunto con las nuevas revelaciones que ellos anuncian  para esta nueva edad, entonces no nos sorprende que profetas como ellos reclaman exclusividad de conocimientos, revelaciones y verdades. La única conclusión razonable bíblicamente es que ni el uno ni el otro es el precursor de Jesucristo. Evidentemente ambos son impostores.

Además, ¿estarán quitando y añadiendo a las Escrituras divinas mediante sus nuevas revelaciones? De ser así, están sujetos a unos castigos severos (Apo. 22:18-19). Cabe señalar que hay que  sospechar de cualquier profeta que inventa nuevas dispensaciones y edades con nombres sacados de las Escrituras para significar algo supuestamente revelado para el futuro, pero resultan ser empates para resolver predicciones anteriores que no se cumplieron. De esa manera astuta hacen cabido para ellos mismos en sus profecías. Es muy importante recordar que para una sana interpretación bíblica es esencial descubrir el mensaje del autor del texto bíblico. Eso quiere decir ver lo que quería comunicar en su tiempo y no darle un sentido figurado desvinculado del todo del significado original[17].

 

¿Vendrá Cristo pronto? ¿Qué sabemos acerca del tiempo de la segunda venida? ¿Por qué en la actualidad hay mucha especulación acerca de la fecha?

 En parte la expectativa y la especulación se debe a las crecientes amenazas a la supervivencia de los seres humanos y la naturaleza, pero también se vincula con el hecho de que hace cincuenta años, el 14 de mayo de 1948, se estableció el estado judío de Israel que muchos pregonan como cumplimiento de profecías bíblicas. Además, otras personas señalan a la plaga de SIDA y aun el peste de las drogas como evidencia de la cercanía del fin. Otros señalan a la multiplicación de las ciencias, tecnologías y la cercanía del nuevo milenio.

Cuando la Biblia anuncia ciertas señales de su regreso, no tiene el propósito de indicar una fecha exacta de él. Más bien es para advertir a sus seguidores que tendrán tribulaciones, problemas y conflictos mientras dure la historia. También provee un sentido de seguridad, porque se destaca la fidelidad de Dios hasta el fin.

La señal más significativa es la predicación del evangelio a todo el mundo antes del fin, pero no quiere decir que esa es la forma por la cual podemos apresurar o adelantar ese día (Mt. 24:14). Más bien destaca la verdad de que todos tendrán la oportunidad de arrepentirse, pero la señal en sí que se predice no es suficiente para precisar o especificar una fecha. No obstante, existen ciertas instrucciones o directrices para ayudar a solucionar la cuestión del tiempo. Primero, nadie sabe la fecha, ni la hora ni el día. Segundo, vendrá en forma repentina e inesperada; por eso los creyentes siempre deben estar preparados. Además, la anticipación de parte del creyente de la venida de Cristo es una esperanza bendita que alienta su fe. Por eso la actitud bíblica cristiana es una de anticipación de su pronta venida sin un fanatismo desmedido.

 

¿Se equivocó Cristo en pensar que regresaría pronto?

Cristo mismo dijo que únicamente su Padre sabía la fecha (Mt. 24:36) y los tiempos y las sazones estaban en el poder exclusivo de su Padre (Hch. 1:6)[18]. Existen varias parábolas en Mateo 24-25 donde Jesús sugiere el paso de un largo tiempo antes de su venida (Mt. 24:48; 25:5, 19). No, Jesús no se equivocó, sino quería que su pueblo fuera siempre caracterizado por una pronta expectativa (Apo. 22: 7, 12, 20).

 

¿Qué del pasaje que dice que no pasaría "esta generación" antes de que ocurriera?

Este pasaje que aparece en los tres sinópticos (Mt. 24:34; Mar. 13:30; Lu. 21:32) ha sido interpretados de varias maneras. Algunos estudiosos están de acuerdo en que Jesús tenía en mente su segunda venida. Por ejemplo las publicaciones de los Testigos de Jehová han insistido en que se peleará la batalla de Armagedón dentro de una generación de la venida de Cristo que para ellos sucedió en 1914. ¿Pero por cuánto tiempo dura una generación? Ya han pasado más de 80 años ¡suficiente tiempo para dos generaciones!

Una interpretación más probable que la anterior es la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C., unos 40 años después de que Jesús enunciara estas palabras[19]. En su respuesta a las preguntas de los apóstoles sobre cuándo no quedaría una piedra encima de la otra evidentemente Jesús vinculaba la destrucción de Jerusalén con el del templo. En Marcos 13:32 Jesús hace referencia a un evento específico en un momento dado, lo cual nunca hacía en cuanto a su regreso. Podemos concluir, entonces, que Jesús señaló que tanto el templo como la ciudad de Jerusalén sufriría una destrucción antes de pasar esa generación[20].

 

¿Qué hay del milenio y las cuatro interpretaciones principales?

Aunque muchos se turban por la cuestión del milenio, hay otros que le dan una importancia desmedida. La palabra "milenio" quiere decir mil años y el contexto es el reino de Cristo sobre la tierra con los santos por 1,000 años cuando Satanás estará atado, pero al final estará suelto lo cual le permite fomentar una rebelión final contra Cristo y los santos. Cabe señalar que la base esencial por el milenio aparece únicamente en el capítulo 20, versos uno al diez (1-10) de Apocalipsis donde se repite la palabra seis veces en cuatro versos.

