“¿Concuerda el mensaje adventista de salud con la Biblia?”
SD (Nov-dic 2015), 9-14
Por: Dr. Donald T. Moore
¿Concuerda el mensaje adventista de salud con los libros bíblicos apostólicos? La Biblia en ningún lugar enseña que el Espíritu Santo mora en las neuronas de los lóbulos frontales de los creyentes. Pero sí hace claro que todos los seres humanos están muertos en pecado, y son de naturaleza hijos de la ira (Ef 2:1- 3), pero cuando creen en el Salvador Jesucristo, pasan de la muerte a la vida (Jn 5:24). Asimismo la Biblia afirma que el Espíritu Santo testifica con el espíritu de los hijos de Dios cuando creen en el Señor Jesús (Ro 8:16). El segundo nacimiento los lleva a una vida transformada “por la renovación de la mente” (Ro 12:2), y a medida que el Espíritu Santo aplica la Palabra de Dios a su vida, se le convence de la verdad y la madurez espiritual. Crecemos en la gracia más y más y en su voluntad cuando nos sometemos a Él y confiamos en Él crecemos.
La profetisa adventista cuyos escritos definen la interpretación y teología adventista reclamaba haber tenido visiones de Dios, a pesar de que con frecuencia estas no tenían apoyo bíblico ni fueron enseñadas en la Biblia. Más bien, enseñaron unas prácticas y creencias que fueron enseñadas por los que practicaron el paganismo, las religiones orientales y la Nueva Edad y todavía las observan.
La verdad es que el vegetarianismo y la práctica acética de privarse de ciertos alimentos no tienen ningún efecto sobre la carnalidad humana y tampoco pueden someter o dominar los deseos sensuales. Pablo instruyó a los creyentes acerca de esto en Colosenses 2:20-23: “Si con Cristo ustedes ya han muerto a los principios de este mundo, ¿por qué, como si todavía pertenecieran al mundo, se someten a preceptos tales como: ‘No tomes en tus manos, no pruebes, no toques? Estos preceptos basados en reglas y enseñanzas humanas, se refieren a cosas que van a desaparecer con el uso. Tienen sin duda apariencia de sabiduría, con su afectada piedad, falsa humildad y severo trato del cuerpo, pero de nada sirven frente a los apetitos de la naturaleza pecaminosa” (NVI).
En vez de adorar al “señor Krishna”46 o hacer contacto con los poderes ocultos serpentinos de kundalini, los verdaderos cristianos adoran al Señor Jesús quien aplastó la cabeza de la serpiente (Gn 3:15). En vez de unir con la “fuerza divina” del oculto, los cristianos se someten al yugo de Cristo (Mt 11:19). En vez de sus cuerpos y el universo ser controlados por prana o la fuerza vital, hace falta recordar que en Cristo “vivimos, y nos movemos, y somos” (Hch 17:28), porque Él mantiene todas las cosas en orden (Col 1:17). En vez de concentrarnos en nuestra propia divinidad interna, conviene recordar que nuestros corazones son desesperadamente malvados y mirar afuera de nosotros por el único Salvador y no adentro. En vez de “purificarnos” con ciertos alimentos, es importante recordar que Cristo enseñó que nada que el hombre come le hace impuro (Mc 7:17-23). En vez de aceptar la idea equivocada que tenemos control sobre Dios, debemos recordar que Él es todopoderoso, y que ningún alimento que comemos tiene la capacidad de bloquear su presencia en nosotros. Tampoco hace un impedimento físico o mental.
El error básico del mensaje adventista de salud es identificar estas cosas como parte del ministerio de Jesús, pues Jesús declaró todos los alimentos limpios (Mc 7:19) y aun comió pescado en su cuerpo resucitado (Lu 24:41-43). Además, Jesús fue atacado por los judíos por falta de observar el sábado y por su reclamo que Dios era su Padre (Jn 5:18). De hecho, Jesús dijo a la mujer samaritana que “los verdaderos adoradores que adorarán al Padre en espíritu y verdad; pues tales el Padre busca para adorarle” (Jn 4:21-24). La esencia del ministerio de salud de Jesús fue su declaración que Él era el Mesías, pues cumplió las profecías junto con su sanidad de los sordos, ciegos, cojos y la restauración a vida de los muertos. Enseñó que la obra de Dios fue “que creas en Él que Él había enviado” (Jn 6:29). En definitiva, el ministerio de salud adventista no es lo mismo que el ministerio de salud del Hijo de Dios.47
Pablo hace claro que los alimentos no afectan nuestra vida espiritual, mientras que comemos “para el Señor” (Ro 14:6). Además, Jesús enseñó como parte del nuevo pacto que nadie debe clasificar un alimento “impuro” (Mc 7:19; Hch 10:9-16; 1 Ti 4:1- 5). El crecimiento espiritual y la madurez del cristiano no dependen de lo que comemos o rehusamos comer. De hecho, asimismo Dios instruyó a Pedro que no debía llamar a ningún hombre o alimento impuro. A partir de esa revelación de Dios Pedro pudo entrar a la casa de Cornelio, un gentil, y quedarse en un medio ambiente donde comían alimentos prohibidos a los judíos en el antiguo pacto. Según el nuevo pacto Jesús rompió las barreras establecidas por la ley antiguotestamentaria y que separaban al pueblo judío de los gentiles. De manera que, hoy el evangelio manda a sus hijos nacidos de nuevo que pueden comer cualquier alimento servido “sin hacer pregunta alguna por su consciencia” (1 Co 10:27).
Nuestra posición ante Dios, el recibimiento del Espíritu Santo y su voluntad no tiene nada que ver con nuestra dieta. Más bien, tienen que ver con nuestra fe y confianza en el Señor Jesús como sacrificio por nuestros pecados.48
[44] Citado por Granger (25-26) de Isaac C. Wellcome, History of the Second Advent Message and Mission,” p. 397. 45 Ibid., 406
[46] “El movimiento Hare Krishna,” SDySMI 1:214-222.
[47] Tinker, 21
[48] Tinker, 17