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“La ciencia no siempre tiene la razón,” SD Ene-feb, 2015, 10-13
Por:  Dr. Donald T. Moore

            Un artículo reciente en una revista publicada en México[1] aborda el tema de los fraudes científicos dando ejemplos de por lo menos diez científicos que hacían trampas. Los ejemplos no tienen que ver con errores sino de mentiras deliberadas. Provienen de diversos continentes y países del mundo y los científicos representan una variedad de campos científicos. Aun en varios casos el sistema científico para detectar los fraudes falló en reconocer las trampas e hizo público sus alegados hallazgos y aun en algunos casos unas revistas científicas circularon artículos en sus publicaciones acerca de los alegados hallazgos. Esto hace claro que las disciplinas científicas no tienen una manera perfecta para prevenir los engaños de los profesionales.

            Los científicos proceden de los tres continentes de Asia, Europa y América del Norte incluyendo los países de Jordania, Japón, Correa del Sur, China, Bulgaria, Austria, Noruega, Alemania y Reino Unido y algunas revistas científicas de EE.UU. y el Reino Unido circulan estas falsedades. Además, proceden de diferentes campos como la medicina, la biología, la física, la arqueología, la química y otros. Esto hace claro que se trata de un problema que permea las ciencias y está cometido por algunos científicos con buenas reputaciones profesionales y casi todos educados en el sistema de educación prevaleciente en el mundo moderno y posmoderno. Aunque todos los casos ocurrieron durante los últimos dos siglos, se pudo haber incluido un número considerable de errores perpetrados desde el nacimiento de la metodología de las ciencias empíricas.

Ejemplos específicos

            El escrito mencionó tres áreas principales durante los siglos XIX al XXI: la arqueología, la física y la biología. En la arqueología está el ejemplo del engaño del hombre Piltdown que se trataba de “un cráneo con apariencia de hombre, mandíbula de primate y dentadura desgastada (signo encontrado en fósiles humanos).”[2] Este fraude científico, uno de los más conocidos, fue un embuste intencional para corroborar teorías de la evolución de Carlos Darwin. Otro ejemplo parece “comprobar la vieja teoría evolutiva de Jean-Baptiste Lamarck [ya refutada e invalidada]: los seres vivos heredan las modificaciones que sus antecesores adquirieron debido a los cambios en el entorno.” El biólogo inyectaba tinta negra debajo de la piel de sapos parteros para proveer la evidencia que quería encontrar y que hacía falta en la naturaleza.[3] Un tercer ejemplo de fraude fue la formación de un animal imaginario, “un supuesto eslabón entre las aves y los dinosaurios” que le hacía falta a la teoría de la evolución. En este caso algunos fósiles fueron pegados para que sirvieran como ejemplos donde combinaban las características de los huesos de ave y de dinosaurio. Después de la publicación del supuesto encuentro la revista National Geographics tuvo que retractar su apoyo público ya anunciado como un hallazgo verdadero. El cuarto ejemplo de fraude fue para constatar la antigüedad de la prehistoria del país nativo del científico que “escarbaba la tierra para hacer los hoyos, luego enterraba los artefactos que llevaba en una bolsa, tapaba el agujero y pisaba el bulto de tierra para aplanarla.”[4] Luego anunció el alegado hallazgo científico. Es notable que tres de cuatro ejemplos en este campo, o sea, más de la tercera parte de los ejemplos de fraudes tienen que ver con el esfuerzo de fortalecer o comprobar la teoría de la evolución vinculada con Carlos Darwin (1809-1882).

