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Sobre el manto sagrado de Turin…” Tomo IV:1, 27-30
Por:  Dr. Donald T. Moore

"Pilato se sorprendió de que [Jesús] ya hubiese muerto. Y llamando al centurión, le preguntó si ya había muerto. Una vez informado por el centurión, concedió el cuerpo a José. Comprando una sábana y bajándole de la cruz, José lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro que había sido cavado en una peña. Luego hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro" (Mr. 15:44-46).

            Son muchos los que reclaman que esta sábana[1] que envolvió el cadáver de Jesús se conserva en la Catedral de Turín, capital piamontesa, en el noroeste de Italia bajo el custodio del arzobispo Severino Poletto. En 1998 se exhibió el lienzo con la figura de un muerto con manchas de sangre. Millones de personas, inclusive el mismo Papa, la veneraron, la mayoría de las cuales lo hicieron para "obtener gracia en la presencia de la tela que Jesús dejó atrás cuando resucitó el tercer día."[2] Lo hicieron a pesar de que en 1988 pequeños pedazos de media pulgada por una pulgada de la tela fueron enviados a tres laboratorios en Zurich, Oxford y la Universidad de Arizona para fecharla mediante el proceso de carbono 14. Con unanimidad los tres concluyeron que el manto no era más vieja que finales de la Edad Media. Así que "la prueba del carbono 14 determinó su procedencia medieval .... La Iglesia, sin embargo, consideró que el sudario debía seguir siendo objeto de culto y veneración."[3]  Aunque la reacción oficial al principio de parte de la jerarquía católica fue favorable, otros creyeron que los resultados científicos fueron tramados mientras otros han argumentado que eran erróneos debido a la contaminación de las telas analizadas.

            En 1898 cuando se tomó la primera foto del manto con una cámara, se sorprendieron todos a descubrir que la imagen en la sábana era una negativa más bien que positiva, y la foto presentaba detalles con más claridad que el ojo veía en la misma tela. "La Sábana es un lienzo de 1.36 metros de largo por 1.10 de ancho, con unas huellas de color sepia que dibujan, en negativo, dos siluetas humanas de tamaño natural pegadas por la cabeza y que, según la tradición, habrían cubierto el rostro de Cristo." Subsequentemente, se dieron cuenta de "la herida de la lanza en el pecho y el regajo de sangre donde una corona de espinas pudo haberle picado" causándole a sangrar (56). A base de todo esto la conclusión es obvia: la sábana en sí es un negativo fotográfico.

            En 1978 la Iglesia Católica permitió a unos investigadores científicos de varios países examinar el lienzo con su tecnología más reciente. Entre sus descubrimientos fueron: que la sábana estuvo en contacto directo con un cuerpo humano y que evidentemente la sangre era real. No detectaron evidencia alguna de que la imagen fuera pintada por método artístico conocido en el primer siglo o la Edad Media.

            Wilson, un historiador e investigador educado en Oxford, sugirió cómo posiblemente la figura en el sudario originó. Dijo en su libro The Shroud of Turin de 1978 que "En la oscuridad de la tumba de Jerusalén el cadáver de Jesús reposaba, sin ser lavado, cubierto de sangre, encima de una plancha de piedra. De repente hubo una explosión de poder misterioso del cuerpo. En ese instante la sangre desmaterializa, disuelta tal vez por el 'flash,' mientras que su imagen y el de su cuerpo se fusionan indeleblemente con la tela, preservando por la posteridad una foto literal de la Resurrección" (57).

            Además, Wilson afirmó que "Basado en la evidencia médica y otra información, la imagen parece ser de alguien crucificado a la manera de Cristo" la cual no concuerde con las pinturas de la Edad Media, porque los clavos están metidos en las palmas y no las muñecas como fue la práctica romana del siglo I. Asimismo en el manto la sangre "humana" descorría conforme a las leyes de la fisonomía las cuales se desconocían en los tiempos de Jesús y la Edad Media. Además, la retención del color rojizo por milenios es típica de una muerte traumática. También existe una sorprendente cualidad de tres dimensiones del negativo fotográfico de la imagen. Concluyó Wilson en su último libro The Blood and the Shroud que de la misma manera que el Taj Mahal no fue un accidente geológico tampoco fue la imagen del sudario el producto de un engaño medieval, sino la sábana tuvo que haber estado en "contacto con un cadáver real" (57).

