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El bautismo ¿nos convierte en hijos de Dios?” DSySM Tomo I:173-180.
Por:  Dr. Donald T. Moore

            El significado del bautismo en agua, un acto de gran importancia para el judeo-cristianismo desde los tiempos de Juan el Bautista, ha sido un frecuente asunto de controversia.  Aun durante el primer siglo los judaizantes trataron de imponer una nueva fórmula de la salvación que no fuera la apostólica[1], añadiendo otras condiciones a la fe en Cristo; exigían ritos y otras prácticas como requisitos de la salvación (Hch. 15; Gá. 1-6; Col. 2:16-23). La iglesia primitiva rechazó ese intento (Hch. 15:12-29), pero posterior a la época apostólica, hacia el final del siglo II y al principio del tercero, cogió auge la creencia de que el bautismo era esencial para convertir a uno en hijo de Dios o para lavar al pecador de sus pecados[2].

            De esa manera adquirió un significado esencialmente mágico, porque la administración de la ceremonia surtía un efecto regenerador sin la necesidad de una actitud de arrepentimiento y fe en el corazón del candidato al bautismo. Esta creencia en un bautismo regenerador en que hay una gracia especial y única que imparte el rito[3] ha perdurado hasta el siglo XX en muchas de las denominaciones que practican el bautismo infantil tales como la Iglesia Católica Romana, la Ortodoxa, la Luterana y la Episcopal (Anglicana). Otras que bautizan adultos comparten también la creencia en su poder salvador, incluyendo a la Iglesia de Cristo, la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo)[4] y la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días[5], mientras la Iglesia Bíblica Emanuel de Radio Iniciativa[6] de Juana Díaz no bautiza en agua. Esta iglesia justifica el descarte en parte, porque insiste que el bautismo siempre ha tenido el significado de perdonar pecado.

            ¿Tiene esta doctrina base en la escritura? Los partidarios de ella afirman que sí, y usan ciertos textos para comprobarlo. ¿Es cierto que estos textos afirman que el bautismo cristiano es esencial para el perdón de los pecados? Analicemos los pasajes claves.

 

El bautismo de Juan el Bautista (Mr. 1:4; Mt. 3:1) 

            Los partidarios del bautismo para lavar los pecados ven en el bautismo de Juan el Bautista clara evidencia de esta  posición ya que el significado del bautismo del precursor del Mesías era para el perdón o la remisión de los pecados.

            ¿Es esta interpretación acertada? Mr. 1:5 y Lu. 3:3 dicen que Juan predicaba "el bautismo del arrepentimiento para [eis] perdón de pecados" mientras en Mt. 3:2 Juan decía, "Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado." El v. 6 dice que "confesando sus pecados eran bautizados por él en el río Jordán". Lu. 3:10-14 da ejemplos explícitas de actos de arrepentimiento que Juan demandaba. De manera que el bautismo de Juan indicaba el arrepentimiento, la confesión del pecado y la necesidad de una limpieza moral como una preparación para recibir el reino mesiánico.  Demandaba la preparación para la salvación sin concedérsela.  Indicaba el fin del estado de las cosas que Dios condenaba sin reemplazarlo con el Reino de Dios; significaba el fin de la edad vigente poniéndolos a la expectativa de la nueva edad que había de venir sin iniciarla. Su bautismo de inmersión era una declaración pública de arrepentimiento en la presencia de toda la gente como testigos, una expresión de una resolución o una promesa de superación. El bautizado profesaba un cambio del corazón.

            Como acto profético simbólico con el fin de reforzar su mensaje estaba en la línea de sucesión de los profetas del Antiguo Testamento[7]. El símbolo representaba muy bien su mensaje, en parte a causa de las prácticas judías del lavamiento en agua y el bautismo de los prosélitos (gentiles). Significaba una limpieza interior y a la vez se asociaba con un nuevo comienzo. Era el arrepentimiento que se expresaba en el bautismo lo que producía el perdón. El bautismo era el medio que Juan utilizaba para estimular el arrepentimiento.

            Dicho de otra manera, el bautismo de Juan tuvo como base un llamamiento al arrepentimiento y la necesidad de renunciar el pecado con el fin de prepararse para la pronta venida del Mesías.  Desde el principio, todos los que honestamente acercaban las aguas del bautismo tenían que someterse al rito con una confesión sincera de sus propios pecados, con un deseo de obtener el perdón y con una creencia en el pronto advenimiento del Mesías. De modo que el bautismo de Juan significaba el arrepentimiento y la disposición de participar en el reino de Dios que estaba a la vuelta de la esquina. La esencia de su bautismo era preparatoria.

            Una vez que entendemos el significado del bautismo de Juan eso no nos explica el significado del bautismo cristiano. Los dos no se tratan de lo mismo. No debemos confundirlos.  El de Juan tenía validez antes de la muerte de Cristo.  Aun la Santa Trinidad estuvo presente en el momento del bautismo de Jesús, indicando su aprobación (Mt. 3:16-17). Pero después de la muerte sustitucionaria de Cristo dejaba de ser el bautismo vigente.  Por eso en Efeso Pablo rebautizó a diez hombres que ya habían recibido el bautismo de Juan (Hch. 19:1-5).  El bautismo cristiano tiene un significado muy distinto al de Juan.  Simboliza la obra redentora de Cristo -- su muerte, su entierro y su resurrección.  Representa, también, la muerte del cristiano a su vida vieja, su entierro y su resurrección a caminar en novedad de vida en Cristo (Ro. 6:4-6; Col. 2:12).  Está también implícita la fe en la resurrección venidera de los muertos (I Cor. 15:12-19).

            De manera que el bautismo de Juan en ningún momento da el significado de la ordenanza cristiana, ya que el "bautismo del arrepentimiento para perdón de pecados" de Juan era preparatorio y transitorio.

