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“La Naturaleza del Ser Humano,” Tomo IV:212-214
Por:  Por: Luz Hernández

(La hermana Luz Hernández es farmacéutica de profesión y estudiante de maestría en Ministerio del Luther Rice Seminary. Es miembro activo de la Iglesia La Nueva Jerusalén en Bayamón donde sirve como directora de la Escuela Dominical.)

El ser humano es único en el orden de la creación. Esta es la visión presentada en el Antiguo Testamento. Es un ser creado por Dios diferente a todo lo demás. El hombre es más que un animal y fue creado poco menor que los ángeles (Sal 8.5). Dios hizo al hombre físico y espiritual en su naturaleza y constituido por diferentes partes.

En este escrito nos proponemos, con la ayuda de Dios, presentar las partes constitutivas del ser humano a base de su significado en las Sagradas Escrituras y su uso a través del desarrollo del pensamiento cristiano. También examinaremos algunas filosofías e ideas que han afectado la visión de la naturaleza del hombre.

            Dios usó la tierra como material para crear al hombre y luego sopló en el aliento de vida (Gn 2.7). Así creó una persona viviente y unitaria; lo material y lo inmaterial se combinaron para crear un individuo. Tanto en lo material como en lo inmaterial existe una diversidad pero sin la unidad del ser del hombre, esta diversidad no podría funcionar.[1] La Biblia nos muestra al hombre en su diversidad pero nunca pierde de vista la unidad como un todo, sino que la expresa y acentúa. Lo material e inmaterial del hombre se pueden distinguir. La muerte física se nos describe como la separación del cuerpo y del espíritu (Stg 2.26).

            El dualismo platónico enseñaba que el cuerpo era corruptible y que el alma existía en el mundo celestial en forma o idea pura antes de encarnar en el cuerpo humano, por lo cual era increada, inmortal, una parte de la Deidad. Hay una creencia popular llamada tricotomía que dice que el hombre está compuesto de cuerpo, alma y espíritu, pero esto lo veremos más adelante.

            Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento encontramos diferentes términos que se refieren a las partes que constituyen al ser humano. El Antiguo Testamento no explica los aspectos de la naturaleza humana en forma sistemática.[2] Algunos de estos términos pueden ser considerados centrales o secundarios a base de la frecuencia con que la Biblia los menciona.

            El hombre se compone de dos substancias, material e inmaterial. Cada una consiste de una variedad dentro de sí misma.[3]  El Antiguo Testamento no hace una diferencia marcada entre los aspectos externos, físico y material, y entre el aspecto interno, psíquico, emocional, volitivo y espiritual del ser humano. Términos que usualmente describen el aspecto físico del ser humano también tienen cualidades psíquicas y espirituales. Queda todavía por resolver si los antiguos hebreos y luego los cristianos usaron éstos términos para describir las partes individuales o aisladas de los seres humanos o si eran usados para ver los diferentes lados o aspectos de la totalidad del ser.[4]

 

 

Términos Bíblicos Referentes Al Ser Humano

 

A continuación se ofrece una presentación de los términos bíblicos más frecuentes y su utilización.

 

Términos más usados en el Antiguo Testame

      

El término nefesh que significa “aliento” o “alma” o “vida” tiene varias acepciones. El significado más básico se refiere a la vida personal y física que finaliza con la muerte (Gn 35.18; Éx 21.23a; Job 2.6).[5] También se puede referir al caso de una persona muerta (Lv 21.11; Nm 6.6; 19.11, 13).[6] Nefesh se refería a estados de la psiquis que expresaban sentimientos, emociones, deseos y apetitos (Gn 42.21; Is 53.11ª). También, nefesh era una persona viviente o personas vivientes en su totalidad (Gn.2.7; 12.5; 14.21). A veces nefesh podía ser usado como pronombre personal (Gn 27.4; Nm 15.27; Job 30.25b). En el Antiguo Testamento se relaciona a Dios hablando sobre Él mismo (Jer 5.9,29).[7]