Existen cuatro interpretaciones o escuelas milenialistas principales: el posmilenialismo, el premilenialismo dispensacional, el premilenialismo histórico y el amilenialismo. El premilenialismo afirma que Cristo regresará antes de su reino en la tierra con sus santos por un período literal de mil años. Al finalizar el reino Satanás será suelto, pero se rebelará contra Cristo, será derrotado, juzgado y condenado junto con todos los malvados. Luego el orden eterno será inaugurado. Se enseñan varias resurrecciones de los muertos y juicios escatológicos. En la actualidad hay dos subdivisiones: el premilenialismo histórico y el dispensacional[21].

Los posmilenialistas normalmente enseñan que antes de la segunda venida habrá un período literal de mil años de paz y justicia en la tierra. Durante esos mil años que preceden la venida de Cristo se eliminarán la guerra y el mal relacionado con ella, se establecerán gobiernos justos y la mayor parte de la humanidad se convertirá a Cristo mediante el testimonio de las iglesias, la obra del Espíritu Santo y el evangelio. Junto con la venida de Cristo habrá una resurrección general, un juicio general y el establecimiento del orden eterno.

Los amilenialistas no interpretan los mil años literalmente como años de nuestro calendario o como un reino de Cristo, pero de otra manera. La segunda venida, la resurrección y el último juicio serán independientes de una edad milenial literal, pero ocurrirán al final de la historia como parte de la transición al orden eterno. Algunos entienden que los mil años designan toda la era cristiana desde el primer siglo, pero otros los definen como el reino eterno de Cristo en el cielo.

Cada enfoque milenialista evidencia vitalidad en la actualidad, pero contrario al pasado hay un creciente deseo de subrayar los puntos de convergencia. La dificultad principal es la interpretación de Apocalipsis 20:1-10. Algunos creen que existe una solución al impase existente cuando se interpreta el capítulo 20 en conjunto con Apo. 21-22. En tal caso el milenio no es tanto un intervalo de tiempo entre la segunda venida y los nuevos cielos y tierra sino la manifestación de los nuevos. Definitivamente hace falta una evaluación cuidadosa de las razones expresadas para las diferentes perspectivas y un sentido de humildad de parte de cada intérprete, pues ninguno es infalible. Todos tienen la posibilidad de equivocarse. Un ejemplo indiscutible de esto se vivió en el primer siglo cuando, a pesar de su fanaticismo, todos los intérpretes judíos se equivocaron al esperar a un Mesías militar real, pues pasaron por alto por completo el concepto del siervo sufriente o doliente de Isaías 52-53.

¿Habrá un juicio final?

En el Antiguo Testamento los juicios fueron descritos principalmente como calamidades en esta vida, tales como guerras, inundaciones, hambres, terremotos y pestilencia, pero los últimos profetas anticiparon un día de juicio para los malvados no arrepentidos y un día de salvación o recompensa para los fieles (Joel 2:28 al 3:21; Amós 5:16-20; Sof. 1:7-9)[22]. En el Nuevo Testamento se presenta el juicio como uno futuro (Mt. 5:31-46; Ro. 14:10; 2 Cor. 5:10; Apo. 20:11-15) que se asocia con la muerte (He. 9:27), con la segunda venida (Mt. 16:28; 1 Cor. 4:5; 2 Tes. 1:5-10; Stgo. 5:8-9) o con la resurrección final (Jn. 5:28-29). Se le identifica como un día del Señor (1 Tes. 5:1-3), un día de juicio (Mt. 11:24; Hch. 17:31; 2 Pe. 2:9; 3:7; 1 Jn. 4:17), un día de la ira de Dios (Ro. 2:5), un día cuando Dios juzga (Ro. 2:16) y un juicio venidero (Hch. 24:25) o la ira venidera (1 Tes. 1:10).

Desde el primer siglo hasta el presente los cristianos no han podido mantener un equilibrio entre la misericordia de Dios y su ira, pues, por ejemplo, en el período medieval católico se subrayaba la condenación, pero el liberalismo moderno concentró solamente en el amor de Dios mientras que el dispensacionalismo destaca varios juicios. En una reformulación de una doctrina acerca del juicio final es importante comenzar con una afirmación de la certeza de su realidad. La base para dicho juicio es la justicia soberana de Dios y la existencia de un universo con un orden moral, porque finalmente todos tienen que rendir cuentas a Dios, porque los juicios en la historia son solamente parciales. Además, tiene como base el triunfo de los propósitos redentores en Cristo. El juez del juicio final será Cristo mismo (Jn 5:22; Hch. 17:31) como agente divino (Mt. 25:31; 2 Cor. 10; 2 Ti. 4:8) y juzgará en base a su santo amor. El papel de los creyentes en ese juicio no es del todo claro (Mt 19:28; Lu 22:28-29; 1 Cor. 6:2-3; Apo. 2:26-27; 3:21; 20:4).

¿Qué es el propósito del juicio final? En primer plano, es para manifestar el carácter de los que comparecen para ser juzgados y no para ser investigados (Mt. 10:26-27; Ro. 2:15-16; 1 Ti. 5:24). Los secretos más íntimos del corazón saldrán a flote (Mt. 6:46; Mar. 4:22; 1 Cor. 4:5). Su segundo propósito es manifestar el destino eterno de las personas (Mt. 25:34, 41) y la vindicación de la justicia y el propósito redentor de Dios.

