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“¿Es Jesucristo Divino o humano? ¿O divino y humano?” Tomo VII:115-120
Por: Dr. Juan B. Ruíz

La naturaleza de Jesucristo ha sido un tema de mucha controversia desde los tiempos apostólicos y posapostólicos. Tanto los apóstoles como sus sucesores lucharon contra aquellos gnósticos que alegaban que Jesucristo no era divino; y con otros que decían que sí era divino, pero no humano (1ra Juan 4:2, 3; 2da Juan 7 y otros). Eusebio, en su historia de la iglesia, narra las batallas que tuvieron que combatir los líderes de las diferentes congregaciones contra los falsos maestros en relación a este tema.

La iglesia de las últimas décadas ha tenido las mismas luchas con aquellos que alegan que Jesucristo es divino, pero no humano, y al inverso.

            Debemos recordar, que para establecer una doctrina o afirmar cierta enseñanza bíblica, no se puede utilizar sólo un par de versículos y afirmarlos por puros caprichos. Para una buena interpretación, se necesita tener una buena base bíblica con suficientes versos, que pueden ser paralelos, mirando y aplicando el contexto y pre-texto; además, se debe observar y analizar el porqué, cuándo y dónde fue escrito, quién lo dijo, para quién lo escribió, si se aplica la ley de doble referencia, si es profético o no, si es literal o simbólico, entre otros.

LA NATURALEZA DE JESUCRISTO

            Para hablar de la naturaleza de Jesucristo, debemos hacernos la siguiente pregunta: ¿Quién es Jesucristo? Después de esta pregunta, debemos pensar en los atributos y propósitos de nuestro Señor. Así que, podemos resumirlo en las palabras del Credo Niceno del siglo IV, que dice de la siguiente manera: “Creemos en un Señor Jesucristo, el Hijo de Dios, Unigénito del Padre, Dios de Dios, Luz de Luz, verdadero Dios de verdadero Dios, engendrado y no creado, siendo una substancia con el Padre; por quien todas las cosas que están en los cielos y en la tierra fueron hechas; quien para nosotros los hombres y para nuestra salvación descendió y fue encarnado y hecho hombre, sufrió, y se levantó al tercer día, y ascendió a los cielos, y vendrá de nuevo a juzgar a los vivos y a los muertos.”

            Es necesario entender que, la naturaleza de Jesucristo, está compuesta por muchos elementos o características que contestan a la pregunta, ¿quién es Jesucristo? Varios de éstos están ligados a sus nombres, los cuales hablan de sus atributos.

EL HIJO DE DIOS

            La Biblia claramente habla de Jesucristo como el Hijo de Dios, pero de los hombres y de los ángeles como un hijo de Dios o un ángel de Dios. Sin embargo, Jesucristo es el Hijo de Dios e Hijo por excelencia (Mateo 3:17; 17:5; Marcos 1:11; 9:7; Lucas 3:22; 9:35; 2da. Pedro 1:17). El nombre o título de “Hijo de Dios” proclama la deidad de Cristo. Jesús no es un hijo de Dios, sino el “Hijo de Dios”. Si es el Hijo de Dios, es porque procede del Padre, estuvo con el Padre, y vino del Padre. Juan 1:1-2 y Juan 1:10, indudablemente, nos están hablando de Jesucristo, y nos dicen así: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. En el mundo estaba y el mundo por él fue hecho.”

            ¿Qué creía Jesús de sí mismo? Jesús estaba muy seguro de quién era él. Aun cuando era jovencito, y a la edad de doce años, pudo decir en Lucas 2:49: “No sabéis que en los negocios de mi Padre me es necesario estar”. A esa edad, Él estaba seguro que procedía del Padre, y que Dios era su Padre.

            Jesucristo fue muy responsable de la obra del Padre; por eso no fue negligente, sino hizo la voluntad de su Padre. En Juan 5:17, Él dijo: “Mi Padre hasta ahora obra, y yo obro”. Sabía de dónde había salido; en Juan 16:28, Él pudo decir: “Salí del Padre,” y en Juan 20:21, dijo: “Como me envió el Padre”. Él pudo reconocer y decir que sus conocimientos divinos y su comunión, eran con el Padre (Mateo 11:27; Juan 17:25). Dio a conocer ser del Padre por sí mismo (Juan 14: 9-11). Reveló ser omnipresente, al decir en Mateo18:20: “Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. Tuvo poder para perdonar pecados (Marcos 2:5-10). Dijo ser el Juez y Mediador del futuro del hombre (Juan 5:22; Mateo 25:31 – 46).