            En el área de la física, un científico reclamaba tener un programa de computadora “para descubrir nuevos elementos” químicos. Ya había colaborado en el hallazgo de los tres elementos designados como 110, 111 y 112 de la tabla de los elementos. Luego se publicaron unas revelaciones donde reclamaban el descubrimiento del elemento número 118, cosa que se publicó en una revista científica. No obstante, posteriormente se comprobó ese reclamo un fraude.[5] Otro ejemplo de un físico cuyo primer estudio fue publicado por la prestigiosa revista Science reclamaba la posibilidad de “sustituir el silicio por moléculas, para elaborar chips de computadora más pequeños y eficientes.” Pero el científico no pudo proveer la prueba empírica necesaria para constatar ese reclamo, pues fue otro fraude.[6]

            En el campo de la medicina también ha habido varios fraudes impactantes en estos tres últimos siglos. Probablemente el caso más conocido fue el reclamo que “había clonado por primera vez células embrionarias humanas, y… que había clonado células de varios pacientes.” Se publicaron artículos en la revista Science entre 2004 y 2005. Con el tiempo se comprobó que el científico responsable había falsificado la data, pues “la información genética no coincidió con el ADN” de los supuestos donantes y había alterado fotografías y gráficas. El científico surcoreano admitió “la farsa y su conducta antiética.”[7] Otro ejemplo fue llevado a cabo por un médico que “robaba fragmentos de investigaciones publicadas en algunas revistas especializadas” reclamándolas como sus hallazgos. Se descubrió que era un impostor, pues cometía plagio.[8] Otro ejemplo en este campo fue de un odontólogo que publicó en una revista especializada de su campo. Afirmaba que “podían reducir el riesgo de padecer cáncer bucal, enfermedad en la que tejidos malignos crecen en cualquier parte de la boca o la garganta.” Luego se descubrió la falsificación de los expedientes de los pacientes citados como ejemplos del alegado hallazgo en el artículo.[9]

Las motivaciones por el fraude

            ¿Cuáles son las motivaciones de estos científicos y otros por el fraude? Son varias. A veces se trata de una ambición de ser reconocido en su campo de especialización. En otros casos “lo hacen a cambio de más apoyo económico para sus investigaciones, un nivel académico elevado, mantener su empleo, hacer negocio con empresas privadas, o razones intrínsecas como la simple satisfacción del ego o padecer inestabilidad mental.” Aunque la motivación sea individual, comoquiera la falsificación afectó su campo y a otros científicos que resultaron engañados por un tiempo. Cabe señalar que los campos de la ciencia no son los únicos campos donde ocurren fraudes. No obstante, ese hecho no es excusa para los engaños en este campo y a la vez hace claro que no siempre la ciencia y sus teorías deben ser el criterio de la verdad, pues no siempre tienen la razón. De hecho la verdad científica, conforme a su metodología, siempre sólo provee probabilidades en vez de verdades absolutas. Además, sus resultados no son siempre objetivos como a veces reclaman, pues otras motivaciones subjetivas afectan los resultados de sus investigaciones. En adición, es notable que los fraudes sean más comunes de lo que la gente típicamente piensa.

Los estándares empíricos que no siempre funcionan

            Puesto que la ciencia sabe que no todo estudio reclamado científico lo es, tiene un sistema no sólo para detectar los errores y los fraudes sino también para tratar de prevenirlos. ¿Cuáles son estos criterios? Son propios de su metodología que suele identificar como la “Revisión por pares.”  Y se alega que los fraudes “obstaculizan” el perfeccionamiento de las teorías, porque “pueden alterar la percepción de un hecho, causar confusión e incluso afectar la toma de decisiones del público.”[10]

            Para evitar los errores y fraudes se someten las investigaciones a “un proceso de evaluación antes de ser aprobados.” ¿Cómo se hace? “Primero, el equipo de científicos redacta en un artículo todo lo observado en su estudio: recolección de datas, experimentación y análisis de resultados. Luego, todos los autores examinan el texto y lo envían a una revista especializada donde se publican únicamente artículos de investigación de distintas disciplinas.” Las revistas se encargan de hacer una revisión por pares, o sea, por los expertos en determinado campo que lo analizan cuidadosamente. Una de las condiciones muy importantes es “que los experimentos puedan repetirse conforme al método citado en el estudio. Si la investigación tiene calidad y originalidad, es publicada.” Las más prestigiosas revistas son la revista Science de los EE.UU. y la llamada Nature del Reino Unido. Normalmente se detectan los errores, las farsas y los fraudes y eso previene su publicación, pero en ocasiones se descubre estos problemas únicamente después de su publicación.[11]