 

El nacimiento de agua (Jn. 3:1-18)

            Juan 3:5 es el texto clave de los sacramentalistas y su posición se mantiene o se desecha con él. Jesús le dijo a Nicodemo que tenía que nacer "del agua" para entrar el reino de Dios.  Según ellos el agua señala el bautismo como esencial al nacimiento del Espíritu. A menos que Nicodemo naciera por medio del agua del bautismo no podría entrar el reino de Dios.  El contexto en general del libro sugiere que agua quiere decir el bautismo, porque en el capítulo 1 Juan bautizó a Jesús en agua y en los capítulos 3 y 4 (3:26; 4:1) los mismos discípulos de Jesús practicaba un bautismo en agua que indiscutiblemente Jesús permitió.

            ¿Qué quiere decir nacer del agua en Juan 3:5? ¿Se trata de una alusión al bautismo y a su necesidad absoluta? ¿Es el agua o el bautismo un instrumento indispensable de la regeneración? ¿Es el bautismo el medio para efectuar cambios espirituales? ¿Es ilimitada la eficacia del bautismo?

            Hay muchos intérpretes, incluyendo bautistas, que entienden esta referencia al bautismo, aunque concluyen que no se trata de una parte del proceso de la regeneración.  Estos teólogos entienden que el bautismo es un símbolo o una manifestación externa de una realidad interna de lo que es nacer del Espíritu. Una de las bases principales de esta interpretación es la construcción gramatical del v. 5 que sugiere un nacimiento del "agua y Espíritu", ya que los dos nombres están unidos con una conjunción y una sola preposición (ek). Esta construcción con regularidad señala un solo acto mientras una repetición de ella sugiere dos. Juan Calvino insistía que "agua y Espíritu" se referían a lo mismo, es decir a la limpieza interna y la acción vivificadora del Espíritu en el creyente. B. H. Carroll también lo entendió como un solo acto. Visto así, Jesús dijo que uno tiene que nacer por medio del lavamiento del Espíritu Santo. 

            Surgen preguntas muy importantes acerca de la interpretación de agua como una metáfora o símbolo para el bautismo en su enfoque sacramental o simbólico. ¿Por qué únicamente en v. 5 menciona Jesús el agua? En v. 3 dice "de nuevo" (anothen = "de arriba") que se repite en v. 7, mientras en v. 8 aparece solamente "del Espíritu". ¿Por qué se menciona el agua nada más que una sola vez en las tres demandas de Jesús (vs. 3, 5, 7)?  Además en la última parte del diálogo Jesús no hace ninguna referencia a la regeneración por medio del bautismo en agua, sino procede a señalar la necesidad imperiosa de creer en el Hijo unigénito de Dios para la vida eterna y así evitar la condenación (vs. 16-17).

            ¿Usaría Jesús una figura referente al rito de bautismo con un fariseo practicante de las ceremonias legalistas, como el de lavar las manos, sin él comprenderlo?

            ¿A cuál bautismo se refiere? ¿al de Juan el Bautista o a la ordenanza cristiana o al sacramento? o ¿al primero que se transforma en un segundo? o ¿al de Juan y al cristiano -- como si fueran idénticos? Los capítulos anteriores se refieren exclusivamente al bautismo de Juan, pero difícilmente aquí se refiere a eso ya que el evangelio de Juan desde el prólogo en capítulo 1 menosprecia la importancia del profeta, y por ende, la continuidad de lo que él representaba. Esta subordinación de Juan a Jesús se ve en 1:26 y 33 donde se da solamente un leve énfasis sobre el bautismo de Juan como precursor. Evidentemente algunos de los recipientes del evangelio a finales del siglo I, posiblemente en Asia Menor, seguían todavía a Juan (compara Hechos 18-19). En capítulos 3 y 4 debido a que se menciona solamente para indicar un intento de suscitar un conflicto entre Juan y Jesús, la referencia sirve para acentuar la superioridad de Jesús y disminuir la importancia del bautismo de Juan cuyo rito ocupaba una posición intermedia, siendo evidentemente superior a las purificaciones de los judíos. 

            ¿Cómo puede el bautismo representar o efectuar un nacimiento espiritual? ya que el bautismo cristiano por inmersión en las escrituras normalmente se relaciona con la muerte y la resurrección tanto de Cristo como del creyente (Ro. 6:1-10). Además Jesús explícitamente asocia su muerte con un bautismo que a su vez los discípulos podrían experimentar (Lu. 12:50; Mr. 10:38). Definitivamente el bautismo simboliza con más naturalidad a la muerte que el nacimiento.

             ¿Se refiere el texto a tres diferentes tipos de nacimiento? ¿Al físico sugerido por Nicodemo, al del bautismo y al del Espíritu?   

       

            Si agua se refiere al bautismo, entonces ¿pasó Jesús por alto la pregunta de Nicodemo acerca de entrar otra vez en el vientre de su madre?

            ¿Por qué interpreta una parte del texto como símbolo y la otra como literal?  Si agua quiere decir bautismo, ¿conlleva innecesaria y arbitrariamente una interpretación literal y simbólica dentro del mismo verso? A la primera parte, donde aparece la referencia al agua, le dan una interpretación simbólica y, a la segunda parte, una literal.  Es más consistente la interpretación literal en ambas partes como es el caso de la interpretación del nacimiento natural. Además, el agua tiene una asociación casi universal con el nacimiento físico.

            ¿Por qué en ningún otro lugar en los cuatro evangelios especifica Jesús el bautismo como requisito para entrar en el reino de Dios? Esta sería la única referencia[8], mientras que con frecuencia en todos los evangelios señalaba la necesidad del arrepentimiento y la fe.