Otro término es ruaj, que significa “viento” o “espíritu.”  En su aplicación a los seres humanos ruaj se usaba en el sentido psíquico con relación a la actitud o la disposición humana. El espíritu se puede perturbar, sentir celos, asombrarse, angustiarse, desmayar y se puede turbar (Gn 41.8a; Nm 5.14; 1 R 10.5; Is 61.3; Sal 77.3, 143.7; Dn 2.3). Segundo, ruaj indicaba la voluntad del ser humano (Éx 35.21; Ez 13.3).[8] En tercer lugar ruaj se asocia algunas veces al término hebreo que significa “corazón” equivalente al moderno “mente” (Éx 28.3; 35.21a; Sal 77.6b; Is 29.24; Ez 11.5; 13.3). Ruaj también se usaba con relación al aliento de vida o vitalidad al igual que nefesh (Jue 15.19; Sal 135.17b; Ez 37.5).

            El término basar generalmente traducido como “carne” se refiere al cuerpo físico, material del ser humano. Basar podía referirse a una persona o individuo, al matrimonio, como una sola carne, y a las relaciones familiares de consanguinidad (Gn 29.14; 37.27). Al igual que nefesh se usaba en sustitución al pronombre personal (Sal 63.1b; 84.2b).

            En el Antiguo Testamento este término no se usaba en relación con Dios. De hecho Isaías 31.3 explícitamente establece que Dios no es carne.[9] El término “carne” une a los humanos y a los animales al referirse a criaturas vivas en contraposición con el Dios Creador (Gn 6.12b, 8.17). En el Antiguo Testamento basar tiene un sentido de débil y perecedero (Is 40.6-8; Jer 17.5) pero no es el asiento del pecado, ni posee un mal inherente.

            El término “carne” no es idéntico al “cuerpo.” El hebreo no tiene un término para cuerpo, aunque la palabra gesem se traduce como “cuerpo” (Gn 47.18; Neh 9.37b; Dn 3.27). Tampoco se usa “carne” para denotar un cuerpo muerto o cadáver (Dt 21.23; 28.26; Jos 8.29).

            Leb o lebad, que significa “corazón” es el término antropológico más frecuentemente usado en el Antiguo Testamento.[10] Parece que el interés principal está en las cualidades psíquicas de las partes del cuerpo antes que las funciones físicas de los mismos.[11] “Corazón” principalmente se refiere al poder mental de una persona. Le adjudica al corazón todas aquellas cosas que nosotros les adjudicamos al cerebro y la mente.  Es el centro que regula el pensamiento y la voluntad de una persona, no sus emociones o sentimientos (Gn 6.5, 8.21; Éx 4.21, 7.3; Sal 14.1; 53.1).[12] También el Antiguo Testamento usa el término leb para referirse al modo de ser de las personas como por ejemplo cuando se dice “os daré un nuevo corazón” (Ez 36.26a) significando una nueva manera de ser.

            El término kelayot, que significa “riñones” en el Antiguo Testamento se refiere al centro de la conciencia humana. En las traducciones actuales de la Biblia se prefiere usar un equivalente moderno como conciencia. En Proverbios 23.16 kelayot sustituye el pronombre personal.

            El Antiguo Testamento emplea el término “me’im” que significa “intestinos.” Este se refiere al centro que regula la compasión y la misericordia (Jer 31.20c). En las traducciones modernas se usa compasión y misericordia.