¿En base a qué se nos juzgará en el juicio final? Seremos responsables ante Dios por todo cuanto hayamos pensado y hecho y en todo cuanto hayamos participado y formado una parte. En general se nos juzgará conforme a la revelación que tenemos; si tenemos mucha luz, tenemos más responsabilidad. Una mayor responsabilidad requiere mayores obras. Esta obligación de rendir cuentas subraya la relación entre la fe y las obras. Una fe genuina[23] produce obras (Ro. 1:18-32; Ro. 2:4-16; Mt. 11:20-24; Lu 12:47-48).

¿Cuándo ocurrirá el juicio final? Junto con el regreso de Cristo (Mt. 16:27; 25:31; Jn. 5:28-29; Hch. 17:31; Ro. 2:15-16; 1 Cor. 4:5; 1 Tes. 5:2-3; 2 Tes 1:5-10; 2 Ti. 4:1-2; 2 Pe. 3:7, 10) a menos que uno sigue la interpretación del premilenialismo dispensacional y su interpretación de Apo. 20:11-15. Además, el juicio final es universal. Toda persona (Mt. 25:32; Ro. 14:10; He. 9:27; He. 12:23) comparecerá delante del trono de Dios y eso incluye los vivos y los muertos, los grandes y los pequeños (Hch. 10:42; 24:15; 2 Ti. 4:1; 1 Pe. 4:5; Apo. 20:12) y aun los mismos ángeles (1 Cor. 6:3; 2 Pe. 2:4; Jud. 6). Los creyentes serán justificados en base a su fe en Cristo exclusivamente (Jn. 3:16; Ro. 3:28; 4:5), pero los más fieles recibirán una recompensa mayor: el mayor privilegio y la mayor fidelidad, la mayor recompensa.

¿Qué es la batalla de Armagedón?

Armagedón ("Monte de Meguido") es el lugar donde ocurrirá la escena final de la visión de juicio del apóstol Juan (Apo. 16:16). El valle alrededor de Meguido, cerca de Nazaret y Jaifa en el Valle de Esdraelón, estaba cerca del hogar de Jesús en su niñez y Meguido fue el lugar donde el rey Josías sufrió derrota a manos de los egipcios bajo el faraón Necao. Fue esa batalla la que abrió paso en menos de 30 años a la destrucción de Judá por Nabucodonosor II, el emperador de Babilonia. Hay un elemento de ironía en que la nueva Babilonia sufrirá el juicio de Dios mediante su derrota en el mismo sitio donde se hizo posible la victoria de la antigua Babilonia. Pero en esa misma región otras batallas cruciales se llevaron a cabo en el Antiguo Testamento (Jud. 5; 2 R. 6:17, 23; Zac. 12:11). No obstante su nombre e historia, claramente Juan usa Armagedón para significar el lugar de la lucha final entre los poderes de la maldad y del Reino de Dios.

El enfoque sobre la batalla varía entre los intérpretes[24]. Para algunos es el lugar donde Cristo descenderá en gloria a la tierra para destruir a los enormes ejércitos de la bestia y del falso profeta (Apo. 19:11, 15, 19, 21). Con frecuencia se describen estos como orientales y que esta batalla cumple la profecía de Daniel acerca de la piedra (Dan. 2:35). Para otros es una campaña militar en la cual los árabes y soviéticos invaden y ocupan a Israel y estos en torno son destruidos por la bestia y los reyes de la tierra y luego Cristo los destruye en su venida. Para todavía otros es un nombre simbólico que en vez de señalar un lugar se refiere a la confrontación escatológica en la cual Dios finalmente derrotará las fuerzas de maldad con su gran poder.

 

¿Qué hay de cierto en cuanto al infierno?

En el Antiguo Testamento seol es el lugar de los muertos en general y eso ayuda explicar porque no hay referencia explícita al infierno, a menos que sea en Isaías 66:24 y Daniel 12:2. No hay distinciones claras entre los destinos de los creyentes y los otros. Tampoco se especifica lugares diferentes después de la muerte. Se enfoca el castigo por el pecado que se lleva a cabo principalmente en esta vida.

La enseñanza cristiana acerca del infierno tiene su base principal en el Nuevo Testamento, donde hay cuatro palabras griegas referentes al destino de los muertos. La palabra hades en general es el lugar de los muertos, pero en Lu. 16:23 tiene referencia a un lugar de tormento. Jesús se refirió a gehenna en 11 de las 12 veces en el Nuevo Testamento y siempre se asocia con la condenación eterna. Se usa abussos o el abismo una vez (Apo. 11:7) y tartarus para el infierno una vez (2 Pe. 2:4). Otras expresiones vinculadas con el infierno incluyen las siguientes: prisiones o cadenas de oscuridad (2 Pe. 2:4); el lago que arde con fuego y azufre (Apo. 21:8); el fuego que nunca apagará (Mt. 13:3:12); el horno de fuego (Mt. 13:42; comp. Heb. 10:27); fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles (Mt. 25:41); la profunda oscuridad de las tinieblas (Jud. 13); las tinieblas de afuera (Mt. 8:12); la condenación (Mt. 23:33); eterna perdición (2 Tes. 1:9); la segunda muerte (Apo. 20:14); llanto y crujir de dientes (Mt. 25:30); donde su gusano no muere (Mar. 9:46); separados de la presencia bendita de Cristo (Mt. 7:23; 25:41) y expuestos a la ira terrible de Dios (1 Tes. 1:10; Heb. 10:27, 31). Podemos formular dos conclusiones sobre la enseñanza neotestamentaria acerca del infierno: primero, nadie hablaba más explícitamente acerca de la realidad del infierno eterno que Jesús y, segundo, el lenguaje pictórico no es adecuado para expresar las realidades del lugar, pues es peor que las descripciones.