            Si el bautismo fuera un requisito para la salvación, ¿por qué Jesús no bautizó a nadie personalmente (Jn. 4:2)? El único pasaje que representa a Jesús como bautizando en su ministerio -- y eso simultáneo con la actividad profética de Juan (3:26--4:2) -- reitera la inferioridad de Juan a Jesús; no era nada más que el precursor o un amigo al novio. Cabe señalar, además, una característica significativa en el evangelio de Juan. En general hace poco caso de los ritos; no narra ni el bautismo de Jesús ni la última cena.  Si Jesús y el autor sagrado fueran sacramentalistas que veían estos ritos como medios de la gracia de Dios, ¿cómo se explica la ausencia clara y evidentemente planificada de ellos en el cuarto evangelio? Si se toma agua como símbolo de bautismo, ¿sugiere que no basta el bautismo solo sino hay que recibir también al Espíritu?  En ese caso la posición sacramentalista se cae, porque señala que el agua carece de valor ya que es el Espíritu que da vida.

            ¿Se funda una doctrina esencial para la salvación sobre alusiones o metáforas capaces de una variedad de interpretaciones? En Juan esta referencia al bautismo sería solamente alusiva más bien que directa. Es muy peligroso formular una doctrina central de la fe sobre la base de textos alusivos más bien que explícitos (compara también Tit. 3:5 y Ef. 5:26). En este caso se trata de una metáfora que es capaz de ser interpretada en múltiples maneras.  Se intensifica la duda en la interpretación como referente al bautismo por el simbolismo variado en Juan en cuanto al agua, los factores de contexto y gramática.  Y para los sacramentalistas ¡este es el texto clave!

            El contexto inmediato en Juan sugiere que nacer del agua significa el nacimiento físico[9]. Esto se ve primero en el contexto histórico de los judíos quienes se consideraban el pueblo escogido de Dios, los descendentes de Abraham, el único pueblo de Jehová. Si uno no era de ese pueblo, no pertenecía a Dios -- estaba sin esperanza en el mundo. La teología judía consideraba a un hijo de Abraham de hecho un hijo de Dios.  Cuando el Mesías llegaba, establecería el reino de Jehová en la tierra y recibiría dentro de él a los descendentes de Abraham. Era normal, entonces, de que Nicodemo tuviera un concepto etnocéntrico que daba al judío de nacimiento un lugar privilegiado en relación con el reino de Dios.

            Mientras en otras partes de los evangelios se contrarresta esta doctrina destacando el poder de Dios para levantar hijos de Abraham de las mismas piedras (Lu. 3:8; Mt. 3:9), aquí se realce la realidad de que eso en sí no capacita a uno para entrar el reino de Dios. Jesús le aclaró a Nicodemo que el nacimiento físico como descendiente no era suficiente; hacía falta algo más. Por su formación y sus supuestos religiosos la necesidad de otro tipo de nacimiento fue totalmente incomprensible para Nicodemo. Ya que compartía la valorización de sus contemporáneos, le quedaba nada más que la posibilidad de entrar otra vez en el vientre de su madre y nacer de nuevo[10]. En esta relación es significativo que el v. 6 sigue al v. 5, pues sugiere la práctica hebrea del paralelismo sinónimo en el cual riman las ideas y se repite el mismo mensaje a lo menos dos veces uno tras el otro, pero en diferentes palabras.  En este caso el v. 6, da una explicación más exacta: "Lo que ha nacido de la carne, carne es; y lo que ha nacido del Espíritu, espíritu es". Además, la orden sugiere que nacer de la carne es nacer de agua y nacer del Espíritu es el nacimiento del Espíritu Santo.

            De esta manera Jesús informa al fariseo que no es suficiente ser un descendiente natural de Abraham (compara Jn 1:12-13; 8:39; Mt. 3:9; Lu. 3:8; Ro. 9:7; Gá. 3:7; 2 Cor. 11:22). El nacimiento desde abajo tiene que ser suplementado por el nacimiento celestial desde arriba.  El hijo natural ha de convertirse en hijo espiritual para ser hijo de Dios. El hombre por medio de sus obras morales y rituales no puede convertirse en hijo de Dios, sino la regeneración es la obra del Espíritu Santo de Dios (compara Jn. 1:12).

            Dentro del evangelio de Juan la palabra "agua" tiene un uso variado.  A veces se utiliza como punto de partida al argumentar de lo inferior a lo superior (compara 2:1-11; 4:1-42; 7:37-39). Evidentemente aquí también existe una progresión de un nacimiento físico a uno superior, al espiritual. Reiteramos otra vez que después de aclarar la duda de Nicodemo sobre el nacimiento físico, Jesús no recurre más al simbolismo del agua. Todo su énfasis después de v. 5 descansa sobre el nacimiento del Espíritu.

            Concluimos, pues, que al principio de la conversación con Nicodemo Jesús especifica un nacimiento "desde arriba" que es espiritual (v. 3).  Nicodemo responde sugiriendo otro nacimiento, uno natural.  Luego Jesús detalle un nacimiento "de agua y del Espíritu", y aclara esa idea en el v. 5 que es clave para lo que precede y lo que sigue (vs. 4, 6).  De manera que el contraste claro está entre un segundo nacimiento físico y uno espiritual que viene desde arriba.  Se infiere, entonces, que hay que nacer físicamente antes de poder nacer espiritualmente, y de la misma manera que el físico le conduce al plano de la carne, el espiritual le introduce a las vivencias espirituales.

            ¿Es este segundo nacimiento opcional o exclusivo de Nicodemo?  No es ni opcional ni una necesidad exclusiva de Nicodemo, ya que Jesús puntualiza en vs. 3 y 7 la necesidad moral y espiritual para todos de un nacimiento desde arriba. El diálogo concluye al señalar la misión del Hijo del hombre en los versos que contienen el evangelio en miniatura (3:16-18).

 

El final del evangelio de Marcos (16:15-16)

            Según los partidarios del bautismo como una condición de la salvación otro texto que prueba su posición es Marcos 16:16 donde Jesús afirma quien "cree y es bautizado será salvado".

            Existen dos maneras de responder a esta interpretación de Marcos 16:16. La primera es entender todo el mensaje dentro de su contexto y la otra es desde el punto de vista de los manuscritos en griego.  Los dos enfoques nos llevan a la misma conclusión de que a base de este texto el bautismo cristiano no es una condición indispensable para la salvación. 