            En "In search of the Historical Jesus," un documental fílmico que rodaba en los cines de la nación a finales de la década de los 1970 y al principio de la siguiente, unos eruditos sugirieron que posiblemente el mismo poder o virtud que entró al cadáver de Jesús haciendo posible su resurrección fue la misma energía que produjo las marcas del cuerpo del hombre en la sábana en forma negativa. Subraya el documental la idea de que no debía ser considerado una reliquia para ser adorada o venerada sino solamente un artefacto adicional para evidenciar la vida histórica de Cristo. Asimismo un estudioso religioso en la pasada década sugirió que "Si la sábana tiene un significado, lo tiene porque habla a nosotros de los sufrimientos como ningún otro imagen hace ... en el mejor de los casos la sábana es solamente un signo de nuestra fe y esperanza en Cristo. El y solamente él es nuestra posesión más grande y más cara" (61).

            Aunque los exámenes del carbono 14 en 1988 señalaron una fecha en la Edad Media para su origen, existe la posibilidad de que hubiera contaminación bacteriológica de las fibras que acumuló durante los siglos que no permitiera las pruebas a acertar y causó los errores en el proceso de fecharla mediante carbono 14.

            Aunque uno admite la posibilidad de tal error en los exámenes científicos y por ende la posibilidad en el futuro de constatar una fecha de origen en el siglo I, no sería posible comprobar empíricamente que la imagen fuera la de Jesús de Nazaret, pues debería haber cientos, aun miles de hombres clavados a las cruces romanas en el Imperio Romano en el primer siglo, aunque no todos dejarían las mismas marcas y manchas que éste. No obstante, hay una conclusión definitiva. Si la sábana sea genuina o no, no debe verse como un objeto sagrado para ser venerado o adorado. Al probarse genuino, sería nada más que un artefacto adicional que sirve de evidencia para constatar la vida histórica de Jesús, aunque en realidad no hace falta más evidencia para comprobarla, porque existe más de lo suficiente con los varios escritos antiguos judíos, paganos y cristianos. La gracia de Dios no emana del manto como una cosa mágica.[4] Aun durante los días de su carne, Jesús se oponía a que su ropa (Lu. 8:45; Mr. 5:30) o su persona fueran vistas (Jn. 20:17) como objetos santos que emanaban poder automático al usar cierta fórmula. Tampoco la sábana es un medio a través del cual podamos recibir una porción o cierta cantidad de la gracia de Dios.

 

     [1]Jesús dejó en la tumba tanto una sábana como un "sudario que había estado sobre su cabeza, no puesto con los lienzos, sino doblado en un lugar aparte" (Jn. 20:6-7). En una caja de cedro en la Catedral de Oviedo en España se conserva una tela 2 por 3 pies que algunos creen ser el sudario mencionado por Juan. Según informes se sacó de Jerusalén c. 614 d.C. cuando la ciudad fuera atacado por Persia. Vía una ruta por el norte de Africa llegó a Oviedo donde ha estado desde 1113. Aunque no existe imagen visible en la tela, unos investigadores concluyeron que tiene varias manchas de sangre parecidas a las del manto de Turín. Quizá indica que las dos telas tocaron la misma cabeza (59).

     [2]Van Biema, David. "Science and the Shroud," Time (20 abril 1998), 54 (52-61).

     [3]"Peligra el Sudario de Turín," El Nuevo Día, 8 de marzo de 2000, 69.

     [4]Ver "La magia y el cristiano," Las Doctrinas Sanas y las Sectas Malsanas, I:64-69.

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