“¿Por qué Walter Martin no clasificó el adventismo como secta?”
Tomo VIII:181-184
Por: Dr. Donald T. Moore
¿Quién es Walter Martin? Walter Ralston Martin (1928-1989), fundador y presidente del “Christian Research Institute” hasta su muerte, es considerado por muchos en EE.UU. como el preeminente defensor de la fe cristiana contra la intrusión de las sectas (inglés: “cults”) del Siglo XX. Por eso, lo han designado como “el padre de la apologética de las sectas.” Para algunos su autoridad es tan grande que aceptan su palabra casi como “la Palabra de Dios.” En general sus programas por radio, sus conferencias, sus escritos y publicaciones, han impactado para el bien la comunidad de fe cristiana evangélica contra su lucha con las desviaciones y las herejías cristianas. Sus principales investigaciones aparecen en las primeras ediciones sin editar de su famoso libro The Kingdom of the Cults, pero que yo sepa, nunca ha sido traducido al español. Mi primera edición de su libro en mi biblioteca personal tiene fecha de publicación de 1965 pero tengo 2 otras ediciones editadas años después de su muerte.[1] Cada una de éstas tiene un apéndice sobre “The Puzzle of Seventh-day Adventism” (“enigma” o “rompecabezas”) preparado esencialmente por Martin en la década de los 1950.
En 1955 Martin publicó The Rise of the Cults con un capítulo sobre el adventismo. Los adventistas respondieron a la clasificación de secta por él y otros en 1957 en un libro en inglés con el título Seventh-day Adventists Answer Questiones on Doctrine.[2] Los líderes adventistas sabían que la clasificación de los mormones (Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días) y los Testigos de Jehová estigmatizó a esas sectas y para evitar el mismo efecto, los adventistas modificaron su lenguaje y lo disfrazaron para hacerlo aparecer como más “ortodoxo” al cristianismo tradicional. En un esfuerzo de hacerle justicia a los adventistas y a la vez defender “la fe, una vez y para siempre [entregado] a su pueblo santo” (Judas 3 NTV), Martin comenzó a conversar con líderes adventistas y escribió el apéndice sobre la enigma de los adventistas que no los clasificó como secta. Cuando se agotó el libro adventista, en subsecuentes años presionó por la republicación de dicho libro, ya agotado, pero los adventistas nunca lo republicaron y nunca contestaron sus comunicaciones o le dijeron el porqué. En fin, mintieron por escrito, en conversaciones acerca de sus creencias y, finalmente, por su constante silencio ante las preguntas de Martin. Nunca fue publicado otra vez el libro que usaron para convencer a Martin que creían bíblicamente el significado de la crucifixión de Cristo o la autoridad de su profetisa Elena de White, lo cual, además, se ofuscó y se escondió en el libro de los “Fundamental Beliefs of Seventh-day Adventists”[3] la autoridad real que tiene Elena White en la Iglesia Adventista y su autoridad sobre la doctrina adventista. Comoquiera en 1980 ese libro de creencias da a la profetisa Elena de White igual o superior autoridad a la Biblia.[4]
Por último, si la definición de mentir significa faltarle a la verdad con la intención de engañar, eso incluye el acto de no decir toda la verdad o decir verdades a media con el deseo de despistar y seducir. Dada esta definición de mentir, la conclusión es obvia: el liderato adventista mintió a Walter Martin. O sea, éstos usaron el libro Questions on Doctrine para convencerlo que sus creencias eran evangélicas. No obstante, este libro no estaba en armonía con las posturas históricas adventistas y, por ende, su publicación resultó en una controversia profunda y de larga duración dentro de la misma Iglesia Adventista del Séptimo Día. Aun el conocido apologista John Ankerberg en su show en 1985 dijo que ya era tiempo de admitir que los adventistas no le dijeron a Martin, a Barnhouse y a sus otros colegas evangélicos la verdad. Hoy es aún más obvia su decepción. Les mintieron con el propósito de despistar y engañarlos.[5]
