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“El apóstol Pedro—preeminente pero humano,” Tomo I:130-135
Ver También IV:4 Revista (julio-agosto, 1989).
Por: Dr. Donald T. Moore

¿Fue Pedro el primer papa?

 

A veces cuando los católicos hacen esta pregunta, quieren saber si "¿Es verdad que puedo tener fe en la jerarquía de la Iglesia Católica que tiene al Papa como su cabeza?" En algunos casos no ayuda nada discutir si Pedro era el primer papa de la Iglesia Romana, pues los propios teólogos católicos a través de la historia han estado divididos en cuanto a la referencia de que "sobre esta roca voy a edificar mi iglesia" (Mt. 16:16)[1]. La mayoría de los padres de la Iglesia durante los primeros siglos creían que se refería a la confesión de Pedro de que Jesús era "el Mesías, el Hijo de Dios viviente" o sea, de que se trataba de una referencia al mismo Cristo. Como quiera la iglesia está edificada sobre Cristo mismo como el Mesías y la piedra angular del "fundamento de los apóstoles y los profetas" que predecía su venida (Ef. 2:20). Asimismo, Pedro en su primera carta (2:4-6) hizo una invitación a ir a la Piedra viva (a Cristo) que fue rechazada por los hombres y luego Dios lo hizo a El la piedra angular en quien deberíamos poner nuestra confianza. Además, Jesús mismo veía a sí mismo como el fundamento de la iglesia que iba a edificar (Mt. 21:33-46). Así que se debe recalcar que lo más importante es poner la fe en El personalmente, porque efectivamente podemos tener plena fe y confianza en Cristo, la cabeza de la iglesia.

 

 

¿Quién es la cabeza de la Iglesia hoy?

 

A pesar de que el Segundo Concilio Vaticano y el Catecismo de 1994 insisten en que Pedro y los sucesores encabezan la iglesia en el día de hoy, la Biblia no apoya esta posición. Existen diferentes razones bíblicas para descartar esa idea. Primero, Pedro no actuaba como si fuera el papa que mandaba en la iglesia. No fue Pedro sólo quien decidió ir con Juan para examinar el ministerio de Felipe en Samaria, sino que los APOSTOLES enviaron tanto a Pedro como a Juan (Hch. 8:14). Además, cuando Cornelio se postró en reverencia a los pies de Pedro, le mandó parar, porque era solamente un hombre (Hch. 10:25-26). Ese mandato del apóstol dista mucho de la reverencia que los devotos dan a los papas en el día de hoy. También Pedro en su primera carta se identifica como un anciano igual a todos ellos (5:1) en vez de reclamar el rango de príncipe de los apóstoles con autoridad sobre todos. Y eso no era únicamente una táctica o estrategia para manipularlos.

Los otros apóstoles tampoco reverenciaban a Pedro como la cabeza de la iglesia o el vicario de Cristo en la tierra. En el Concilio de Jerusalén (Hch. 15) Pedro no presidió, no propuso y no dictó la solución al problema bajo discusión, pues Pedro era uno entre varios que aportaron sus testimonios y sugerencias, pero fue Jacobo (Santiago) quien propuso la solución. En una ocasión Pablo viajó a Jerusalén y se reunió con los tres líderes principales que eran Jacobo (Santiago), Pedro y Juan -- y no con Pedro sólo. El resultado de esa visita hizo claro que Pedro no era el pastor universal del cristianismo, pues todos estaban de acuerdo en que Pedro con los otros líderes se encargaría del ministerio a los judíos y que Pablo con Bernabé iría a los no judíos (Gá. 2:1-10).

Tercero, Pedro mismo afirmó que Jesús era la cabeza de la iglesia. La piedra rechazada en Sión se convirtió en la piedra angular (1 Pe. 2:6-7). Cuarto, las epístolas paulinas también subrayan el hecho de que aun después de su muerte Jesús seguía siendo la cabeza de la Iglesia (compare 1 Cor. 3:11; Ef. 1:22; 2:20-21; 5:23; Col. 1:18). Así que está claro que Jesús no delegó su autoridad sobre la tierra (Mt. 28:18) a ningún ser humano en la tierra, pues mandó al Espíritu Santo a ella en su representación para ser su Vicario o sustituto (Jn. 14:15-18; 16:7-11) y ese Espíritu sigue en esa capacidad en el día de hoy.

 

 

¿Cuáles son las llaves[2] de San Pedro?