            Primero, v. 16 señala con claridad que la fe salva, no el bautismo, porque si un incrédulo se bautiza, eso no le salva ("el que no cree será condenado"), mientras la fe que lleva a uno a una obediencia en el bautismo en agua, salva.  Normalmente en el inicio de la vida cristiana, debe haber las dos cosas, la fe y el bautismo, aunque no tengan ni el mismo rango ni la misma orden de necesidad. Es una norma cristiana que una fe que salva le conduce al creyente a la obediencia en el bautismo que a su vez produce crecimiento en gracia. En v. 15 "Id...y predicad..." son mandamientos y, como en Mt. 28:19-20, "bautizar" tiene un rango inferior. Esto hace que predicar y creer sean más fundamentales que bautizar. Puede haber salvación sin el bautismo, como queda demostrado en el caso del ladrón arrepentido en la cruz, pero no pueda haber salvación sin la fe.  Por eso asegura que "el que cree y es bautizado será salvo" y "el que no cree será condenado" (Juan 3:17), pero no afirma en ningún momento que "el que no se bautiza será condenado". La fe es fundamental, ya que se afirma su necesidad tanto positiva como negativamente.  El bautismo no es indispensable, ya que se hubiera afirmado eso tanto positiva como negativamente, o aquí o en otro pasaje. De manera que el bautismo solo no basta; es una ceremonia que acompaña o evidencia la fe y que se practica como resultado de la fe en Cristo. La administración del bautismo sin la relación personal de fe no puede efectuar una unión espiritual con Cristo.

            Además Marcos 16:17-18 especifica ciertas señales que acompañan a los creyentes del evangelio. Entre ellas están el tomar serpientes en las manos y el beber cosa venenosa sin hacerles daño. Si a base del v. 16 alguien insiste que el bautismo es esencial para la salvación, entonces a base del v. 18, ¡debe tomar serpientes y cosa venenosa para evidenciar su fe!

            Segundo, los mejores y más antiguos manuscritos del Nuevo Testamento en griego hacen claro que se ha conservado el texto original del evangelio de Marcos solamente hasta 16:8[11]. Desde 16:9-20 tenemos una conclusión que evidentemente no formó parte del texto original del autor sagrado.  De hecho existe cuatro finales o conclusiones en los manuscritos y la incluida en las traducciones en español es solamente una de éstas, la única que hace referencia al bautismo. Esta tampoco aparece en los manuscritos griegos más antiguos del siglo IV, sino surgió por primera vez en los siglos V y VI.

            Esta falta de evidencia para su antigüedad se palpa con más claridad en algunas versiones de la Biblia en español que en otras.  La Versión Reina-Valera (1960 y 1909) no contiene ninguna indicación o explicación al respecto. Se ha incluido la conclusión como si fuera la única genuina y verdadera con igual confiabilidad en los documentos que los capítulos anteriores. Sin embargo, otras versiones más al día con la ciencia textual de la Biblia del siglo XX imprimen el texto desde 16:9-20 dentro de corchetes. Así hacen la Reina Valera Actualizada, la Versión Popular y el Nuevo Testamento ecuménico de 1968. Otra versión, la traducción del Nuevo Testamento por el bautista Pablo Besson, contiene una nota explicativa al final de v. 8[12].   

            ¿Qué significa la ausencia de estos versos en los manuscritos para la interpretación de este pasaje?  Significa para el que acoge a los principios básicos hermenéuticos que el buen intérprete de la Biblia no puede tomar este texto como uno fundamental para determinar su doctrina.  Hay que usar textos claros y definitivamente genuinos para fundamentar las doctrinas esenciales de la fe. En realidad este final no hace falta para la doctrina cristiana, porque si uno no lo acepta como escritura inspirada, no pierde ninguna doctrina esencial del pasaje, ya que las enseñanzas básicas aparecen en versos de incuestionable inspiración (compara Mt. 28; Lu. 24:50-53 y Hch. 1:8-11).

 

Pedro y su doctrina de bautismo (Hch. 2:38; 1 Pe. 3:21)

            Únicamente los dos textos claves usados por los creyentes en la gracia bautismal son analizados a continuación.

 

              La referencia en el libro de los Hechos: En el día de Pentecostés Pedro predicó un sermón que culpaba a los judíos por la muerte del Mesías.  Al final del mismo hizo un llamado a un cambio de forma de vivir:  "Arrepentíos y sea bautizado cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para [eis] perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo" (Hch. 2:38). Según los partidarios de la regeneración bautismal el apóstol condiciona el perdón del pecado y el recibimiento del Espíritu Santo en el bautismo.

            ¿Confiere el bautismo perdón de pecado y el don del Espíritu Santo? El significado de Hechos 2:38 gira en torno a la preposición eis en el griego. Se puede traducirla en diferentes formas "a", "contra", "de, "para", "por", "en", "ante", "con respecto a", "con referencia a", "sobre la base del" o "a causa del". La Versión Reina Valera Actualizada señala esto en una nota al pie de la página indicando que otras posibles traducciones son "por", "a causa del" o "sobre la base del".  La traducción de Pablo Besson usa "en".  En Ro. 4:20 "por [eis] falta de fe" significa "a causa de la falta de fe." Lu. 11:32 (compara Mt. 12:41) dice "...ellos se arrepintieron ante [eis] la predicación de Jonás."  Las personas no se arrepintieron con el fin de que Jonás les predicara, sino como el resultado de su predicación.  El sentido de Pedro es definitivamente el resultado [a causa de] y no el propósito [con el fin de]. Pedro dijo, "Arrepentíos y sea bautizado...con el resultado de o sobre la base del perdón de los pecados". La versión El Nuevo Testamento Viviente parafrasea este verso de la siguiente manera, "Cada uno de ustedes tiene que, arrepentido, darle las espaldas al pecado...regresar a Dios y bautizarse en el nombre de Jesucristo, si desea alcanzar el perdón de los pecados".