Paralelismos entre la ciencia y la religión

        Cabe señalar que en el campo de la fe cristiana y la teología los intérpretes bíblicos también tienen sus criterios para la interpretacion de su máxima autoridad escritural. Para muchos cristianos la Biblia es la autoridad máxima, y los estudiosos reconocen que la lectura siempre se pasa por un proceso de interpretación. Pero los principios que guían esa práctica son claves. Por eso, la hermenéutica o principios de interpretacion que se usan son sumamente importantes y aun a veces determinantes.[12] En el caso de ambos campos, la teología y la ciencia, incorporan aspectos subjetivos y objetivos. Es una cosa que ambos tienen en común y ambas disciplinas tienen que reconocer y aplicar apropiadamente, así evitando errores y falsificaciones.

También en la ciencia hay dogmas o leyes y en el cristianismo se aceptan algunas doctrinas para el ser humano como firmes e incambiables. Además, en la ciencia hay escuelas de pensamiento como en la teología cristiana. En la ciencia hay herejías o deviaciones de lo considerado probado y ciertas creencias que se aceptan en ciertas épocas, pero ya con el cambio del tiempo y el aumento del conocimiento empírico y la tecnología se rechazan. Ejemplos de esto son las creencias en una tierra plana, o la forma de la tierra como un círculo más bien que ovalada o el universo heliocéntrico versus todo centralizado alrededor del planeta tierra y antropocéntrico; además están las teorías opuestas de la Gran Explosión (“Big Bang”) y del ‘Estado estacionario’ (“steady state”) “del universo que no evoluciona o cambia en el tiempo”[13] y, por ende, sin comienzo o fin. Muchas veces se acusa a estas personas de no practicar la ciencia científicamente y las marginaliza. Aun en las universidades no las emplean o terminan sus contratos. De la misma manera en la fe cristiana hay creencias que ya no se practican y aun con el paso del tiempo hay nueva iluminación o nuevas creencias inaceptables para el cristianismo bíblico. Entre los cristianos se han formado denominaciones o grupos de cristianos con sus organizaciones y oficiales, pero también hay sectas, a veces designadas como “cultos.” Son las que han rechazado creencias firmes y fundamentales ortodoxas como, por ejemplo, la manifestación de Dios en tres, el Dios trino.[14]

Al individuo que se convierte en científico le esperan años de estudio concentrado y dedicación al laboratorio. Tiene que ser una persona que da su tiempo y vida sacrificialmente a su campo de concentración. Se le exige horas y horas de su tiempo al análisis, experimentación y el aprendizaje de las nuevas corrientes y teorías que van cambiando año tras año. Parecidamente el Señor de la fe cristiana exige el comienzo de una vida entera de servicio a su principal área donde tiene que amar a Dios y al próximo como a sí mismo. No es que termina sus estudios de su concentración en una institución educativa y ya… pero tiene que mantenerse al tanto de las corrientes de pensamiento y los cambios de la cultura humana donde dedica su vida 100% a su Señor, Salvador y Amigo—de por vida.

 A veces en la ciencia surgen nuevas interpretaciones o teorías que son rechazadas por la mayoría de los científicos pero luego con más evidencia son aceptadas y apoyadas. Y se convierte en la nueva “ortodoxia.” Un ejemplo lo es el caso del “Big Bang” o la Gran Explosión como el origen del universo. Entre los cristianos surgen los alegados profetas, cristos y apóstoles que aparecen con nuevas creencias o revelaciones heréticas inaceptables para la fe cristiana bíblica. Hay cristianos que adoran al Trino Dios y hay seguidores de la ciencia que se postran ante el “dios” científico o los conocimientos científicos que suelen enfatizar la negación o lo negativo, llamándose ateos o agnósticos. Así éstos que creen tenazmente en la ciencia se convierten en practicantes de su religión por su creencia en ciertos dogmas o leyes o teorías. En general esta religión suele llamarse “cientificismo” o en ocasiones “scientism.” El diccionario Webster define este término como “una confianza exagerada en la eficacia de los métodos de la ciencia natural aplicada a todas las áreas de la investigación (inclusive la filosofía, las ciencias sociales y las humanidades).”[15] De esta manera estos convencidos fanáticos comulgan con la ciencia insistiendo muchas veces con el fervor de un evangelista y con tanta tenacidad que al paso del tiempo llegan a creer que los hallazgos científicos, tecnológicos y filosóficos resolverán todos los problemas que aquejan al ser humano. Así ven las ciencias como la única panacea para la humanidad la cual eventualmente trasformará este mundo a uno perfecto, o sea, en una utopía.