            Jesús hablaba con una autoridad que nadie ha tenido sobre la faz de la tierra; y en Mateo 7:21, dijo: “No todo el que me dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”. Además, Lucas 4:32 deja ver que la gente se admiraba de su autoridad: “Y se admiraban de su doctrina, porque su palabra era con autoridad”. Tenía autoridad sobre los demonios (Lucas 4:33-35:  “Estaba en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu de demonio inmundo el cual exclamaba a gran voz, diciendo: Déjanos; ¿Qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Yo te conozco quien eres, el Santo de Dios. Y Jesús le respondió, diciendo: Cállate, y sal de él. Entonces el demonio, derribándole en medio de ellos, salió de él, y no le hizo daño alguno”). Un sabio racionalista judío admitió que el Señor hablaba con la autoridad del Todopoderoso; y el Dr. Henry Van Dyke nos dice que en el Sermón del Monte, tenemos un cuadro absolutamente anonador de un hebreo creyente que se coloca por encima de la regla de su propia fe, un maestro humilde que afirma su autoridad suprema sobre toda la conducta del hombre, un reformador moral que descarta todos los demás fundamentos y dice: “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras y las hace, le compararé a un hombre prudente que edificó su casa sobre peña” (Mateo 7:24). Cuarenta y nueve veces, en este breve registro del discurso de Jesús, aparece esta frase solemne mediante la cual autentica la verdad: “De cierto os digo”.

            En el Señor Jesucristo se puede ver su perfección como Hijo de Dios, y nadie en la tierra llama a los hombres al arrepentimiento y a la justicia, evitando alguna referencia a su propio pecado e imperfección. Por ejemplo: Si hay alguien que busca la santidad más y más, lamentará y reconocerá sus propias limitaciones; por el contrario, Cristo, el más humilde de los hombres, lanza el siguiente reto: “¿Quién de vosotros me redarguye de pecado?” (Juan 8:46)

Hay muchos más elementos que exaltan la divinidad de Jesucristo; de los cuales, quiero mencionar algunos más, sin ampliar su explicación: Los discípulos dieron testimonio de que su Maestro era divino (Mateo 28:19). La Biblia habla de la palabra, sobre la pre-existencia y actividades eternas del Salvador. Jesús es el “Señor,” como Señor podemos ver su soberanía. Este título señala la deidad, soberanía y exaltación de Jesús. Este título de “Señor,” Kurios en griego, fue el equivalente a “Jehová” en el Antiguo Testamento. Su exaltación se puede ver muy clara; y en la eternidad, Cristo posee el título de “Hijo de Dios,” en virtud de sus relaciones con Dios (Filipenses 2:9). Cristo fue reconocido por su pueblo como el Redentor de sus pecados; por eso tiene derecho a ser Señor de sus vidas. Por lo tanto, deja ver su soberanía.

Otros eventos que señalan la divinidad de Cristo en su vida terrenal, son los siguientes: La transfiguración con Moisés y Elías, cuando calma la tempestad en el lago de Galilea, cuando camina sobre las aguas, la multiplicación de los panes y pescados, cuando en la sinagoga de Nazaret querían despeñarle y se les desapareció al instante, al aparecerse a sus discípulos estando el lugar cerrado, después de haber resucitado, el resucitar tres días después de haber muerto y su ascensión al cielo cuarenta días después. Todos estos eventos y otros más demuestran que Jesús es divino; porque estas actividades son imposibles para el ser humano realizarlas.

No cabe duda, por lo aquí expuesto, y aun por mucha más evidencia bíblica no citada, que nuestro Señor Jesucristo es divino; es el Hijo de Dios que ha dado a conocer y ha realizado la obra del Padre. Por lo tanto, no hay razón alguna para negar la deidad del Señor Jesucristo.

EL HIJO DEL HOMBRE

            Jesucristo es el Hijo de Dios porque procede de Dios. Es Dios, hace la obra de Dios, actúa como Dios, tiene el poder de Dios, etc. Ser hijo denota relación y participación. Los hijos del reino son aquellos que comparten el reino, los hijos de la resurrección son aquellos que participan de la vida de resurrección, los hijos de paz proclaman la paz; los hijos de perdición son aquellos que están determinados a la perdición y destrucción. Pero sin duda alguna, el “Hijo del Hombre” significa uno que comparte la naturaleza humana y tiene atributos de ser humano. Tiene características de debilidad e incapacidad en sí mismo (Números 23:19; Job 16:21; 25:6).