            Si entendemos este pasaje a la luz de esta aceptación de la preposición, entonces el mensaje de Pedro concuerda con el resto de las enseñanzas apostólicas en el Nuevo Testamento. Además aquí en Hch 2:38, el arrepentimiento es la condición principal y fundamental. Puede prometerse el perdón de los pecados a quien se bautiza, sólo porque el bautismo es la acción que expresa su arrepentimiento.

            No es posible a base de este verso afirmar que la iglesia primitiva normalmente recibía al Espíritu Santo con el bautismo en agua. Este es el único verso en todo el libro de los Hechos que explícitamente sugiere que el bautismo confiere el don del Espíritu. Pero la narración histórica por Lucas hace claro que el don del Espíritu Santo no siempre se recibía al momento del bautismo, sino en ocasiones antes del bautismo o después con la imposición de las manos. En el caso de la conversión de los samaritanos (Hch. 8-9) y de los discípulos efesios (Hch. 19) fue después de la administración del bautismo. En caso de Cornelio y sus compañeros (Hch. 10:44-48) fue antes. Además de esos tres incidentes en el cuarto caso (Hch. 2) los 120 no recibieron el don del Espíritu Santo en asociación con el bautismo en agua. Si Hechos 2:38 no fue determinativo para la experiencia en el día de los apóstoles, ¿cómo es posible insistir que así sea para nosotros en el día de hoy? ¿Será que Lucas relata estos casos con el fin de demostrar que lo que convierte a uno en cristiano es el don del Espíritu en vez de algún rito? No narra ni un solo incidente donde se otorgó el Espíritu mediante el bautismo en agua. Además es notable que los comités que investigaron las situaciones en Samaria (8:14-17) y en Cesarea (11:1-18) no manifestaron interés profundo en su bautismo en agua. Es evidente que Dios concedía al Espíritu en forma directa a base de la fe sin condicionarlo en el bautismo.

 

              La referencia en 1 Pedro: Los partidarios de la dádiva bautismal de la salvación insisten que Pedro demuestra la importancia del bautismo para ella, cuando, al hacer referencia a Noé y su arca, dice "El bautismo...os salva..." (I Pe. 3:21). Así indica que el diluvio es el antitipo del bautismo. Si eso quiere decir una copia de la figura original o algo logrado después de una actuación profética, entonces se destaca el poder salvador del agua. El agua salvó a Noé y a su familia (Gn. 6-9) haciendo flotar al arca que los cobijaba y destruyendo la generación desobediente que había probado su fe. De forma parecida el agua del bautismo levanta el arca de la iglesia cristiana y salva a sus miembros que creen al quitar de ellos sus impurezas[13].

            ¿Es esa la interpretación acertada? La palabra en griego en I Pe. 3:21 es baptisma, un nombre que sugiere el significado del acto -- no al acto mismo. El pasaje afirma por lo menos tres cosas acerca del significado del bautismo. Primero, el bautismo como figura (antitupon[14]) salva.  ¿Qué es esa realidad prefigurada?  ¿De qué se salvaron los ocho de la familia de Noé? El agua los levantó de las garras de la muerte. Los salvó de una muerte segura y de la destrucción por las aguas del diluvio. En el caso de ellos (v. 20) no se salvaron físicamente al estar adentro del agua, sino por estar en el interior del arca. Eso destaca el hecho de que ellos fueron salvados a través (griego: dia) de las aguas del diluvio al estar dentro del arca cuando todos los incrédulos en el agua murieron. Mientras los ocho ni siquiera se mojaron, los otros perdieron sus vidas. El arca[15] en la cual se refugiaron fue levantada y llevada arriba del desastre por las aguas del diluvio.  Fueron salvados por el agua que los sostenía.  En ese mismo sentido las aguas del bautismo nos salva figurativamente.

            Es esencial notar la idea central del versículo:  "El bautismo...mediante la resurrección de Jesucristo, os salva...." El bautismo cristiano al representar la resurrección de Jesús es una figura o símbolo de la salvación o la liberación de la muerte y la destrucción eterna. La resurrección de Jesús garantiza al creyente la novedad de vida y la vida eterna (1 Cor. 15:12-19).  Nos asegura una resurrección de la muerte, aunque el agua acabe con la vida terrenal.

            Por lo tanto, el bautismo cristiano simboliza el poder para salvar solamente como una figura, y no hay ninguna excepción. El bautismo es una gráfica de la salvación; como rito no la efectúa. El poder del bautismo es la resurrección de Cristo (compara Ro. 6:3-5). La ordenanza señala el poder del Señor que resucitó de la muerte redentora con el fin de rescatar al creyente del pecado y sus consecuencias e impartirle una nueva vida. Así le hace justo, dándole una "buena conciencia". No hay poder que pueda vencer al que haya recibido el bautismo cristiano, porque la victoria del Cristo glorificado al ascender al cielo está completa y nos asegura una participación en el último día de la resurrección. El bautismo no tiene eficacia aparte de la resurrección de Cristo.

            La segunda cosa que el pasaje nos dice del significado del bautismo es que el acto no quita las impurezas de la carne. Pedro añadió esa explicación para evitar a que alguien pensara que el rito tuviera eficacia mágica que pudiera hacernos partícipes de la plena salvación. No es una ceremonia que purifica como en el judaísmo donde un rito puede significar una purificación externa y física o entre los paganos donde las consagraciones producen efectos mágicos. Los ritos y las ceremonias del Antiguo Testamento "purificaban el cuerpo y de esa manera suprimía la contaminación ritual que impedía el acceso" a Dios; no purificaban el corazón o quitaban los pecados. Servían de símbolos de la purificación que Dios mismo efectuaba sin el rito. El bautismo cristiano no es la aplicación del agua a la carne para su purificación o su regeneración. Es un cuadro simbólico y dramático de la redención de cada creyente.  De ninguna manera se trata de un bautismo con un efecto regenerador.       

