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La vida eterna: ¿Incierta o Segura? DSySM Tomo I:75-80 
Por:  Dr. Donald T. Moore

            ¿Es presuntuoso decir que uno ya sabe que es salvo? ¿Comete uno pecado al decir que sabe que ya tiene la vida eterna? ¿Es posible tener la seguridad de la salvación antes de morir? o ¿tiene uno que esperar hasta la muerte para saberlo? El destino de uno al final de esta vida ¿no se sabe hasta el juicio final? ¿Cuáles criterios se deben utilizar para determinar esto -- la experiencia propia y de otros durante esta vida o las Sagradas Escrituras? Por supuesto la revelación de Dios en la Biblia.

            La Biblia sí nos informa que el único mensaje de salvación (Gá 2:16 y capítulo 5) es el siguiente:

Fe en Cristo --> salvación --> caminar en las obras del Espíritu Santo

            Expresado en palabras quiere decir, si tenemos fe en Cristo, entonces tenemos la salvación, y si tenemos la salvación, entonces caminaremos o viviremos en las obras del Espíritu Santo.

            Pablo lo destaca como el único plan verdadero de salvación en sus epístolas a los Gálatas y Romanos. Es esencial recalcar que la parte humana descansa sobre la base de la obra del Hijo de Dios, es decir, su muerte y su resurrección. Los apóstoles en sus discursos y cartas escriben el significado de esa obra en múltiples formas, porque fue tan abarcador que un solo término no podría expresar su profundo significado. Cristo sufrió la muerte una vez para siempre por nosotros (1 Pe 3:18; He 9 y 10); pagó todo el precio de la salvación (1 Pe 1:18-19; 1 Ti 2:5-6); murió para perdonarnos nuestras culpas y pecados (Ef 1:7); murió para librarnos (Ro 5:6-11), para justificarnos (declararnos libres de culpa) (Ro 3:21-28), para reconciliarnos (ponernos en paz con dios (2 Co 5:18-21; Col 1:20-22) y otros (Ef 2:13-16, 22) y para que vivamos una vida de rectitud siguiendo el ejemplo de Jesús (1 Pe 2:21-25) y para que tengamos una vida victoriosa conforme al Espíritu (Ro 8:3-4), con él (1 Te 5:9-10) y para él (2 Co 5:15) y con sentido (1 Pe 1:18).

            ¿Esta base para la salvación provee un fundamento incierto o seguro? Muchos consultan las experiencias de la vida, pero es mejor consultar los pasajes más claros de los libros divinamente inspirados de los dos apóstoles que más libros bíblicos escribieron; así podemos descubrir el mensaje de Dios inspirado por el Espíritu Santo. Juan escribió cuatro libros y Pablo escribió doce para un total de 16 de los 27 en el Nuevo Testamento.

 

El uso de Vida Eterna en los libros de Juan

            Dos de los libros de Juan -- el Evangelio y la Primera Carta -- tienen como uno de sus temas principales la vida eterna. En el Evangelio se usa la palabra VIDA 45 veces y 16 de esas veces modificadas por la palabra ETERNA (aionios) mientras que en Primera de Juan aparece doce veces y la mitad de las veces modificada por el adjetivo ETERNA. Sin embargo, frecuentemente se sobreentiende via eterna con usar la palabra VIDA solamente. VIDA nunca significa una felicidad inmortal en vez de un estado espiritual en el presente. Nunca se utiliza ETERNA para describir el castigo del pecador impenitente. En el libro de Apocalipsis aparece la palabra VIDA 17 veces y nunca aparece como vida eterna; casi siempre está unida con frases como "libro de la vida" (7 veces), "árbol de la vida" (3), "agua" o "aguas de la vida (4), "corona de la vida (1) y el "Espíritu de la vida" (1). Estas frases claramente sugieren una vida eterna para el discípulo fiel al Mesías y Rey de reyes. La única vez que se utiliza aionios es para describir el Evangelio eterno (14:6).