A través de la historia cristiana cómo interpretar la ira y el amor de Dios con el equilibrio necesario ha sido un problema perenne. En parte por eso se han desarrollado tres conceptos equivocados. La teoría de la probación afirma que la muerte no es final o que la última oportunidad para arrepentirse no es antes de la muerte, sino que después el incrédulo tendrá otra oportunidad para el arrepentimiento. PERO no hay base alguna en la Escritura para una segunda oportunidad, y la Biblia afirma que "hoy" es el día de la salvación (He. 4:7) y que hay juicio después de la muerte (He. 9:27) y con el juicio hay una separación definitiva entre los creyentes y los no creyentes (Lu. 16:19-31).

Una segunda teoría es la inmortalidad condicional o la aniquilación. Así se niega la eternidad del infierno. PERO el Nuevo Testamento habla de la resurrección y el juicio de los incrédulos (Jn. 5:28-29; Apo. 20:11-15) y de un infierno tan eterno como el cielo (Mt. 25:46).

La teoría del universalismo, la tercera, afirma que al final se salvarán todos, tanto los impíos como los que aman al Señor. Eso significa la salvación de todo incrédulo. Con frecuencia el texto citado es Fil. 2:10. PERO rechaza los textos donde Jesús describió al infierno como eterno y no reconoce ni la seriedad ni el arraigo del pecado en la experiencia humana.

¿Qué podemos concluir acerca del infierno en base a los textos bíblicos? El punto de partida esencial es la verdad de que todo ser humano merece el infierno (Ro. 3:10, 23) y que Dios no tiene gozo en el castigo de los culpables (2 Pe. 3:9; 1 Ti. 2:4; Lu. 15:3-7; Apo. 22:17). No obstante, la naturaleza del castigo es eterna y se describe mejor como un lugar en vez de un estado mental. El infierno significa la manifestación de la presencia de Dios en juicio sin Cristo como el mediador. En ese sentido no sería la ausencia de Dios, sino el rechazo de su amor y misericordia que siempre están presentes. Finalmente, es importante indicar que hay grados de castigo en el infierno conforme a los méritos y las obras.

Cabe señalar, además, que el infierno es tanto final como eterno. Es final en cuanto que la muerte termina las oportunidades para la salvación (He. 9:27). No existe referencia bíblica alguna que sugiere que el juicio final sea una probación o algo temporero (comp. Mt. 25:41; Lu. 16:26). Según Jesús el infierno es eterno (aionios) (Mt. 25:46; Mar. 9:43, 48). Aun los más morales y religiosos no escaparán, pues Jesús dirigió sus advertencias más severas del fuego del infierno a los escribas y los fariseos, las personas más morales y religiosas de esa sociedad.

¿Habrá una resurrección final del cuerpo o del alma?

El Antiguo Testamento no considera la muerte como el fin del individuo, aunque dice muy poco acerca de la resurrección del cuerpo. Con frecuencia se presenta al seol (= hades) como un lugar oscuro y triste (Job 10:21-22; Sal. 6:4-5; Isa. 38:18-19), pero hay momentos de una visión más clara, pues los santos del Antiguo Testamento podrán confiar en Dios, en su bondad y su amor constante. David expresó confianza en la continuidad de la vida individual en el más allá (2 S. 12:23) y Enoc y Elías fueron trasladados sin morir. Aun dos profetas afirman la resurrección del cuerpo (Ez. 37:1-14; Oseas 6:1-2), pero tienen referencia a una esperanza de los judíos exiliados por una restauración nacional de su país. Cabe señalar que en el Nuevo Testamento se citan pasajes del Antiguo Testamento que apoyan la enseñanza de la resurrección (Mar. 12:18-27; Hch. 2:24-36; 13:30-41) y Hebreos 11:13 y 16 hablan de los que vivían todavía por fe. No obstante, algunos judíos en los tiempos de Jesús, como los saduceos, no creían en la resurrección del cuerpo (Mar. 12:18-27; Hch. 23:6-8).

Antes de su resurrección Jesús enseñaba reiteradamente sobre la esperanza de la resurrección del cuerpo. Aun hizo referencia al Pentateuco para refutar a los Saduceos (Mar. 12:18-27), pues Jehová era el Dios de los vivos y eso incluía a Abraham, a Isaac y a Jacob. Además, Jesús afirmó que algunos serían resucitados para la vida y otros para el juicio (Jn. 5:25-29). En Betania Cristo consoló a Marta y María acerca de Lázaro (Jn. 11:25) y lo restauró a la vida mediante un acto que aun sus enemigos que lo presenciaron no lo podían negar. Decía Jesús también que al creer en El uno ya tenía la vida eterna (Jn. 3:36). Asimismo el apóstol Pablo afirmó que el don del Espíritu Santo era el pronto pago para la vida futura (Ro. 8:11; 2 Cor. 5:4-5; Ef. 4:30).