            Cada uno de estos términos relativos a los seres humanos tienen varios significados con implicaciones físicas y psíquicas. Debe tenerse cuidado de considerar el contexto en que el término es usado.  En muchos casos se aplica a la totalidad de la persona. Cada uno de ellos en algunos sentidos puede usarse  casi como sinónimos de otros. Nefesh (“alma,” “vida”) y ruaj (“espíritu”) a veces se usan para referirse a la energía o vitalidad aunque no eran plenamente sinónimos. El hombre es una alma pero no se dice de él que sea un espíritu; más bien se dice que tiene un espíritu.[13]

            Tanto nefesh como basar se usaban para denotar al ser humano integral o sea unitario. Nefesh en el sentido de ser una “alma” o persona y basar en el sentido de ser un “cuerpo” o “carne” limitado y perecedero. Ninguno de estos dos términos se relacionaba a una existencia inmaterial o incorpórea después de la muerte. El Antiguo Testamento nos presenta el punto de vista hebreo del ser humano como una unidad integral. Aunque los seres humanos están hechos o se constituyen de muchas partes o aspectos, éstos no están marcadamente diferenciados.  Cada aspecto puede representar el todo o la función de otra parte o aspecto. La naturaleza humana es una unidad en la que hay diversidad.  Los términos referidos a las partes o aspectos son correlativos y no opuestos o antitéticos.

 

Términos en el Nuevo Testamento

 

            El término psyche, que significa “alma” o “vida” en el Nuevo Testamento se usaba en forma similar a nefesh;  se refería a la vida humana o vitalidad hasta el momento de la muerte (Mr 3.4; Mt 6.25; Lc 12.20a; Hch 15.26). También podía referirse a las personas en su totalidad (Hch 2.41b; Ro 13.1a; 1 P 3.20b). Psyche podía ser la vida misma en su totalidad (Lc 12.15; Hch 4.32). A veces psyche reemplazaba al pronombre personal (Lc 1.46; Is 12.18b; Mt 26.38a). A veces se asociaba a la salvación  en referencia a la vida o al ser total (Stg 1.21b; 1 P 1.9). En una acepción que no se encuentra en el Antiguo Testamento pero que está presente en la enseñanza de Jesús, psyche podía referirse a una vida que seguía o era restaurada después de la muerte (Mt 10.28, 39; 16.25).

            En el Nuevo Testamento pneuma, significa “espíritu,” “viento” o “aliento.” Puede referirse a la vitalidad o aliento de vida que se entregaba en el momento de la muerte (Lc 23.46; Hch 7.59b). También se refería al modo de ser o actitudes humanas (Hch 17.16; 1 P 3.4b). La palabra pneuma podía usarse como pronombre personal (Lc 1.47); así como a la mente o la energía mental y emocional (Mr 2.8a; 8.12a).

            Semejante al vocablo hebreo basar  está el término griego sarx que significa “carne.” Sarx se refiere a lo humano que se contrasta con Dios (Jn 1.14a). La palabra sarx podría referirse al pecado (Ro 8.6-8).

            Soma, que significa “cuerpo” no tiene un equivalente exacto en el Antiguo Testamento. Sus usos son variados en el Nuevo Testamento. Puede usarse con relación a un cadáver humano (Mt 27.58-60c; Hch 9.40b). También podía representar a una persona muerta o por morir (Heb 10.10) o a los seres humanos después de la muerte (Mt 5.29b). Soma se podía referir a la naturaleza física de los seres humanos en el presente (Lc 11.34; 1 Cor 7.4).

            El término kardia que significa “corazón” hace referencia al centro del pensamiento y de la voluntad o toma de decisiones en los seres humanos, no al centro de las emociones (Mt 5.8, 6.21; Ro 1.21,10.10). Splanjna significa “intestinos” o “entrañas.” Es semejante a su uso en el Antiguo Testamento y en las versiones o traducciones modernas de la Biblia se sustituye por “compasión” o “misericordia” (Fil 1.8; 2.1; Col 3.12).

            En el Nuevo Testamento podemos ver tres términos diferentes que significan “mente” en tres modalidades. El primero es nous, usado mayormente por Pablo y significa voluntad (Ro 7.25b; Ef 4.23; 1 Cor 1.10c). El segundo es dianoia y se refiere al intelecto (Mr 12.30c; Heb 8.10b, 10.16b; 1 P 1.13a; 2 P 3.1). El tercer término es noema que significa “mente” o “pensamiento” y se usa tanto negativa como positivamente (2 Cor 3.14a; 4.4a; 11.3b; Fil 4.7).