Parecidamente en la fe cristiana existe la esperanza y aun certeza que este mundo con tantos dolores, accidentes, estrecheces, guerras, tragedias, pesares y pobreza será transformado algún día por el Dios creador en un nuevo mundo perfecto sin los defectos de los errores, fraudes, contaminaciones o pecados humanos que por siglo tras siglo han trastornado las relaciones entre los seres humanos de todas las naciones supuestamente civilizadas. Esta creencia es normal en la fe cristiana mientras que una ciencia creada por el ser humano nunca puede igualar las realidades futuras garantizadas y hechas por el Creador del universo que nos ha colocado en el actual universo tan complejo, detallado y bien diseñado para la habitación del ser humano[16] pero luego dañado por las imperfecciones, engaños y fraudes de la humanidad. Esta esperanza se expresó en el último libro bíblico de esta manera: “Después me mostró un río de agua de vida, resplandeciente como cristal, que fluye del trono de Dios y del Cordero. En medio de la avenida de la ciudad, y a uno y otro lado del río, está el árbol de la vida que produce doce frutas, dando cada mes su fruto. Las hojas del árbol son para la sanidad de las naciones. Ya no habrá más maldición. Y el trono de Dios del Cordero estará en ella, y sus siervos le rendirán culto. Verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. No habrá más noche, ni tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol; porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos” (Apo 22:1-5).

 

 

(SD ciencia y fraude)

 

[1]Iliana Fuentes López, “Hacer trampa: Fraudes científicos,” Muy Interesante (marzo de 2014), 66-71.

[2] Iliana Fuentes López, “Hacer trampa: fraudes científicos,” Muy Interesante (marzo de 2014), 66-71.  Ver Karl W. Butzer, “Piltdown Hoax,” The World Book Encyclopedia XV (Chicago: World Book Inc., 2003) 465 y “Una nueva revolución y las limitaciones de la ciencia,” Las doctrinas sanas y las sectas malsanas VII, 109 y 105-111;  “¿Tiene o tendrá la ciencia todas las respuestas?” La Sana Doctrina (Sept-Oct 2012), 5-6; “Creación y/o evolución,” Doctrinas Sanas y Sectas Malsanas II:153-163. [2] Donald T. Moore, “La Fe, Un Ingrediente Indispensable Para Todo Conocimiento,” Interamericana, (Mayo 1984), 8; “La fe y las ciencias y la religión,” Las Doctrinas Sanas y las Sectas Malsanas  I:21-22.

[3]Fuentes López, 70.

[4]Fuentes López, 69.

[5]Fuentes López, 69. 

[6] Fuentes López, 70.

[7] Fuentes López, 71.

[8] Fuentes López, 68.

[9]Fuentes López, 70. Otro caso de un estudio sobre células madre, publicado en enero 2014 en Nature, parece ser un fraude más reciente en la genética. (El Nuevo Dia, 6 de abril de 2014), 68.

[10] Fuentes López, 71.

[11] Fuentes López, 71.

[12] “Normas claves de la hermenéutica (partes 1 y 2),” DSySM  VII: 223-228, 230-236; “Parte 3,” La Sana Doctrina (Enero-feb 2012), 6-10.

[13] “La alternativa de Einstein,” Muy Intersante (Abril de 2014), 16.

[14] “¿Es Jesús Dios y parte de la Trinidad?” DSySM VI:76-81.

[15] Mi traducción.

[16] “Creación y/o evolución,” DSySM II:153-163.

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