Más allá de estas enseñanzas, la evidencia más importante y contundente está en la resurrección corporal de Jesús y la sorprendente valentía de parte de sus discípulos para seguirle a pesar de la oposición y persecución oficial judía (Hch. 26:23; 1 Cor. 15:20; Col. 1:18; 2 Cor. 4:14; Hch. 24:15; Ro. 6:5; 8:11, 18-25; Fil. 3:10-22; 1 Tes. 4:16-17; He. 6:2; Apo. 20:4-6, 11-15).

Además, en general los credos históricos del cristianismo confiesan su fe en la resurrección, aunque varían en cuanto a la relación del alma y el cuerpo y la continuidad de la identidad personal después de la muerte, pero el liberalismo moderno subraya la supervivencia de la personalidad en vez del cuerpo y el escepticismo secular y humanista rechaza la Biblia y tiende a un mundo espiritista[25].

¿Cómo podemos formular una doctrina bíblica hoy? Primero, aunque la Biblia señala una resurrección universal, su enfoque principal está en los creyentes en vez de los incrédulos. Además, la perspectiva cristiana tiene ciertos distintivos. Tiene un punto de vista realista en cuanto a la realidad del cuerpo dentro de un orden de materia y tiempo que son buenos. La resurrección incluye aspectos públicos, comunitarios y cósmicos, pues no es exclusivamente privada e individual como pensaron los griegos al referirse a la inmortalidad del alma en los tiempos de Jesús y Pablo. Además, el pecador no arrepentido se perderá por la eternidad. Así que para Pablo el problema para el ser humano era la muerte sin Cristo mientras para los griegos era la existencia mortal en el cuerpo. La esperanza para la resurrección está en el poder y gracia redentores de Dios en Cristo, no en la gente. Esta es la perspectiva exclusiva del cristianismo.

¿En qué se apoya la certeza de la resurrección del cristiano? La garantía descansa en la realidad de la resurrección histórica de Jesús (1 Cor. 15:20) más bien que en la inmortalidad del alma. Pablo afirma que nada y nadie pueden separarnos del amor de Dios (Ro.8:38-39), porque ese amor nunca se acaba (1 Cor. 13:8).

¿Cuándo será el tiempo de la resurrección del cuerpo?

 

En general las confesiones de fe durante los siglos están de acuerdo en que la resurrección ocurrirá con la segunda venida de Cristo (1 Cor. 15:23; Fil. 3:20-21; 1 Tes. 4:16). Esa afirmación nos lleva a preguntar en cuanto a la existencia de un estado intermedio para los cristianos que mueren antes de esa venida. La mejor contestación reconoce tres etapas de actualización de la resurrección en los creyentes. Primero, ya tienen la vida eterna antes de su muerte, por lo tanto ya están resucitados (Jn. 3:16, 36; 11:25-26; Ef. 2:6). En la segunda etapa los creyentes después de la muerte serán resucitados uno por uno en un sentido interino o intermedio para estar presente con el Señor. En la tercera etapa los creyentes serán resucitados en sentido completo en la resurrección final con la consumación de la edad una vez por todas (1 Cor. 15:22). Es menos importante hablar de varias resurrecciones finales y más importante señalar que todos los cristianos relacionan la resurrección final con la venida de Cristo y la consumación.

¿Cómo será el cuerpo en la resurrección final?

 

La clave para esta contestación es el cuerpo resucitado y glorificado de Jesús en sus apariciones[26], pues su cuerpo sufrió una transformación dramática. Sus discípulos no lo reconocieron con facilidad (Lu. 24:16, 37; Jn. 20:14; 21:4; Mt. 28:17; Lu. 24:31; Jn. 20:16, 20, 28; 21:12) y podía traspasar puertas cerradas (Jn. 20:19, 26). Podía desaparecer de vista (Lu. 24:31). Comió con sus discípulos (Lu. 24:43). Quebró el pan y se los dió (Lu. 24:30). Los animó a mirar sus manos y pies y a tocarlos (Lu. 24:39; Jn. 20:27). Cuando nos resucitamos, nuestros cuerpos sufrirán cambios parecidos. "El transformará nuestro cuerpo de humillación para que tenga la misma forma de su cuerpo de gloria ... " (Fil. 3:21; Apo. 14:13). Pero la esencia de la resurrección corporal es la continuidad de la identidad personal e individual. Jesús sugiere que no tendremos ni pasiones sexuales o poderes procreativos (Mt. 22:30). Además, nuestra resurrección tendrá una dimensión comunitaria y cósmica. En el griego el aspecto comunitario se nota por las referencias plurales a la resurrección de "los muertos" y por su asociación de nuestra resurrección con la Nueva Jerusalén (Apo. 21:23, 10-14) y con las bodas del Señor (19:9). El aspecto cósmico se presenta en términos de una nueva creación natural (Fil. 3:21; Ro. 8:21).

¿Cómo será el cielo o la gloria?

El significado del "cielo" varía en la Biblia. A veces se refiere al aire y al "cielo" azul arriba de nuestras cabezas, pero Jesús lo usó para referirse a "la morada de Dios". Eso nos permite formular una doctrina del cielo, pues Dios ha decidido conceder a su pueblo el privilegio de morar consigo por toda la eternidad.