            En relación con los términos usados en el Nuevo Testamento podemos decir que psyche, neuma, y sarx tienen un significado similar a nefesh, ruaj, y basar en el Antiguo Testamento. Psyche tiene un uso particular en relación con la vida continuada o restaurada después de la muerte, y sarx en referencia al pecado. Soma no tiene un equivalente en el Antiguo Testamento. Kardia y splanjna se usaban de maneras similares a sus términos respectivos en el Antiguo Testamento. Los términos naos, dianoia, y noema son de usos distintivos neotestamentarios atribuidos a la influencia griega o helenística.

 

Uso posbíblico de los términos

 

            El pensamiento griego y helenístico tuvo una gran influencia en la doctrina cristiana.  Esta influencia se puede percibir especialmente en la forma en que los cristianos han entendido los términos bíblicos usados en referencia al ser humano. Como es de suponer, también, ha tenido su influencia sobre el pensamiento teológico occidental y su reflexión sobre los aspectos esenciales del ser humano.

            Los estudiosos, a menudo, contrastan el punto de vista hebreo con el griego que divide al ser humano en una dicotomía (cuerpo/alma, carne/espíritu) o una tricotomía (cuerpo/alma/espíritu) donde cada parte se opone a la otra. La visión griega era la de Platón.

El concepto de que el cuerpo es malo

 

En la edad patrística comenzó a penetrar en el cristianismo la idea de que el cuerpo era malo. Al ser el cuerpo la parte mala del ser humano necesitaba ser castigado o sometido para proporcionar el bienestar del alma o del espíritu humano. Consecuentemente esta práctica fue adoptada por los ascetas y los movimientos cristianos monásticos. La relación de la “carne” con el pecado establecida por Pablo fue mal interpretada y usada en apoyo para decir que el cuerpo era malo.

 

El alma como increada e inmortal

 

            Según la enseñanza de Platón, el cuerpo era corruptible pero el alma existía en el mundo celestial de forma e idea puras antes de su encarnación en el cuerpo humano y por lo tanto es increada e inmortal. La enseñanza bíblica es radicalmente opuesta a la platónica.  El cuerpo no es la prisión del alma, la cual es liberada por la muerte. Los teólogos y filósofos cristianos que consideran el alma como una entidad metafísica con mayor valor que el cuerpo se olvidan del significado veterotestamentario según el cual es el aliento de vida o la vitalidad de los seres humanos o la misma identidad humana como ya vimos antes. Esto trajo como consecuencia el que se pusiera en discusión el origen de cada alma humana llegando a ser este un importante problema teológico para el cual se propusieron diferentes teorías. Entre ellas: la preexistencia de las almas, el creacionismo divino directo, y el traducionismo.

La preexistencia de las almas sostiene que hay una preexistencia eterna de espíritus o almas que esperan

encarnarse en ángeles, demonios, o seres humanos. Su mayor exponente fue Orígenes de Alejandría (185-254). Esta teoría fue rechazada por la iglesia.

Según la teoría del creacionismo, el cuerpo humano se propaga por la concepción pero el alma es directamente creada por Dios y puesta en el cuerpo en el momento de la concepción o del nacimiento.[14] Esta teoría fue dominante en la iglesia oriental en la era patrística y en la iglesia occidental en la Edad Media. Sus principales exponentes fueron: Irineo, Pelagio y Tomás de Aquino. Actualmente continúa como creencia en la iglesia ortodoxa oriental y en la iglesia católica romana.  Los textos bíblicos usados para sustentar esta posición son Eclesiatés 12.7; Zacarías 12.1; Isaías 42.5; 57.16; Hebreos 12.9. Esta teoría es más consistente con el punto de vista popular que relaciona a las almas con la naturaleza más elevada del alma humana en contraposición con la naturaleza más baja del cuerpo humano.