            La palabra griega traducida como eterno es aionios que literalmente quiere decir "la vida de las edades" y es opuesta a la vida física sometida a las limitaciones del tiempo y el espacio. Se usa repetidamente para describir a Dios (Gn 21:33; Is 26:4, 4:28; Ro 16:26; He 5:14; 1 Jn 5:20). Así que se refiere a la vida que lleva Dios y la vida que El lleva es eterna (sin principio y sin fin), pero también lleva un sentido más profundo. Indica la duración sin fin de su vida, pero también sugiere la calidad de su vida. ¿Cómo es la calidad de su vida? En Dios hay felicidad, paz, poder, santidad (Apo 4:8), perfección (Mt 5:48), justicia (Ro 3:21-26), amor (1 Jn 4:7-10), sabiduría e inmortalidad (1 Ti 6:16) -- todas las virtudes y cualidades que realmente dan una dimensión nueva y un sentido de valor a la vida. Dios promete que en la actualidad podemos compartir esta vida de él. Recibir vida eterna como Dios promete (1 Jn 2:25) como un regalo gratis (1 Jn 5:11) de un Dios lleno de amor, gracia y misericordia, entonces significa paz con Dios, con otros, con la vida y con nosotros mismos; significa la derrota de las frustraciones y una vida victoriosa y de poder, la derrota del pecado y una vida indestructible, imperecedera e inmortal. Significa el fin de las amarguras, los rencores y el odio; por lo tanto una vida de perdón y de amor. Significa una vida con fortaleza y poder en momentos de adversidad y problemas y una vida de constancia en tiempos de aflicción, crisis, ansiedad y temor.

            En esencia es la vida que Cristo vivió (1 Jn 1:2; 5:11); es la posesión de una vida que produce en el creyente pensamientos, motivos y deseos, palabras y acciones como los de Cristo. Todo esto Dios nos ofrece para que comencemos a disfrutarla hoy.

El Mensaje de Vida Eterna en el Evangelio de Juan

            Al final de su Evangelio Juan declara su propósito. Dice, "estas cosas han sido escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre" (Jn 20:31). La narración de Juan de la vida, las palabras y señales de Jesús fueron escritas para despertar fe en Jesús como el Mesías y el Hijo propio de Dios, porque como resultado de esta fe uno tendría vida. Así que la vida es el resultado exclusivo de la fe en el Hijo. Se describe ésta como algo presente en la actualidad. Es posible expresar este propósito de Juan en su Evangelio por medio de la siguiente fórmula:

            Fe en Jesucristo, el Hijo de Dios ---> vida

¿Cómo es esta vida a que se refiere Juan y qué se adquiere por la fe en Cristo?

            Juan, el apóstol amado, narra la vida terrenal y el ministerio de Jesús en relación con siete señales milagrosas de él. Transforma el agua en vino (Jn 2), sana al hijo del noble (Jn 4) y al paralítico de Betesda (Betzata) (Jn 5), alimenta a los 5,000 (Jn 6), calma la tempestad (Jn 6), sana al ciego de nacimiento (Jn 9) y levanta de los muertos a Lázaro (Jn 11). Posterior a su ministerio público Juan narra dos milagros adicionales, la resurrección de Jesús (Jn 20) y la pesca milagrosa (Jn 21).

            Después de muchos años de meditación sobre estos eventos Juan preparó el prólogo a su Evangelio introduciendo los temas más sobresalientes. Introduce el tema de la vida en 1:4 con las palabras, "En él [el Verbo] estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres."

            Podemos entender el significado dual de la vida examinando cada una de estas señales en relación con la manera que afectó la vida de las personas presentes. En el caso de la pareja recién casada en Caná les dio una vida con paz de mente y tranquilidad de espíritu quitando la humillación o vergüenza y las ataduras religiosas que confrontaron. En el caso del noble que tenía un hijo a punto de morir le quitó su profunda preocupación y ansiedad, y conservó la unión familiar restaurando la vida al hijo. El paralítico cerca del estanque llevaba una vida de décadas sin esperanza pero Cristo le dio esperanza y luego salud. Así que le dio una vida mejor con mucha más libertad para ir y venir. En el caso de los 5,000 que evidentemente se acostaban con frecuencia con hambre, les dio abundancia de pan para comer. Cuando los discípulos estaban llenos de miedo en la tempestad en el mar, alivió sus preocupaciones y les infundió seguridad y confianza. Al ciego le restauró la luz del día y le envió con un propósito en la vida. Eso también fue el caso de Simón Pedro y los otros seis discípulos en el mar de Galilea el día de su misterioso encuentro con el Señor de la pesca milagrosa (Jn 21).

            Está claro entonces que en cada uno de estos casos Cristo mejoró la calidad de la vida en alguna forma palpable en el momento. Al principio algunos se encontraron muy a penas existiendo, pero Cristo les dio nueva vida a todos de verdad. Juan llama a ésta y la dimensión nueva que Cristo dio, vida abundante (10:10).

            El primer sentido de la vida eterna en el Evangelio de Juan, entonces es que Cristo da en un instante una mejor calidad de vida para hoy.