 

            La tercera es que el bautismo es una apelación u oración ["respuesta"] a Dios de una buena conciencia. De un lado se ha interpretado esto a significar que el bautismo es un medio para presentar evidencia del rendimiento en fe y obediencia a Dios y del otro que el bautismo es "la promesa a Dios que procede de una buena conciencia". En este último caso el bautismo se trata de una respuesta o promesa positiva a la insistencia de Dios a que creamos y obedezcamos. ¿De qué clase de conciencia es ésta?  Básicamente se trata de una que no siente dolor, una inocente por no haber cometido actos indebidos, malos o incorrectos (compara 3:16), una purificada por medio de un entendimiento correcto del pecado y una fe en la persona y la obra del Salvador, una que se da cuenta de la realidad del perdón divino. Para ser la respuesta de una buena conciencia se necesita el arrepentimiento, la fe y la regeneración de antemano.

            Es esencial encajar el argumento de Pedro dentro del contexto del último párrafo de este capítulo (vs. 18-22). V. 18 recalca la muerte de Cristo una sola vez y la resurrección en el espíritu, e insiste que en esa ocasión el Mesías proclamó su liberación o victoria lograda ya sobre la muerte y el pecado al mundo de los espíritus que posiblemente se refieren a los seres sobrenaturales. Pedro aprovecha la mención del arca para hacer otra comparación. Los que recibieron el bautismo, la promesa de una buena conciencia hacia Dios, podrían confiar plenamente en su propia victoria sobre cualquier poder maligno, porque el mismo Jesús, el resucitado, también ascendió al cielo sujetando todos los poderes que podrían retar al cristiano.  Por lo tanto aunque el cristiano fuera amenazado por el dolor, el sufrimiento o la persecución, no habría porqué preocuparse, pues la victoria final descansaba en las manos del que venció la muerte por medio de la resurrección al cual el bautismo sirve de figura. Los discípulos ahora podrían confrontar con valor y denuedo cualquier persecución auspiciada por los secuaces de los ángeles caídos, porque el Cristo, en cuyo muerte y resurrección fueron bautizados, triunfó sobre todos sus enemigos (compara la certeza de victoria en Ro. 8:31-39). Este pasaje subraya la esperanza del cristiano en el medio del dolor. La victoria sobre la muerte ya simbolizada en el bautismo es una realidad viva en el porvenir del creyente.

            Cabe señalar, además, que contrario a los que entienden este pasaje como un apoyo a la doctrina de la salvación dada en el bautismo, su lección principal es una negación rotunda de que la parta externa del bautismo constituye su esencia y su poder. Niega el concepto mágico sacramental de que el bautismo regenera a todos, tanto infantes como adultos. Su eficacia no tiene nada que ver con la aplicación del agua a la carne, pues la posibilidad de crecimiento en gracia se encuentra en la promesa de fe y obediencia indicada por el acto. Y todo eso depende del poder salvador de Jesucristo a través de su resurrección y su aplicación al individuo.  Tampoco la respuesta dada por el creyente a Dios es lo que salva, aunque sea un acto esencial, sino el Señor resucitado es el que efectúa la salvación.

Pablo y las citas relevantes

            Los partidarios del bautismo como medio del perdón de los pecados señalan la orden de Ananías a Pablo como otro texto significativo: "'Levántate y bautízate, y lave tus pecados, invocando su nombre'" (Hch. 22:16).  Si Pablo debía ser bautizado para el perdón de sus pecados, entonces el bautismo tiene el mismo significado para nosotros hoy.

             Para contestar este argumento notemos primero que esta parte del testimonio de Pablo (22:6-16) está ausente en las otras dos narraciones de su conversión (Hch. 9:1-19; 26:12-20). Aquí la estrecha asociación del bautismo con lavar los pecados puede indicar de que se trata de la ocasión cuando los pecados fueron lavados o de que la ceremonia externaliza la decisión ya manifestada en su corazón. Era el momento oportuno para el bautizado invocar al Señor, pidiéndole misericordia y era el instrumento por medio del cual se entregaba a aquel cuyo nombre se invocaba sobre él.

 

            Es esencial señalar que según Ananías era indispensable acompañar la acción con la invocación del nombre del Señor. La invocación del nombre de Jesús o la confesión del nombre por el bautizado manifestaba una expresión explícita de su fe; evidenciaba con claridad y sin titubeos la unión del bautizado con Cristo. Era esencial, porque solamente al invocar el nombre se encontraba bajo el poder de su redención. Solamente así podría asegurarse de que los pecados fueran lavados. De hecho la promesa en Joel 2:32, repetida por Pedro en el Día de Pentecostés y por Pablo en Ro. 10:13, sugiere que la invocación es más fundamental, ya que no se limita al momento del rito del bautismo exclusivamente, como demuestra Esteban en el momento de su muerte (Hch. 7:21). De manera que "el hombre no logra lavar sus pecados por medio del agua sino por la invocación del nombre del Señor. El contacto decisivo con el Señor que produce su purificación no lo logra por el rito en sí, sino por su actitud y su entrega (que el rito facilitó y a las que dio expresión)". 

            Es significativo que en los Hechos se refiere a cristianos como "los que han creído en el Señor" y "los que invocan el nombre del señor", pero nunca como "los bautizados".  Por lo tanto los primeros cristianos no se caracterizaban principalmente por el bautismo sino por la fe. El bautismo en agua es el acto de fe y su culminación, la expresión de arrepentimiento y el vehículo del compromiso. Sirve de expresión a la fe; sin fe el bautismo carece de significado. El bautismo no transmite ni confiere el Espíritu Santo; tampoco efectúa el perdón de pecados. Puede simbolizar la purificación, pero el arrepentimiento y la fe hacen posible el perdón, y es el Espíritu Santo quien lo transmite, lo confiere y lo efectúa.