Las objeciones a esta teoría son: que hace a Dios el creador de almas pecadoras, pasa por alto el hecho de que Dios es el creador del cuerpo humano y no toma en consideración la posteridad de los seres como descendencia que sale de los lomos de  nuestros ancestros.[15] Tampoco toma en cuenta que la enseñanza de la superioridad del alma sobre el cuerpo no es bíblica sino platónica.

La teoría del traducionismo sostiene que el alma y el cuerpo fueron creados en el momento de la creación del hombre (Gn 2.7) y trasmitidos e individualizados por el proceso de la reproducción. Esta fue la posición de la iglesia primitiva occidental siendo primeramente expresada por Tertuliano en el siglo III y apoyada por numerosos exponentes durante la historia del cristianismo.  Algunos de ellos son: Gregorio de Nicea en el siglo IV; John Milton en el siglo XVII, A.H. Strong, E.Y. Mullins, y H.C. Thiessen. Luego de siglos de debate y de defensas de estas teorías, pocas veces se ha preguntado si sus preposiciones son válidas.[16]

La inmortalidad inherente del alma humana

 

La influencia helenística sobre el ser humano ha traído también el concepto según el cual cada alma humana es inherentemente inmortal. La enseñanza aristotélica veía al alma como el principio vital del cuerpo pero ni el cuerpo ni

el alma podían existir independientemente del cuerpo.[17] Este concepto ha tenido defensores y opositores. Entre los defensores se encuentran: Ambrosio, Jerónimo y Agustín Nipona. Para los neoplatonístas humanísticos del siglo XV, “el alma en todos los hombres es numéricamente un principio único, y que solamente esta alma general es inmortal.” El Quinto Concilio de Letrán (1512-1517) condenó este punto de vista y enseñó la individualidad e inmortalidad del alma humana.  Calvino rechazó el concepto de una alma mundial y aceptó la inmortalidad del alma individual. Esta creencia de Calvino parece haber influenciado en  la aceptación por parte de los protestantes en la inmortalidad del alma.

Durante los siglos XIX y XX, y actualmente, el rechazo del concepto de la inmortalidad innata del alma se ha expresado en dos formas: los Adventistas del Séptimo Día y los Testigos de Jehová. Sostienen que solamente Dios es inmortal.  Ellos creen en la aniquilación de todos los seres humanos injustos y que la inmortalidad será dada por Dios a los justos en la segunda venida de Jesús. Este rechazo está acompañado de la doctrina de que al morir el cuerpo, el alma deja de existir. Ningún aspecto del hombre continúa existiendo conscientemente después de la muerte, porque cuando el hombre muere deja o cesa de existir totalmente.[18]  En su doctrina del final de las cosas ambos enseñan que después de la resurrección del cuerpo será la aniquilación total de los injustos y niegan que haya un lugar de tormento eterno llamado infierno.[19] La vida eterna es la continuación de la existencia y se pasa por alto la evidencia bíblica que nos enseña de la consciencia de los justos después de la muerte.

Muchos teólogos y biblistas de finales del siglo XX y aun hoy en día han rechazado la inmortalidad del alma. Han llegado a la conclusión de que si los escritos bíblicos enseñan que la inmortalidad de los seres humanos o el don de la “vida eterna” son dados por Dios, entonces la inmortalidad no debe verse como algo innato o inherente como en el pensamiento griego. Entre estos pensadores están: Emil Brunner, Oscar Cullman, y Dale Moody. Los que se oponen a la inmortalidad innata tienen sus argumentos persuasivos al respecto, pero no han presentado sus argumentos en cuanto a sus propias ideas con relación al estado de los justos e injustos después de la muerte. En un artículo publicado por Robert A. Peterson, profesor de teología sistemática en el Covenant Theological Seminary de St. Louis, en la revista Christianity Today se presenta el debate entre los puntos de vista de los tradicionalistas y los condicionalistas. Los tradicionalistas creen en el tormento eterno en duración y los condicionalistas creen en la aniquilación.[20] Tampoco se puede ver claramente las diferencias entre el argumento de aniquilación propuesto por los Adventistas del Séptimo Día y los Testigos de Jehová. Para los primeros parece ser que la aniquilación será después de la resurrección donde los injustos serán destruidos.[21] Los Testigos de Jehová enseñan que hay una parte de los muertos, los inicuos que a sabiendas y deliberadamente hacen lo malo que no se les hará volver porque ya han sido juzgados dignos de ser destruidos.[22]