            Pero hay un segundo sentido de vida en el Evangelio. Es el sentido que normalmente entiende la gente cuando oye la expresión de vida eterna. Piensan en vida para siempre o vida después de ésta. De las siete señales antes de la muerte de Cristo solamente una tiene este sentido.

            Se trata del caso de levantar de los muertos a Lázaro. Cuando Lázaro fue restaurado a la vida, le dio una nueva vida después de la muerte. Por supuesto el "octavo" milagro en Juan -- y ése ocurre después de su crucifixión -- fue la resurrección de Jesús. Este milagro da una base aún más fuerte para el sentido de la vida eterna como una vida después de ésta y por ende una para siempre.

            En muchos pasajes en los libros de Juan, la vida eterna lleva estos dos sentidos, vida abundante y vida para siempre. El pasaje más conocido de Juan (3:16) hace claro que a base de la gracia y el amor de Dios es posible una vida que no se pierde o que es imperecedera. Dice que la condición de esa vida es la fe en Cristo.

            En los subsiguientes versículos (3:17-18) Jesús hace claro que la única condición para evitar la condenación es la fe en el Hijo; no especifica obra moral, ceremonial o de comportamiento. Luego al final de este capítulo en el versículo 36, se repite este requisito de la fe en el Hijo como condición para ver la vida después de ésta, y que a la vez que uno cree, también posee esa vida eterna. Dicha vida es como una fuente de agua que salta dentro de uno permanentemente previniendo la sed espiritual (4:14) y tal vida ya es una realidad para la cosecha (4:36) de almas listas a recibir el mensaje.

            Juan 5:24 y 25 es más explícito aún cuando afirma que el que cree ya ha pasado de la muerte a la vida y no vendrá a condenación. Se trata de un hecho ya realizado en la actualidad y no algo en el futuro lejano. La verdad es que una vida que es perecedera o que se puede perder NO es una vida eterna; sería un engaño decir lo contrario. La vida eterna NO es una posesión temporera y pasajera.

            No es suficiente por sí sólo conocer la Biblia para tener vida para siempre, es necesario también ir a Cristo para tener esa vida eterna (5:39-40).

            Cristo distingue entre lo físico y lo espiritual en términos de agua material y agua de vida. Lo que él da es "una fuente de agua que salte para vida eterna" (4:14). Después de multiplicar los panes y dar de comer a los 5,000 Jesús dialoga sobre la vida física y espiritual con el fin de dejarles ver cuál era la más importante (6:26-27). Deben trabajar por la vida que permanece para siempre; por eso tenían que creer en Cristo (6:28-29), la fe en él era esencial para nunca tener sed espiritual jamás (6:35), pero los que estaban dialogando con él no creían; por eso no venían a él. Pero los que fueron dados a él, serían resucitados en el día final (6:39). Aun más la voluntad de Dios era que todos los creyentes en Cristo tuvieran vida para siempre (6:40), y ¿quién contra su voluntad? Los que vienen a Cristo definitivamente serán resucitados en el último día (6:44), porque "de cierto," es decir, definitivamente tienen "vida eterna" (6:47) en el presente, porque Cristo es el pan de vida. Su muerte representada por la sangre y la carne recibidas internamente dentro de uno sirve de nutrición espiritual. La carne y la sangre física NO producen la vida para siempre; sólo lo espiritual lo hace (6:58). Lo material no da vida, pero sí el espíritu (6:63), y cuando no hay fe, hay solamente lo material (6:64). Los verdaderos discípulos acuden a Jesús quien es el único que tiene palabras espirituales que dan vida para siempre (6:68). En este sentido son iguales a las del Padre (12:49-50).

            Posiblemente el texto más claro sobre la vida eterna en el Evangelio de Juan se encuentra en el capítulo 10 en relación con sus ovejas y el buen pastor. Especialmente en los versos 25-30 Jesús hace claro que la vida eterna descansa en su poder que a la vez iguala al del Padre. Las que son sus ovejas creen en él y como consecuencia le siguen como las ovejas en esa época seguían a su pastor. Así él les DA vida eterna, no es algo merecido, sino un regalo, obsequio o don de Dios, porque enfáticamente Jesús dice YO les doy vida eterna. Es un obsequio de Dios que no se puede comprar con obras. No es para la venta. El que recibe este regalo nunca perecerá; junto con el regalo va la seguridad y la certeza, porque lo que Cristo da o regala no lo quita después. Tampoco la muerte la puede destruir. Uno no la recibe como recompensa por la fidelidad o la buena conducta durante toda la vida hasta la muerte, sino porque al recibir ese don nos coloca dentro de la mano de Cristo; así él nos aguanta seguros dándonos protección divina por la eternidad; él no permite que nos caigamos de su mano, además Cristo ha recibido estas ovejas como regalo del Padre y por eso se trata de un regalo perpetuo al Hijo. Nadie ni nada le quita de la mano de Cristo, jamás, porque tendría que ser uno con mayor poder en la mano que el Padre y nada creado la tiene. Así que nosotros las ovejas nos encontramos dentro de la mano de Cristo, y alrededor de su mano está la mano más poderosa que jamás haya existido, es decir, la del Padre, el Todopoderoso; y nadie nunca jamás puede arrebatarnos de esas dos poderosas manos protectoras. ¿Por qué? Porque el Padre y Cristo son igualmente poderosos para protegerlo a uno. De manera que una oveja siempre está bien protegida y no puede perder su relación permanente con Dios que siempre es su Padre Celestial, su Dueño, Soberano, Señor y su Buen Pastor.