¿Qué es la base bíblica? Aunque el Antiguo Testamento dice poco, hay anticipos en cuanto a la resurrección de los muertos (Isa. 26:19; Dan. 12:2) y un destino bendito para los justos en la presencia del Señor (Sal. 23:6). También, el lamento de David por su primogénito expresa fe en poder estar con él (2 S. 12:23). En el Nuevo Testamento Jesús dijo que el cielo es la casa del Padre (Jn. 14:2) y que era el hogar de sus discípulos en el futuro (14:3). También se identifica con el lugar del trono de Dios (Mt. 5:34; 23:22; Hch. 7:49; He. 1:8; 4:6; Apo. 4) y el lugar del reino del Hijo (Mt. 19:28) como de El. Asimismo el cielo era la santa ciudad de Nueva Jerusalén (Apo. 21:1 al 22:5; comp. un lenguaje variado Apo. 21:1, 3, 4, 12-13, 14-21, 6, 22-27; 22:1-2, 4, 5).

En el pensamiento cristiano a lo largo de la historia ha faltado un equilibrio entre los aspectos futuros y presentes. Como consecuencia, se han desarrollado dos conceptos inadecuados de esta doctrina. El concepto católico del purgatorio afirma que los que mueren en la gracia de Dios tienen que expiar sus pecados veniales antes de ser admitidos al cielo. Su base principal es 2 Macabeos 12:43-45 donde Judas Macabeo "hizo ofrendar ese sacrificio [de unas 2,000 monedas de plata] por los muertos, para que Dios les perdonara su pecado" (12:45c Versión Popular). Además, citan Mt. 12:32 y 1 Cor. 3:10-15 los cuales no dan apoyo real[27]. El segundo concepto inadecuado es la idea de la visión beatífica, la cual refleja la vida monástica católica más bien que el enfoque bíblico sobre el diario vivir de la gente.

Podemos resumir las enseñanzas principales bíblicas acerca del cielo de la siguiente manera. Lo central es su afirmación de que el cielo es el lugar donde habita Dios, donde se exalta Jesucristo (Apo. 5) y donde se le ve al Señor cara a cara (Apo. 22:4; 1 Cor. 13:12). En este sentido la visión beatífica es el mejor de los dones de Dios. Además, el cielo es el lugar donde se cumplen los propósitos redentores de Dios a perfección. Es muy notable que en la santa ciudad faltan un templo, el sol, la luna y toda impureza (Apo. 21:22-27). Asimismo el cielo es tanto una realidad presente como futura y un lugar en vez de únicamente un estado mental. Constituye una existencia personal e individual con cuerpo resucitado dentro de una comunidad de fe. Tiene que ver con una realidad cósmica de un nuevo cielo y una nueva tierra donde hay grados de recompensa entre los cuales la recompensa principal es el mismo Dios (Mt. 5:8). Además, se trata de un lugar de actividad y de crecimiento que nunca terminan.

 

¿Qué sucede a aquellos que mueren antes de la segunda venida, la resurrección final y el juicio final? ¿Habrá un estado intermedio para los que mueren antes de la resurrección final?

Existen evidencias bíblicas que arrojan luz sobre estas preguntas. El relato de Jesús acerca del hombre rico y Lázaro sugiere que los creyentes experimentan la felicidad al morir y los no creyentes sufren el tormento en seguida (Lu. 16:19-31; comp. He. 9:27; 1 Pe. 4:6). Estos son todas las referencias en cuanto al estado de los inconversos que mueren antes de la consumación final, puesto que el enfoque principal del Nuevo Testamento en cuanto al estado intermedio está en relación con los creyentes. Sobre estos se afirma reiteradamente de que tienen una existencia consciente con Cristo que es mucho mejor que cualquier cosa experimentada en esta vida. Jesús dijo al ladrón en la cruz que "hoy" estaría con El en el paraíso (Lu. 23:43) y gritó al Padre sobre su abandono (Lu 23:46). También Esteban pidió al Señor de pie a la diestra del Padre a que recibiera su espíritu (Hch. 7:56, 59). Además, Pablo expresa confianza ante la muerte afirmando que era "mejor estar ausentes del cuerpo, y estar presentes delante del Señor" (2 Cor. 5:8) y que sentía un "deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor" (Fil. 1:23). Evidentemente la cualidad de la experiencia consciente de Lázaro en el seno de Abraham era más intensa (Lu. 16:22). La conversación de Jesús con Moisés y Elías en la transfiguración sugiere que seguían conscientes en el más allá (Lu. 9:30). Aun Pedro hace referencia a la predicación de Jesús a los muertos quienes tendrían que estar conscientes para cumplir su propósito (1 Pe. 4:6; 3:19). Además, la referencia a los redimidos que adoraban en el cielo hace la conciencia necesaria (Apo. 5:13; 6:9-11; 15:2-4; 1 Tes. 4:14).