Las Partes Constitutivas del Ser Humano en Cuanto a Criaturas

 

Aunque todos están de acuerdo en que el ser humano consiste de la parte material e inmaterial, no todos concurren en que las partes constitutivas del ser humano puedan identificarse como componentes de la vida humana. Existen varias teorías al respecto que debemos considerar. No debemos perder de vista que se relacionan con la influencia helenística sobre la doctrina cristiana.

 

 

Teoría de la Tricotomía

En primer lugar veremos la teoría de la tricotomía. Esta propone que el cuerpo humano consiste de cuerpo, alma, y espíritu. Esta teoría está representada por los padres de la primitiva iglesia griega como Orígenes, Apolinario y Dídimo el Ciego. Por algún tiempo fue el punto de vista prevaleciente de la iglesia del oriente. A favor de esta teoría se citan dos pasajes del Nuevo Testamento, 1 Tes 5.23 y Heb 4.12. También pueden usarse como apoyo 1 Cor 2.14-15, 3.3, donde Pablo hace diferencia entre el hombre “natural,” “los carnales” y “el hombre espiritual.[23]” Actualmente muchos triconomistas explican las tres partes distintas de la forma siguiente. El cuerpo es la forma en que las personas pueden alcanzar el mundo y estar conscientes al ponerse en contacto con su ambiente físico. El alma es la forma en que toma consciencia de sí mismo y de su propia expresión en relación con otros seres humanos.  El espíritu es la manera en que el hombre adquiere conciencia de Dios. La tricotomía popular hace al espíritu superior al alma, y el espíritu y el alma superiores al cuerpo.  El espíritu y lo espiritual han de ser cultivados mientras que lo del alma y el cuerpo es despreciado.[24] En Heb 10.38 “alma” se usa en cuanto a Dios.

 

Teoría de la Dicotomía

 

La teoría de la dicotomía prevaleció en el occidente sostenido por Tertuliano (160-225) y Agustín (354-430). Esta teoría establece que los seres humanos están constituidos por dos partes distintas: el cuerpo y el alma o espíritu. El alma o espíritu representan la parte más elevada del hombre. La personalidad y el espíritu están relacionados al alma.

Se han usado un mayor número de referencias bíblicas para apoyar este punto de vista que el de la tricotomía. Entre los textos bíblicos se encuentran Gn 2.7; Is 10.18a; Ec 12.7; Job 32.8, 33.4. En estos “espíritu” y “aliento” se interpretaron como paralelismo sinónimo. Del Nuevo Testamento se han usado: Lc 1.46-47; Mt 10.28b; 1 Cor 5.3,5; 2 Cor 7.1b; Ro 8.10; Ef 2.3b; Col 2.5a. Estos pasajes se interpretan de forma tal que “alma,” “espíritu” y “mente” son sinónimos y se emplean distintivamente. 

El holismo

 

Al holismo no se le considera una teoría sino solamente una idea.[25] Según esta idea el hombre es uno y por lo tanto no está constituido por partes. Esta idea tomó auge durante el siglo XX y aún lo sigue haciendo. Enfatizan que no hay dos o tres elementos constitutivos del ser humano. Afirman las acepciones que la palabra “alma” tiene, en la que la palabra transmite la idea de la existencia humana independiente. También subrayan que el pensar cristiano tradicional haya estado influenciado por la cultura y pensamiento helenísta.