            La muerte, el último enemigo del creyente, tampoco lo puede destruír, porque Cristo es "la resurrección y la vida" (11:25-26). Tiene mayor poder que ese enemigo final. Cristo destruye el poder de la muerte transformándola en vida. Una vez más la condición para esto es la fe en Cristo. Si uno reúne esta condición aunque muera físicamente volverá a vivir por el poder de él, que es la resurrección. Aún más revolucionario es lo que declara Cristo, que los creyentes no morirían jamás, sino vivirían para siempre. Tendrían una vida sin fin. Definitivamente no hablaba de la vida en el cuerpo, porque los que que le acompañaban sí dejaron de caminar físicamente en un momento dado.

            En estas palabras de consolación a María nos quiere consolar y asegurar hoy también que cuando nos confrontamos con la muerte personal o la de un ser querido, no es la derrota final sino el momento para disfrutar de forma más completa la misma vida de Dios.

            Al final de su ministerio cuando Jesús oró por sus discípulos (17:2-3), reconoció que él tenía autoridad sobre todos los hombres, y ese poder sobre ellos era para que el Hijo diera vida rica y abundante para siempre a los entregados por el Padre. Esa vida tiene su origen en reconocer al único Dios y su Mesías, que es el enviado.

Las evidencias para la vida eterna

            Entre los diferentes propósitos anunciados en la Primera Carta de Juan, están los que claramente indican una conversión a Cristo de parte de los recipientes (2:12-14). Además dice, "Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios para que sepáis que tenéis vida eterna" (5:13). Así que Juan escribió una secuela a su evangelio, porque quería que ellos supieran con certeza en el presente que ya tenían vida eterna. SABER traduce el verbo ("oida") que en griego expresa el hecho de un conocimiento absoluto. Obviamente el apóstol amado creía que era posible estar seguro de la vida eterna en esta vida, y escribió esta carta con el fin de ayudar a sus hermanos en Cristo a tener esa misma seguridad. Ellos podían examinar y evaluar sus vidas conforme a los criterios de esta carta y saber así su destino final con certeza.

            ¿A qué se refieren "estas cosas"? Juan presenta por lo menos tres cosas o evidencias que nacen de una vida convertida a Cristo. Estas evidencias, siendo frutos de la salvación, son también cosas que pueden dar a uno evidencia o prueba y confianza de que uno al andar en la luz de Cristo tiene vida eterna en el presente (3:14). las tres pruebas son la justicia, la fe y el amor. Por supuesto el Espíritu Santo (2:27; 3:24; 4:6, 13) provee conocimiento adicional junto con una seguridad firme.

            En relación con la prueba de la justicia, Juan afirma que le conocemos si guardamos sus mandamientos (2:3-6); este conocimiento no se trata de sabiduría especulativa, sino práctica. GUARDAR lleva la idea de velar u obedecer con cuidado, como los marineros en alta mar. Esto quiere decir que hay que vivir de la misma forma que Cristo vivió. Además, el ser hijo es probado por la justicia (2:29 al 3:11a) a la luz de lo que es el pecado (v. 4), del carácter inmaculado de Cristo y su misión como Salvador (v. 5), del origen divino de la vida cristiana (v. 6) y de la naturaleza del pecado que es del diablo. Actuamos según la naturaleza de nuestro Padre, que es Dios, si somos cristianos, o del diablo si no lo somos (v. 7-8). Así que el hacer lo justo y puro es una evidencia de la vida eterna en nosotros.

            ¿Quiere decir esto que tenemos que vivir o podemos vivir una vida sin cometer pecado? Así han interpretado algunos los versículos 3:4-10 y 5:18. Pero una interpretación en todo el contexto de la carta, también tiene que tomar en cuenta 1:8 al 2:1 donde Juan reconoce que un cristiano puede pecar por sus debilidades humanas, por sus gustos y por sus necesidades y que si dice que no ha pecado, no es de Dios.