En 1985 el programa televisivo del “John Ankerberg Show,” un programa apologético, acerca de “¿Quién dice la verdad acerca del adventismo del Séptimo Día?” fue trasmitido. Han circulado copias del video en cinco partes o programas donde apareció una entrevista con Walter Martin y William Johnson, que era el editor de la publicación “Adventist Review.” En el segundo programa en referencia a los “27 Creencias Fundamentales de los Adventistas del Séptimo Día” Martin respondió a Johnson: “No me importa lo que dice el artículo de fe que tiene en la mano a menos que sea la práctica del adventismo.” Luego en el quinto programa Ankerberg preguntó a Martin: “Walter, ¿Qué tendría que cambiar para que clasificaría al adventismo como una secta (inglés: “cult”)? Además, conviene que pasemos al próximo paso y preguntar: ¿Cree que el adventismo está moviendo en esa dirección?” Martin contestó: “Yo creo que están moviendo en la dirección de ser una secta debido al papel clave que juega la Señora de White, lo cual no está cambiando, ni ha cambiado y, de hecho, nunca ha cambiado—pensar en eso me hace estremecer…” Luego agregó: “… los evangélicos y los fundamentalistas comenzarán a reevaluar mi clasificación [de los adventistas del Séptimo Día como “una iglesia cristiana evangélica”] diciendo ‘… que nunca hubo ningún cambio y que los adventistas no le dijeron la verdad y tampoco dijeron a Barnhouse la verdad, y que usted estaba engañado y usted (Martin) tiene que admitir públicamente el cambio en su clasificación.’” Finalmente, Martin afirmó: “Temo que si siguen progresando a este ritmo, que no es posible evitar que la clasificación como secta (inglés:”cult”) sea aplicada al Adventismo del Séptimo Día.” [6]
Esa contestación de Martin fue muy sorprendente, porque como una reconocida autoridad apologética admitió que tal vez se equivocó y que el adventismo en realidad estaba demostrando ser una secta (inglés: “cult”) y no una iglesia evangélica cristiana. El mismo Walter Martin, quien había quitado la etiqueta de “secta” de la Iglesia Adventista en la década de los 1950 ahora en 1985 admitió que se equivocó acerca del adventismo. Que cuando se reunió con los líderes adventistas en los años 1955 y 1956 en un esfuerzo de auscultar exactamente lo que ellos creían y que sin saberlo se estaba reuniendo con unos mentirosos muy sutiles y el resultado fue que lo engañaron.[7]
Hoy sabemos definitivamente que el adventismo merece ser categorizado como secta y ya es tiempo de admitir que Walter Martin se dejó convencer de un engaño intencional, pero él lo hizo en un sincero deseo de tratar a los adventistas honesta y honradamente, si en realidad eran hermanos y aceptaban la fe una vez entregada a los santos. Pero ¿se han arrepentido los adventistas o, por lo menos, algunos líderes adventistas de esa trampa? Evidentemente no. Cabe señalar que después de la muerte de Herbert W. Armstrong[8] (1892-1986), el fundador de la Iglesia de Dios Universal (“The Worldwide Church of God”), los líderes de esa iglesia clasificaron sus escritos como heréticos en 1986. Se arrepintieron de sus errores y se unieron a la comunidad de fe. “La Iglesia Adventista del Séptimo Día tuvo la oportunidad de hacer lo propio en los 1950. Cuando se reunieron con Martin tuvieron la oportunidad de limpiar su nombre acerca de su anti-trinitarianismo, su expiación multifacética, la identificación de la “adoración dominical” como la marca de la bestia, su requerimiento del sábado, la autoridad de la profetisa Elena de White y muchas otras creencias no bíblicas.[9] En vez de arrepentirse, escogieron a refrasear su postura para dar la apariencia de aceptabilidad a los cristianos evangélicos.[10] No obstante, algunos individuos adventistas[11] han respondido al llamamiento de Cristo de “seguir en pos de mí” (Mt. 11:28-29) al acceder a una voz celestial, “diciendo, ‘¡Salid de ella, pueblo mío, para que no participéis de sus pecados y para que no recibáis sus plagas! Pues sus pecados se han amontonado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus injusticias’ y “de sus maldades” (Apo 18:4-5 RVA y NTV).