            Cuando se aplica este título de “Hijo de Hombre” a Cristo, se le designa participante de la naturaleza y cualidades humanas; y lo sujeta a las fragilidades del hombre, pero a la misma vez, este mismo título indica su deidad. Si una persona declara con mucho énfasis que es hijo de hombre, la gente le diría, pues cualquiera lo sabe. Pero estas palabras, dichas por Jesús, significan que es una persona celestial que se había identificado en forma definida con la humanidad, como representante y salvador. Debemos notar que así mismo se trata del Hijo del Hombre por excelencia, y no simplemente de un hijo del hombre.

            Antes de continuar presentando los diferentes elementos que describen al Señor Jesús como el “Hijo del Hombre,” quiero explicar una interpretación que me ha motivado a escribir sobre la naturaleza de Cristo. Según un estudio que llegó a mis manos hace unos días; el cual interpreta que “Jesús no es hombre o humano, tampoco es un ángel, Jesús no es un casi Dios; pero que Jesús es Dios”. Para interpretar que Jesús es Dios, pero no hombre, el estudio no da detalles del porqué Jesús es Dios y no hombre; pero estoy seguro que éste quiere decir que Jesús no es humano, en él no hay nada de humanidad, pero que él es totalmente divino. No presenta suficiente evidencia bíblica y los muy pocos versículos que presenta, son muy mal interpretados.

            En dicha ponencia, han usado dos argumentos para la palabra “concebir o engendrar”.

  1. La palabra griega “sullambano” - Concebir, está definida como apresar, arrestar, recoger, concebir o quedar embarazada (Lucas 1:24).

  2. Hay dos palabras para engendrar: La primera es “apokueuo” - dar a luz o engendrar (Santiago 1:15,18), y la segunda es gennao - engendrar, ser padre de, dar a luz, producir, nacer (Mateo 1:16).

Luego sigue con una nota que dice de la siguiente manera: La palabra utilizada en Mateo 1:18, 23 y traducida como “concebirá,” es el termino griego “en gastri,” que literalmente significa cargar en el vientre; y es también utilizada por Lucas 1:31. Es interesante, que del versículo 1 al 16, Mateo utiliza “egennesea,” que significa engendrar. Nota: Aquí termina el primer argumento.

            En este argumento, de todo lo expuesto, nada se puede interpretar como Jesucristo no sea hombre o humano, que no tenga características de hombre o ser humano. Lo que podemos es llegar a la conclusión de que “gennao” significa el acto de un hombre y una mujer llegar al lecho de la intimidad, donde se unen en coito, quedando ella preñada; y segundo, “en gastri,” concebir o concebirá, que según la ponencia, significa cargar en el vientre. Mejor dicho: “en gastri” se refiere a los nueve meses de gestación, donde el embrión se convierte en feto, y de feto al bebé que es nacido. Esta ponencia lo que significa es que la mujer quedó preñada y a los nueve meses dio a luz.

            En el segundo argumento se presenta a Colosenses 2:1-9, en lo cual se da énfasis al versículo 3, el cual dice: “En él están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento”. Este versículo en nada afecta positiva o negativamente en cuanto a la divinidad o humanidad de Cristo. Luego de citar estos nueve versículos, se hace énfasis en el verso nueve; lo escribe en griego, pero lo voy a exponer aquí según Reina Valera, 1960. “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la deidad”. Luego anota que la palabra “katolkei” significa habitar o vivir en una casa; además, anota que “pleroma” significa completo en toda plenitud. Este versículo no quiere decir que Jesucristo es totalmente divino y que nada tiene de humano. Al contrario, lo que significa es que en su cuerpo humano habita toda la plenitud de la deidad. Lo que quiere decir es que Jesús es tan divino como humano. En otras palabras, Él es cien porciento divino y cien porciento humano.

            Su tercer argumento es decir que “Jesús es Dios,” pero no humano; según su argumento anterior, procede a decir que la traducción literal está en Romanos 9:5, que dice de la siguiente manera: “De quienes son los patriarcas, y de quienes procede el Cristo (ungido) según la carne; el que es sobre todas las cosas, Dios bendito por los siglos de los siglos, Amén”.