            Asimismo Cristo es nuestro abogado o mediador si pecamos. A la luz de este mensaje de consuelo, Dios no nos exige la santidad absoluta, sino que tengamos y confiemos en nuestro abogado perfecto. Si se reconoce que un hijo de Dios puede pecar y tener quien interceda por él, entonces ¿qué quiere decir en 3:9 que "no puede pecar"? ¿Quiere decir que no puede cometer un pecado en lo absoluto o no puede seguir pecando?

            Los verbos en griego en tiempo presente señalan un tiempo de acción continua en vez de un solo acto. Así que significa el hábito de pecar, la costumbre de pecar que algunas traducciones indican en términos de una acción contínua como "practicar el pecado" y seguir pecando (v. 9 RVA). Entonces Juan no se refiere a un pecado solamente, sino a una vida habituada al pecado, y eso quiere decir que una vida perfecta sin pecado no se exige para vivir una vida justa que es la que evidencia que uno es hijo de Dios con la vida eterna.

            En relación con la prueba de la creencia, Juan afirma que le conocemos y, por lo tanto, sabemos que tenemos vida eterna si hemos experimentado el perdón del pecado en el nombre de Jesús (2:12). La experiencia de la salvación a través de la fe en Cristo es indispensable, pero también es necesario creer ciertas doctrinas (4:2-3; 4:13-16). Es necesario creer en la encarnación, eso es que Dios estaba en cristo reconciliando al mundo consigo mismo, que el Verbo (la Palabra) se humanó o se encarnó en la persona de Jesucristo (Jn 1:14), y por lo tanto, Jesús es el único Hijo engendrado por Dios, y como tal es él el Mesías (5:1, 5, 20).

            En relación con la prueba del amor (2:7-11; 3:10b-14a; 4:7-12; 4:20 al 5:3a) Juan indica que esto envuelve el sentimiento interior del afecto. Se ve su opuesto en el odio de Caín para con su hermano; básicamente él manifestó un espíritu diabólico de odio. Del otro lado Cristo personifica el amor en acción y en verdad. El Dios que es amor, y así lo demostró al enviar a su Hijo para darnos vida y perdón del pecado, pero el amor genuino se manifiesta en la forma que tratamos a otros hermanos de la fe, porque si amamos, entonces Dios vive en nosotros en este mismo momento.

            Si nuestras vidas muestran evidencia de la justicia, el amor, la fe verdadera y la presencia del Espíritu Santo, entonces podemos estar seguros de nuestra salvación; podemos saber de que somos hijos de Dios porque andamos en la luz, amamos de verdad y creemos la verdad. Sirven estas tres pruebas, luego para demostrar evidencia contundente de que hemos recibido el perdón de Dios y por ende, la vida eterna.

            Es posible indicar la fórmula de la vida eterna del apóstol Juan en su Primera Carta.

            Fe en Cristo --> vida eterna --> andar en la justicia, el amor, y la doctrina de Cristo

            Esto quiere decir que si andamos en la justicia, el amor y la doctrina de Cristo, entonces es evidencia suficiente para saber con seguridad que ya tenemos vida eterna (3:14).

La vida eterna y confesiones de fe de los bautistas

            Dos de las grandes confesiones de fe de los bautistas en los EE.UU. expresan esta certeza de la vida eterna de la siguiente manera:

            XI. La perservancia y seguridad de los redimidos:

            "Creemos que los regenerados, es decir, los salvos no apostatarán irremediablemente sino que perserverán hasta el fin porque son hijos de Dios por la fe y la relación de hijo y padre nunca se destruye; y que no vendrán a condenación porque son redimidos de la maldición de la ley y además son sellados por el Espíritu Santo hasta el fin" (Neal: "Artículos de Fe de las Iglesias Bautistas de New Hampshire").

            "Todos los verdaderos creyentes perserverarán hasta el fin. Aquellos a quienes Dios ha aceptado en Cristo y ha santificado por su Espíritu Santo, jamás caerán del estado de gracia, sino que perserverarán hasta el fin. Los creyentes pueden caer en pecado por negligencia y tentación; por lo cual contristan al Espíritu, menoscaban sus virtudes y su bienestar espiritual, hacen que haya reproches para la causa de Cristo y juicios temporalmente adversos a ellos; sin embargo, ellos serán guardados por el poder de Dios mediante la fe que produce salvación" (H. H. Hobbs: "Fe y Mensaje Bautistas," página 13).

           

(Vidaeter.)

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