 

Conclusión

 

            El Antiguo Testamento ve al ser humano como un ser único en la creación. Lo material se combinó con lo inmaterial para formar un ser viviente singular y unitario. Tanto dentro de lo material como de lo inmaterial que lo componen hay una maravillosa diversidad que se combinan de un modo sin igual para hacer un ser individual.

            Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento se mencionan elementos constitutivos del hombre como alma, cuerpo, espíritu, carne, corazón, riñones, intestinos y entrañas. Sin embargo, no se presentan como conceptos que forman una teoría antropológica o psicológica determinada. Tampoco se deben entender a la luz de conceptos de la filosofía griega puesto que la Biblia no emplea estos términos con rigor científico y un mismo vocablo puede denotar diversos sentidos, o dos vocablos diferentes pueden denotar una misma realidad humana. La Biblia siempre habla del hombre como una realidad total.

            La Biblia no desprecia el cuerpo físico ni sus funciones como se presentó en la teoría de la tricotomía. El apóstol Pablo declara el pensamiento bíblico al decir: “Vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo y le pertenece a Dios” (1 Co 6.19). El cuerpo no debe degradarse (Ro 1.24) más bien se debe dedicar a la glorificación de Dios (1 Co. 6.12-20) ya que el mismo será objeto de la redención (Ro 8.23; Fi 3.21). 

 

            Hemos presentado la naturaleza del ser humano. También hemos examinado los diferentes significados y usos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento usados para referirse a las partes que constituyen al ser humano. Así como también las filosofías e ideas que han afectado o influenciado el pensamiento cristiano desde la iglesia primitiva.

 

            En la actualidad podemos ver que el tema de la naturaleza del ser humano es uno que todavía presenta sus controversias y posee sus misterios. 

 

 

[1]Charles C. Ryrie, Teología Básica (Miami, FL: Editorial Unilit, 1993), 221.

[2] Ralph L. Smith, Old Testament Theology (Nasville, TN: Broadman and Holman Publisher, 1993), 264.

[3] Charles C. Ryrie, Teología Básica (Miami, FL: Editorial Unilit, 1993), 223.

[4] Ryrie, Teología Básica, 223.

[5] James L. Garrett, Teología Sistemática, Tomo I (El Paso, TX.: Casa Bautista de Publicaciones, 1996), 455.

[6] Smith, Old Testament Theology, 268.

[7] Smith, Old Testament Theology, 267.

[8] Garrett, Teología Sistemática, Tomo I, 456.

[9] Smith, Old Testament Theology, 264.

[10] Ibid., 268.

[11] Ibid., 269.

[12] Garrett, Teología Sistemática, Tomo I, 457.

[13] Ryrie, Teología Básica, 224.

[14] Floyd H. Barackman, Practical Christian Theology (Grand Rapids, MI: Kregel Publications, 1998), 269.

[15] Barackman, Practical Christian Theology, 269.

[16] Garrett, Teología Sistemática, Tomo I, 467.

[17] Smith, Old Testament Theology, 261.

[18] Anthony A. Hoekema, The Four Major Cults (Grand Rapids, Michigan: William B. Eerdmans Publishing Company, 1974), 345.

[19]Hoekema, The Four Major Cults, 360.

[20]Robert A. Peterson, "Undying worn unquenchable fire," ChristianityToday, 44:12 (October 23, 2000), 32.

[21] Ibid., 136.

[22] Watchtower Bible and Tract Society of New York De paraíso perdido a paraíso recobrado (Brooklyn, NY: International Bible Students Association, 1959), 229.

[23] Garrett, Teología Sistemática, Tomo I, 270.

[24] Ryrie, Teología Básica, 222.

[25] Garrett, Teología Sistemática, Tomo I, 472.

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