¿Cómo explica, entonces, las referencias a los muertos que están dormidos o que tienen sueño (Mt. 9:14; Jn. 11:11; Hch. 7:60; 1 Cor. 15:51; 1 Tes. 4:14)? Primero, es mejor entenderlo desde el punto de vista de los vivos. Para estos los muertos no manifiestan una habilidad para el intercambio social como los vivos y por eso se parecen a los dormidos. Además, parece sugerir un estado temporero y luego, tendrán una reunión gozosa posterior, PERO la confianza del apóstol Pablo es muy notable cuando dice que Cristo "murió por nosotros para que, ya sea que velemos o sea que durmamos, vivamos juntamente con él" (1 Tes. 5:10). Así que aun los que duerman están con vida.

En el desarrollo de esta doctrina a través de la historia, ha sido tradicional identificarlo con un estado incorpóreo, especialmente debido al énfasis en el dualismo del cuerpo y el alma, aunque algunos pensadores cristianos han rechazado la idea de un estado intermedio.

En una redefinición de esta doctrina cabe señalar al principio dos suposiciones o implicaciones. Primero, las distinciones en cuanto al tiempo son reales para el orden eterno. Segundo, existen niveles de significado en una doctrina de la resurrección, pues los creyentes ya están resucitados en el sentido de que ya tienen la vida eterna y evidentemente los creyentes muertos tienen "más" vida y "más" conciencia de Cristo después de la muerte que antes.

 Cabe mencionar una doctrina importante que se afirma en el tercer artículo del Credo Apostólico tocante "la comunión de los santos"[28]. Esta relación de los creyentes vivos y los muertos no quiere decir lo mismo que los espiritistas y el ocultismo dicen acerca de la comunicación entre los espíritus de los muertos y los vivos. Tampoco apoya los rezos por los muertos como en tradiciones católicas y anglicanas y no quiere decir que los muertos oran o interceden por nosotros. Tampoco tiene referencia al bautismo por los muertos. Más bien quiere decir que se toma con seriedad la verdad esencial de la unidad de los creyentes en Cristo, una unión que sobrepasa los límites de la muerte.

 

¿Cuál es la relación entre el pecado y la muerte?

La Biblia distingue claramente entre la muerte física y la espiritual, pero concentra principalmente en el remedio de Dios en la redención para la muerte espiritual. No obstante, las Escrituras nunca quitan seriedad a la muerte física. ¿Por qué? Se debe a que los seres humanos no mueren simplemente, como los animales, sino que TIENEN que morir y a que la muerte es el gran nivelador entre todos los seres humanos. También se debe a que ella sella el destino humano para siempre y que con frecuencia llega como enemiga en vez de amiga.

El enfoque tradicional a través de los siglos ha sido la muerte física como consecuencia del pecado. Por consiguiente se ha comentada poco para ayudar a las personas a lidiar de forma redentora con la agonía en el proceso de morir. Tampoco ha reconocido la benevolencia de Dios en la muerte para el bien de su pueblo.

En la formulación de la enseñanza bíblica acerca de la muerte física y el pecado, comenzamos con una pregunta básica: ¿Fue la primera pareja creada con cuerpos mortales? Definitivamente fue así, porque el Creador lo hizo del polvo de la tierra y hacía falta el árbol de la vida para seguir viviendo. Además, la caída fue una espiritual hacia la rebelión contra Dios más bien que física. Pero hay otras consideraciones: el cuerpo fue una creación buena de Dios y con frecuencia la muerte se consideraba como el fin de una larga vida fructífera (Gn. 35:29). Además, en la muerte el cuerpo puede ser un ofrecimiento a Dios de parte de un discípulo como en el caso de Esteban (Hch. 7:58). El cuerpo mortal no es pecaminoso en sí, pues el mero hecho de que Jesús tenía un cuerpo completamente mortal pero sin pecar, hace claro que el pecado no es esencial a la naturaleza humana. Asimismo el Nuevo Testamento firmemente rechaza el dualismo gnóstico y la Biblia nunca atribuye todo sufrimiento, dolor, enfermedad y muerte en el orden natural directamente al pecado humano (Lu. 13:1-5; Jn. 9:1-7). Eso sugiere que la muerte tiene un fin redentor también. Aunque nada bueno procede del pecado, pues se trata de una caída, es altamente significativo que el pecado y la muerte tienen una relación estrecha. Eso se nota en los casos bíblicos cuando se afirma explícitamente que la muerte física es castigo divino por la mala conducta como en los casos de los Cananeos (Dt. 9:4) y de Ananías y Safira (Hch. 5:10). También hay casos bíblicos cuando se apresura la muerte por medio de la falta de disciplina, o debido al abuso corporal tanto como accidentes fatales como consecuencia de la negligencia y el descuido. Además, el pecado en la vida tiende a agravar la ansiedad de personas acerca del futuro y la muerte. ¿Es la muerte física nuestro peor enemiga? No, el problema más serio del hombre es el pecado[29].

 

¿Qué es la enseñanza principal del libro de Apocalipsis?

El libro de Apocalipsis ("Revelación") se compone principalmente de visiones y revelaciones, con muchos símbolos y un lenguaje alegórico. Está escrito en una especie de clave comprensible para los cristianos de aquella época a pesar de que resulta difícil de entender hoy. El mensaje se escribió en clave debido a que los cristianos sufrían una severa persecución bajo el Imperio Romano. Así que para fortalecer su fe y su confianza se comunicaba un mensaje de victoria final y decisiva de parte de Dios y Cristo el Señor, a pesar del triunfo temporero de los poderes malignos. Así que el libro animaba a los cristianos a permanecer firmes y fieles en medio de la persecución y el dolor.