(SD adventista y W. Martin)
[1] Dicho sea de paso, Walter Martin nunca ha sido mi principal autoridad sobre las sectas, a pesar de que en 1968 cuando escribí mi disertación doctrinal, incluí a los Adventistas del Séptimo Día como una denominación evangélica y no incluí a los mormones o la Congregación Mita. Eso se debió a mi falta de contacto con los adventistas y un estudio cuidadoso sobre ellos. Años más tarde viviendo yo en Río Piedras, un adventista me trajo un libro histórico sobre los adventistas en P.R. en muestra de amistad y yo se lo entregué una copia de mi escrito en la revista “La Sana Doctrina” sobre “El Sábado y/o el domingo” con fecha de septiembre-octubre de 1989. Nunca me volvió a visitar como me dijo. Además, yo nunca tomé un curso sobre las sectas en mis estudios universitarios o seminaristas, pero tuve interés en este área desde mi juventud cuando los Testigos de Jehová dejaron tratados en mi barrio y luego estudié sobre los mormones personalmente cuando un verano viajé a Idaho Falls a finales de los 1950 y tuve contacto con fieles mormones y varias publicaciones apologéticas sobre éstos bajo los consejos del Dr. Edwin Fast, un laico bautista fiel a la Iglesia Calvary Baptist cuando serví en un programa misionero llamado “Tentmakers.” Además, como adolescente escuchaba con frecuencia los programas de radio (The World Today) de Herbert W. Armstrong y aun suscribía a su revista. También la familia pastoral de Henry y Mary Eason me aconsejaron acerca de la Sana Doctrina en mi iglesia, la Palo Duro Baptist Church en TX. Y de allí en parte mi interés temprano por las doctrinas del catolicismo romano y aun confeccioné y diseminé varios boletines para informar a católicos de la salvación personal en Cristo (Ef 2:8-10). Hoy tengo en mi biblioteca personal tres ediciones del libro de Walter Martin, uno que es el original de 1965 comprada en noviembre 1975, otro editado (revisado, actualizado y expandido) con fecha de 1997 por Hank Hanegraaff y la última edición editada (revisada, actualizada y expandida) por Ravi Zacharías en la cual se identifica como “The definitive work on the subject” de las sectas (inglés: “cults”) con fecha de 2003. Tengo el tomo también de Anthony A. Hoekema, The Four Major Cults (Grand Rapids: Eerdmans Publishing Co., 1963) que incluye el adventismo como una de las cuatro sectas más grandes.
[2]Stephen D. Pitcher, “Did Adventist Leaders LIE to Walter Martin?” Proclamation! (July, August September 2010), 8-15.
[3] Creencias de los Adventistas del Séptimo Día. Edición Revisada. (Bogotá: Asociación Publicadora Interamericana, 1988). La edición en español.
[4] Ver “Según los adventistas, ¿Quién es la Señora Elena de Whlte?” Doctrinas Sanas y las Sectas Malsanas, VII, pp. 189-193 y la segunda parte VII (7):203-206.
[5] Pitcher, 14.
[6] Stephen Pitcher, “It’s a Question of Authority,” Proclamation (Fall, 2013), 9 (mi traducción); ver también Dr. John Ankerberg en la Internet.
[7] Ibid., 9.
[8] Ver “La Pura Verdad según Herbert W. Armstrong,” DSySM I:195-203.
[9] Ver “Los alimentos y el cristiano,” DSySM, I:30-34; “¿El sábado y/o el domingo?” I:136-144; “La segunda venida y los errores según el Hijo del hombre,” I:120-124; “La Naturaleza del Ser Humano,” IV:212-214; “Usemos debidamente la Palabra de verdad: Apocalipsis 19:9-10,” VI:190-194; “Las sectas que tramaron otras versiones de la Biblia,” VII:54-56.
[10] Pitcher, 15.
[11] Hay una organización en EE.UU. que agrupa a los ex-adventistas y publica la revista Proclamation! para adventistas convertidos a Cristo.