            Esta es la segunda de dos referencias en los Hechos (compara también 2:38) que los partidarios de la regeneración en el bautismo subrayan, pero es significativo que de las 21 veces en Hechos donde aparece la palabra baptizo, únicamente estos dos se señalan como pruebas de su tesis. Podríamos también señalar dos pasajes en los Hechos que mencionan al perdón del pecado sin hacer referencia implícita o explícita al bautismo. Hechos 3:19a dice, "...arrepentíos y convertíos para que sean borrados vuestros pecados" y Hechos 10:43 dice, "...todo aquel que creen en él recibirá perdón de pecados por su nombre." Concluímos, pues, que a base de dos pasajes en los Hechos no es apropiado formular una doctrina de que el bautismo sea necesario para la salvación.  

            Cabe señalar, también, que desde el punto de vista de las normas básicas de la interpretación bíblica es esencial reconocer que Hechos narra la historia de un período en transición.  Como tal no forma lo que llamamos kerigma, o la proclamación apostólica impartida con el fin de instruir o enseñar doctrina a la iglesia primitiva.  Las referencias tienen que ver con narraciones de eventos más bien que con instrucción doctrinal. Por lo tanto, no es apropiado formular una doctrina cristiana sobre datos históricos sin importar si estén de acuerdo con textos escritos explícitamente para la edificación.     

            Los partidarios de la gracia salvadora por medio del bautismo señalan también a Tito 3:5. Algunos afirman que el bautismo se llama "el lavamiento de la regeneración", no solamente porque lo simboliza o señala, sino porque, y principalmente, porque lo efectúa. Eso significa que el bautismo es una purificación interna de verdad. Martín Lutero en su Catecismo Pequeño afirmó que el bautismo obra el perdón de pecado, rescata de la muerte y del diablo y da salvación eterna a todos los que creen, tal como las palabras y promesas de Dios declaran.

            Notemos primero que el texto afirma que nuestro Dios "nos salvó, no por las obras de justicia que nosotros hubiésemos hecho, sino según su misericordia; por medio del lavamiento de la regeneración y de la renovación del Espíritu Santo, que él derramó sobre nosotros abundantemente por medio de Jesucristo nuestro Salvador". El énfasis principal del pasaje es que Dios hace todo por nuestra salvación mediante el Salvador.  Dios nos salva de acuerdo a su gracia. "Nos" se refiere a los insensatos, desobedientes, extraviados y esclavos del placer.  No se logra la salvación por medio de nuestras obras morales o rituales. "Las obras de justicia" evidentemente incluía obras rituales practicadas por los hombres religiosos. Cuando Jesús se bautizó, se refirió al propósito de su bautismo como el de "cumplir toda justicia". Someterse al bautismo era una obra de justicia.  Por lo tanto, la salvación no se logra por rito eclesiástico humano alguno. El agente de esta salvación es Dios nuestro Salvador, el Espíritu Santo y Jesucristo nuestro Redentor.

            ¿A qué se refiere "lavamiento de la regeneración"? ¿Alude loutrón [lavamiento] al bautismo en dicho pasaje? Esta es la interpretación de muchos. Si se refiere al bautismo, entonces no se trata de un bautismo necesario para la salvación, sino uno que evidencia su existencia ya mediante la fe. Sería como figura de la obra de Jesucristo y no como medio de quitarnos los pecados o impartir una gracia salvadora. Otros comparan este verso con Ef. 5:26, donde dice que la iglesia fue purificada "en el lavamiento del agua con (por) la Palabra" y con Juan 15:3 donde Jesús afirma que los discípulos están "limpios por la palabra". Además, Santiago 1:18 dice que el Padre los hizo nacer de la palabra de verdad. Concluyen, entonces, deduciendo que el lavamiento de la regeneración se refiere a la palabra, como agente o instrumento del renacimiento, y no al bautismo.

            Pero ¿pudiera referirse al renacimiento hecho posible por medio del Salvador que vertió su sangre en la cruz? Todo es obra de Dios -- la salvación, la regeneración, la renovación -- y "La sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado" (1 Jn. 1:7). Son notables las referencias al lavamiento de nuestras vestiduras en la sangre del cordero (Ap. 1:5; 7:14; 22:14), aunque los mismos vocablos griegos no se usan, la figura o metáfora es esencialmente la misma. Sería aun más claro si la conjunción kaí se tradujera como "aun". Entonces, la figura se refiere a la acción del Espíritu Santo de Dios en relación con la sangre del Salvador derramada abundantemente sobre nosotros. De manera que el Espíritu Santo hace el lavamiento, ningún instrumento humano o ceremonia produce los efectos espirituales simplemente por la celebración del rito conforme a unas reglas ya establecidas.

            Si el bautismo fuera esencial para la salvación, ¿por qué el apóstol Pablo, después de haber ganado muchos conversos en Corinto (Hch. 18:8), estaba más que contento de que no había bautizado más de cuatro o cinco de ellos (I Cor. 1:14-17)? ¿Por qué afirmó categóricamente que no fue enviado para bautizar sino a predicar el evangelio? Si efectuaba el perdón de pecado, ¿por qué no lo incluyó como parte de las buenas nuevas del evangelio de Jesucristo (I Cor.1:14-17)?

            Cabe señalar, además, que para Pablo la expresión decisiva de la fe es el bautismo (compara Gá. 3:27; Ro. 6:1-10; Col. 2:11-12). En un sentido el bautismo era señal de la conversión, fue el acto de pública profesión de fe, de una confesión pública de su lealtad a Jesús y su obediencia a él y el símbolo de la admisión a todos los privilegios de la comunidad cristiana.

 

Conclusión

            La Biblia se refiere al bautismo dentro de varios contextos. Se asocia con la fe y la salvación (Mar. 16:16), con el arrepentimiento y el perdón de los pecados (Hch. 2:38) y con la oración y el lavamiento de los pecados (Hch. 22:16). En contraste el arrepentimiento sin la mención del bautismo se asocia con la nueva vida o la salvación. La fe sin la mención del bautismo frecuentemente se asocia con la salvación (Jn. 3:16; 5:24; 1 Jn. 5:10-11). Esto nunca se hace del bautismo. El arrepentimiento y la fe están vinculados con la salvación en pasajes donde el bautismo no se menciona, sin embargo, el bautismo nunca aparece en tal vinculación si no es en conjunto con el arrepentimiento o la fe[16] la cual es un lado de la misma moneda donde el arrepentimiento es el otro.