En la interpretación del libro es indispensable, primero tomar en cuenta la situación y los sucesos de la época al finalizar el primer siglo cuando fue escrito en vez de buscar un plan detallado de la historia desde el primer siglo hasta hoy o predicciones minuciosas sobre el futuro. Pero aunque constituía un mensaje concreto para los primeros lectores, su mensaje esencial tiene validez para todas las épocas. Así que finaliza la Biblia con una proclamación del triunfo definitivo de Dios, por medio de Jesucristo, dando así un mensaje de esperanza, aliento y seguridad sin negar de que en futuras épocas podrían prevalecer las fuerzas del mal por un tiempo[30].

 

     [1]Tampoco es posible precisar el mes y el día de su nacimiento en Belén, pero para incorporar una fecha para conmemorar la encarnación de Dios en la persona de Jesucristo, para el cuarto siglo d.C. los líderes eclesiásticos optaron por el 25 de diciembre. Cualquier fecha en realidad serviría, porque se recordaba el evento y la doctrina de la humillación de Cristo en la encarnación y no se trata de su cumpleaños.

     [2]Ver pág. 5 en La Sana Doctrina, "La Navidad" (Enero - Feb. 1997).

     [3]El libro de Boyd Hunt, Redeemed! Eschatological Redemption and the Kingdom of God (Nashville: Broadman & Holman Publishers, 1993) ha sido de gran ayuda en esta Sana Doctrina, especialmente los págs. 262-363.

     [4]Ver "El Cristo del cristianismo" en Las doctrinas sanas y las sectas malsanas (DSySM), I:293-300.

     [5]Shoko Asahara, el fundador de Aum Shinrikyo en 1987, una secta japonesa acusada del uso de gases letales en la capital, reclamó ser un "cristo".

     [6]El autor del Didajé, Justino Mártir e Ireneo.

     [7]Los pasajes claves neotestamentarios acerca de la segunda venida son Mt. 16:27-28; 24-25; Mar. 8:38; Jn. 14:3; 21:22; Hch. 1:11; Ro. 2:1-16; 1 Cor. 1:4-9; 4:5; 15:23; Col. 1:5; 3:4; Fil. 3:20-21; 1 Tes. 1:10; 4:13-18; 5:1-11; 2 Tes. 1:5-10; 2:1-8; 3:6-13; 1 Ti. 6:14; 2 Ti. 4:8; Tito 2:13; Heb. 9:28; Stgo. 5:7-8; 1 Pe. 1:7-13; 2 Pe. 3:10-14; 1 Jn. 2:28; 3:2-3; Jud. 14-16; Apoc. 16:15; 22:7, 12, 20.

     [8]Ver "La segunda venida y los errores según el Hijo del Hombre", en DSySM, I:120-124.

     [9]Ver "La segunda venida y los errores según el Hijo del hombre", en DSySM, I:123-124.

          [10]Ver "Dos profetas del movimiento de los 'Jesús Solo': William Branham y William Soto Santiago" en DSySM, II:60-70.

          [11]William Soto Santiago, La Visión de Jesucristo en el Día Postrero (tomo 56) (N.p.: n.f., c. 1997), (Sermón en Cayey, el 14 de julio de 1996). pág. 131.

          [12]Pág. 134.

          [13]Pág. 136.

          [14]William Soto Santiago Dios extiende su tabernáculo (Cayey, P.R.: La Voz de la Piedra Angular, 1997), (Sermón del 27 de abril de 1997), pág. 225-226.

          [15]Pág. 228.

          [16]Pág. 231.

          [17]Ver "¿Usas estas normas para interpretar la Biblia?", SDySM, I:35-39 e Introducción a la fe cristiana de este servidor, pág. 36-43.

     [18]Ver "La segunda venida y los errores según el Hijo del hombre", en DSySM, I:120-123.

     [19]Hobbs, H. H. An Exposition of the Gospel of Matthew (Grand Rapids: Baker Book House, 1965), págs. 341-342. An Exposition of the Gospel of Mark (1970), págs. 207-208. An Exposition of the Gospel of Luke (1966), pág. 299.

     [20]Otros definen "esta generación" en términos del tiempo cuando cumplirían sus palabras, pero esa interpretación es algo forzado.

     [21]El premilenialismo dispensacional a su vez se subdividen en tres: el pretribulacional, postribulacional y midtribulacional.

     [22]Ver "Preguntas y respuestas acerca de la Biblia" en DSySM, I:249-257.

     [23]Ver "La fe genuina y las obras" en DSySM, I:242-248.

     [24]Newport, J. W. El León y el Cordero (El Paso: CBP, 1989) págs. 247-250.

     [25]Compara los libros de Elisabeth Kübler-Ross y de Raymond Moody.

     [26]Ver "Las apariciones" en DSySM, I:276-285.

     [27]Ver "Compartiendo nuestra fe con los católicos", La Sana Doctrina, (Julio - agosto 1997).

     [28]Compara también la exposición de He. 12:1 en "Compartiendo nuestra fe con los católicos" La Sana Doctrina (Mayo-junio 1998).

     [29]Ver "El Pecado" en DSySM, I:223-232.

     [30]Dios Habla Hoy (n.l.: Sociedades Bíblicas Unidas, 1979), pág. 358 del N.T.

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