            Decir que la interpretación o traducción literal de Romanos 9:5 se refiere a que Jesús es Dios pero no humano, es errar al blanco; al contrario, este verso en su totalidad se refiere a que Jesús es humano, debido a que Él procede de los patriarcas. Los patriarcas eran humanos, y de generación en generación se llegó al Cristo (Vea el capítulo uno de Mateo). Por otro lado, la ponencia hace énfasis en que esto sucedió así, según la carne (humanidad). La última parte del verso, la cual es la parte donde el autor quizás se está apoyando para interpretar que Jesús es divino, en nada tiene que ver con dicha interpretación, pues el verso dice así: “Dios bendito por los siglos de los siglos, amén”. En esta última parte del versículo, no se refiere a Jesucristo. Aquí el apóstol Pablo lo que hace es expresar una bendición por lo dicho anteriormente. Lo que al exponente se le olvidó decir de este verso, es donde dice así: “El cual es Dios sobre todas las cosas”; pues, al leer el verso completo, se está refiriendo a que Cristo, el que procede de los patriarcas (Cristo humano) es Dios sobre todas las cosas (Cristo divino); por lo tanto, Cristo es tan humano como divino.

            Hay otros que también argumentan que Jesucristo es sólo Dios y no hombre, debido a que el apóstol Pablo dice en Romanos 8:3, que “Dios envió a su Hijo en semejanza de carne,” y que esto quiere decir que Él es divino y que aparenta tener un cuerpo de carne (humano), pero que no lo es, porque es una apariencia de hombre, cuando Él es divino.

            Primero, el versículo dice de la siguiente manera: “Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne”.

            Segundo, usted no puede establecer una enseñanza o doctrina con un solo versículo; pero este versículo no dice que el Hijo fue enviado por Dios en semejanza de carne. Tomemos el verso por partes:

  1. La ley era imposible de cumplir debido a la debilidad del hombre (la carne).

  2. “Dios envió a su Hijo en semejanza de carne de pecado (No en semejanza de carne, sino en semejanza de “carne de pecado”).

Lo que esta parte del verso quiere decir es que Cristo, como humano (de carne), también estaba sujeto a la debilidad del pecado; aunque no se halló pecado en Él, debido a que aunque era humano, también era divino, y por lo tanto, estaba siempre en una íntima comunión con el padre. Esto es algo bastante parecido a cuando nosotros estamos en una íntima comunión con Dios, buscándole en ayuno, oración, lectura de las Escrituras, hacemos el trabajo que hay que hacer en el Señor, etc. No le damos cabida a la carne, al diablo y al mundo; por lo tanto, no cometemos pecado.

La última parte del versículo dice de la siguiente manera: “y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne”. Lo que esta parte del verso quiere decir, es que al Cristo sufrir en la carne el castigo que nosotros debíamos sufrir, debido a nuestro pecado, condenó al pecado, mejor dicho, enjuició al pecado. Por eso el apóstol Pablo dijo: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él” (2da Corintios 5:21).

Por lo tanto, estamos muy seguros de que este versículo no habla de que Jesucristo haya venido a este mundo con un cuerpo parecido al de un ser humano, cuando Él es divino, sino a un cuerpo humano que se hizo pecado para quitarnos el pecado.

Algunos argumentan que Jesús no puede ser humano, o que carece de humanidad, porque no fue engendrado por un hombre. Por lo tanto, es imposible que un individuo no tenga la genética del padre, y que pueda ser un ser humano. Por tal razón, esa es la teoría de muchas personas; interpretar que Jesús es divino, pero no humano.

El diccionario castellano Larousse, 1991, señala que “los cromosomas son los elementos que existen en el momento de su división o mitosis, y que los filamentos o bastoncillos son siempre constantes en todas las células de un mismo individuo y en todos los individuos de una misma especie; y el gen o genes es cada una de las partículas que en el núcleo de la célula condicionan la transmisión de los caracteres hereditarios”. Quiere decir, que en la concepción se adquieren los caracteres anatómicos citológicos y funcionales entre los padres y los hijos. Mejor dicho, los hijos adquieren los rasgos genéticos de los padres.

Esa es la razón de ver un hijo con la mayoría de las características genéticas de uno de los padres. El hijo se puede parecer muchísimo al padre o al inverso, parecerse física, mental y emocionalmente a la madre.