            Además, Romanos 6:1-11, el análisis más profundo del significado del bautismo, destaca su relación con la muerte y resurrección de Cristo y del creyente sin hacerlo un requisito de la regeneración. Está claro que el bautismo como ceremonia no efectúa el perdón. De hecho Pablo advierte a los corintios sobre la trampa de una fe en la eficacia del rito (1 Cor. 10:1-5). Al tratar de corregir una interpretación equivocada acerca de los ritos, llámase ordenanzas o sacramentos, señala el peligro de la actitud sacramental, supersticiosa o mágica hacia el bautismo en particular en la cual creen que les sirve como un amuleto o un encantamiento para protegerles del juicio de Dios, o por implicación, del maligno y su poder. Demuestra como el "bautismo en Moisés" de los Israelitas en la nube y en el mar no evitó su desastre en el desierto. De la misma manera tampoco un bautismo en nombre de Jesús automáticamente les protegería del castigo merecido de Dios. No es cierto entonces que "no le puede ser dado más de lo que le es dado en el bautismo", pues el poder del Cristo resucitado puede más.

 

     [1]Vea La Sana Doctrina (III:2, Mar.-Abril, 1988).

     [2]De esta idea del significado del bautismo surgieron dos doctrinas relacionadas, los diferentes modos de practicarlo y el bautismo infantil, porque si el bautismo era necesario para la salvación, siendo el medio de la regeneración, entonces los enfermos, los moribundos, los infantes tenían que ser bautizados de algún modo cuanto antes. Si no podrían ser sumergidos, había que alterar la forma de su aplicación.

     [3]James G. Dunn en su libro El Bautismo del Espíritu Santo usa "la palabra 'sacramentalista' para describir el punto de vista que considera al bautismo con agua como el centro de la conversión-iniciación, de manera que el perdón, el don del Espíritu, la asociación con Cristo..., llegan a ser una función del rito y puede decirse que éste los produce o los transmite" (13).

     [4]Alejandro Campbell dio a las últimas dos su teología formativa durante el siglo XIX.  La Iglesia de Cristo se considera más conservadora y la otra permite mucha más libertad al individuo en las convicciones de sus miembros.

     [5]El cuarto Artículo de Fe de los mormones estipula el "Bautismo por inmersión para la remisión de pecados" como el tercer principio y ordenanza de su evangelio.

     [6]Grace Gospel Fellowship, un grupo dispensacional y premilenialista, data desde 1944 en Evanston, Illinois.  Sus miembros creen en un "bautismo divino" en vez de uno en agua.

     [7]Compara, por ejemplo, las acciones simbólicas de Isaías y Ezequiel. Para los profetas sólo el arrepentimiento traía como consecuencia el perdón.

     [8]Es significativo que en los evangelios sinópticos faltan instrucciones detalladas sobre el bautismo o un mandamiento para bautizar en relación con las misiones o campañas en Galilea de los doce y de los setenta.  No se menciona en las narraciones de las grandes confesiones de fe y del perdón de los pecadores tales como Leví, Zaqueo y María Magdalena.  Tampoco aparece una exposición de su significado e importancia en la vida del reino.  Todo esto constituye una advertencia seria en cuanto a cualquier intento de hacer el bautismo esencial para la salvación o un rito sobrenatural que da la gracia salvadora.  De igual manera el apoyo de nuestro Señor al bautismo de Juan y su reto a los fariseos a reconocerlo como proveniente del "cielo" nos advierta en contra de su menosprecio como algo sin importancia. La fe que salva debe expresarse en el bautismo y en una vida moral.

 

     [9]78-72, Herschel H. Hobbs, An Exposition of the Gospel of John (Grand Rapids: Baker Book House, 1968).

     [10]Nicodemo no compartió en ningún momento el pensamiento oriental de la reencarnación (vea La Sana Doctrina, V:1, (enero-feb., 1990).

     [11]259-261, Herschel H. Hobbs, An Exposition of the Gospel of Mark (Grand Rapids: Baker Book House, 1970).

     [12]Las traducciones más recientes en inglés normalmente señalan esta realidad en los documentos griegos.

     [13]I:424-25. "Lutheran View", International Standard Bible Encyclopedia, por F. W. Bromiley.

     [14]La frase "que corresponde a" es literalmente "antitipo" que quiere decir la realidad prefigurada o representada por el tipo.

     [15]Algunos sugieren que el arca representa a Cristo; en ese caso se salvan pasando por (griego: dia) el agua al estar en Cristo.  Además si la palabra "figura" se refiere al arca o estar en Cristo, entonces el bautismo es una figura -- no un sacramento que proporciona una gracia divina generadora -- de lo que Jesús hizo por nuestra salvación y lo que él hace dentro del creyente.

     [16]En Hechos, por ejemplo, en general la fe y el bautismo se encuentran estrechamente vinculados (2:38, 41; 8:12, 13; 8:37, 38; 16:14,15, 31-33; 18:8). El bautismo era necesario para expresar el compromiso, sin el cual no podía decirse que en verdad habían creído. El bautismo siempre está mencionado en relación con alguna otra actitud (el arrepentimiento en Hch. 2:38) o acción (la invocación de su nombre en Hch. 22:16). Pero mientras que nunca se especifica el bautismo en agua como único requisito previo para recibir el perdón, Lucas se refiere en muchas ocasiones al arrepentimiento o a la fe como única condición previa (Lc. 5:20; 24:47; Hch. 3:19; 5:31; 10:43; 13:38; 26:18; compara 4:4; 9:35, 42; 11:21; 13:48; 14:1; 16:31; 17:12, 34). 

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