Deberá recordar usted, que Jesús desde el momento de la concepción, se fue formando en el vientre de María (una mujer, un ser humano). Se fue formando de la sangre y alimentos de María, y adquiriendo o desarrollándose en un cuerpo de carne. Fue adquiriendo los genes de su madre para que su cuerpo se fuera formando. También debemos recordar, que esa concepción fue un acto milagroso del Espíritu Santo. Aunque nosotros no podemos entender este misterio, debemos recordar que el hombre es un ser humano porque fue el mismo Dios quien lo creó ser humano: “Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente” (Génesis 2:7). ¿Qué podemos analizar de esta creación o formación? Primero, Dios formó al hombre sin genes y segundo, en esa creación, también le creó genes. La primera teoría no es válida, porque se ha probado que todos los seres humanos son genéticos. Entonces, tenemos que creer que Dios en la creación de Adán le dio de forma milagrosa un cuerpo genético y, por eso, la raza humana tiene una genética que se va adquiriendo de padres a hijos.

Ahora, podemos creer que Dios en un acto milagroso creó al hombre con genes; pero, ¿no podemos creer que en el momento milagroso de la concepción de Cristo, el Espíritu Santo le haya dado un cuerpo con genes masculinos para que fuera un ser humano completo?

El que Jesucristo tenga el título de “Hijo de Hombre” le hace participante de la naturaleza y cualidades humanas; de otra manera, Dios sería mentiroso al darle dicho título. Por cuanto es Hijo de hombre, está relacionado con la vida terrenal (Mateo 8:20; Marcos 2:10; 2:28; Lucas 19:10), llevando vituperios a favor del ser humano.

La humanidad de Jesús no fue fingida. Si Él no fuera ser humano, entonces cuando dormía, descansaba, se fatigaba, lloraba, comía, y las tantas necesidades biológicas de su cuerpo fueron fingidas y no reales. Los sufrimientos y persecuciones, al extremo de ser llevado a la cruz, serían fingidos y no reales. Cuando en el Getsemaní dijo: “Mi alma está muy triste, hasta la muerte,” y también, “Padre mío, si es posible, pasa de mí esta copa” (Mateo 26:38, 39), fueron palabras con una angustia fingida y no real. Así que, llegaríamos a la conclusión de creer que su misión aquí en la tierra y su sacrificio expiatorio sería falsedad, sin valor alguno. Por lo tanto, la salvación que se nos ha ofrecido es mentira, y estaríamos perdidos y perdiendo el tiempo en las iglesias. Esto querría decir que hemos sido engañados por un Cristo falso. Pero, de algo el cristiano debe estar seguro, y es que fue el ser humano quien había pecado, y por lo tanto, era el ser humano quien habría de pagar la deuda; entonces, si Jesús vino como divino y no como humano para pagar por nuestros pecados, Él no sería el candidato idóneo. Pero el Padre, viendo que fue el hombre quien había pecado y que éste no podía hacer nada para salvarse, decidió enviar a su Hijo divino y que se hiciese humano, para que fuese el ser humano quien muriera en sacrificio por el pecado del ser humano. Por eso ocurrió el misterio de Lucas 1:26-35, de lo cual nació Jesús de María (un ser humano), y por intervención del Espíritu Santo (divino), para que ese Hijo fuera divino y humano. Por eso el apóstol Pablo pudo decir en 2da. Corintios 5:21: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”.

¿Cuál fue otro propósito del hijo de Dios al hacerse Hijo del hombre mediante la encarnación? Fue con el propósito de dar a conocer al Padre y a toda la obra del Padre. Fue el Hijo del hombre quien laboró o forjó un modelo celestial, por medio del cual la naturaleza humana podía ser rehecha o convertida a la semejanza divina.

CONCLUSIÓN

Aunque el tema de la naturaleza de Jesucristo contiene algunos otros elementos más, no ha sido mi propósito el relatar un estudio completo sobre este tema, sino hacer un contraste entre la humanidad y divinidad (Dios y Hombre) de Jesucristo, para señalar puntos no claros para los que no aceptan que el Hijo de Dios es también el Hijo del hombre, y al inverso. Permita el Señor, que si algún lector de este estudio no cree o tiene dudas en cuanto a que Jesucristo es tan humano como cualquiera de nosotros, y tan divino como el Padre celestial, el Espíritu Santo pueda abrirle el entendimiento y preparar su corazón para que pueda creer a este gran hecho; pues, no se puede decir que Jesucristo es divino pero no humano, ni tampoco que es humano pero no divino; mucho menos que es un ángel, ni que es un casi Dios; pero si, que es tan divino como humano. Es el Hijo de Dios y también el Hijo del hombre.

(SD JC Divino-hmno)

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