 

Según la Iglesia Católica las llaves simbolizan el derecho de los apóstoles y sus sucesores[3] los obispos de perdonar pecados. ¿Es cierto esto? Existen varias preguntas que podemos hacer acerca de las llaves. ¿A qué se refieren las llaves (plural) del reino (Mt. 16:18-19)? Notemos primero que en vez de Pedro insistir en que él tenía el poder para perdonar los pecados, le dijo a Simón el mago, "Arrepiéntete ... de esta tu maldad y ruega a Dios, si quizás te sea perdonado el pensamiento de tu corazón" (Hch. 8:22). Además, es evidente que la preocupación del apóstol Juan fue comunicar el mensaje de las buenas noticias acerca de Jesucristo (1 Jn. 1:5) y luego la confesión de pecados se hacían a Dios (1 Jn. 1:9), no a él ni a otro apóstol. Asimismo, en la gran comisión Jesús instruyó a sus discípulos a hacer a las gentes sus seguidores mediante su mensaje (Mt. 28:18-20). Así que las llaves son el mensaje y no un derecho sacerdotal de declarar los pecados perdonados.

 

¿Se le dio las llaves a Pedro sólo?

 

No fue exclusivamente él quien recibió el mensaje de la salvación o las llaves. Según Mateo, se le dio la gran comisión a por lo menos los once apóstoles (Mt. 28:16, 18) antes de la ascensión de Cristo al cielo, pero probablemente fue la ocasión de la reunión de una multitud de 500 testigos a la resurrección de Jesús (1 Cor. 15:6). Según Juan 20:19-23 se les encargó a todos los apóstoles la misma tarea de compartir el mensaje y de esa manera remitir los pecados. Concluimos, pues, que Cristo dio las llaves a todos sus apóstoles y, por ende, a todos sus discípulos.

 

 

¿Cuál es la autoridad máxima de la fe cristiana, la Biblia o la tradición o las dos juntas?

 

A veces los católicos hacen esta pregunta debido a la enseñanza de los concilios. El Segundo Concilio Vaticano y el nuevo catecismo de 1994 dicen que la tradición sagrada y la Escritura forman un depósito de la Palabra de Dios que fue entregada a la Iglesia Romana. Como apoyo citan también 2 Tes. 2:15.

En realidad cuando hacen esta preguntan quieren saber: "¿En qué podemos creer -- la Biblia o la Biblia y la tradición?"[4] Cabe señalar que Pablo escribió a la iglesia de Tesalónica antes de que el Nuevo Testamento fuera escrito y formado como parte de la Biblia. Con razón, entonces, señaló en 2 Tes. 2:15 la importancia de seguir las enseñanzas recibidas, pues Pablo las había recibido del propio Cristo (compare Hch. 2:42; 1 Cor. 11:23). Mas tarde las cartas apostólicas, incluso la primera carta a los tesalonicenses, tendrían el mismo mensaje recibido de Dios y estas con el transcurso del tiempo formaron una parte de las Escrituras. Así que lo que era tradición en los tiempos de Pablo se recibió en la Biblia y forma parte de las Escrituras hoy. Por eso no se necesitan las tradiciones formuladas después de los apóstoles, pues en las Escrituras tenemos todo lo necesario para la salvación en Cristo (2 Ti. 3:14-17; Mt. 15:1-9; Mt. 22:32-32)[5].

Otro texto citado por los defensores de la tradición es Jn. 21:25. Pero aunque está claro que Juan no puso por escrito todo que Jesús hizo, lo que escribió era suficiente para la salvación de los lectores. Así que no hace falta otra enseñanza tradicional para complementar el evangelio, porque ya contiene todo lo necesario. Además, lo que no se incluyó en los cuatro evangelios si fuera inspirado por el Espíritu Santo estaría de acuerdo y no contradiría lo que Juan y los otros apóstoles escribieron. Cabe señalar que Cristo advirtió en contra de las tradiciones de líderes religiosos que contradicen el mensaje inspirado de Dios aunque digan que provenga de Dios (Mt. 15:7-9; Mc. 7:13; compare Col. 2:8; 2 Ti. 3:14-17).

 

    

[1]Vea Las doctrinas sanas y las sectas malsanas, "El apóstol Pedro -- preeminente pero humano", pág. 130-135 y La Sana Doctrina de la nota anterior; White, pág. 120, 249n. 22, 249 n. 25.

     [2]Vea Las doctrinas sanas y las sectas malsanas, "El apóstol Pedro -- preeminente pero humano", pág. 130-135.

     [3]La apelación a Is. 22:22 en referencia a supuestos sucesores no procede por varias razones: (1) Llave es singular, no plural. (2) La interpretación de Jesús de esa misma llave en Apo. 3:7 afirma que Cristo tiene (verbo presente) la llave de David para cerrar y abrir. No la dio a otros, pues su posesión actual de esa llave lo distingue de todo ser creado. Además, falta evidencia de intérprete o padre alguno que haya relacionado Is. 22:22 con Mt. 16:18-19 durante los primeros 700 años del cristianismo y eso hace claro que no es una interpretación apostólica (White, 249 n. 18).

     [4]Ya que la Iglesia Católica reclama ser la que define ambas y a la vez el intérprete de ambas, la máxima autoridad en realidad suele ser la misma Iglesia con su jerarquía en vez de la Biblia y/o la tradición.

     [5]White, pág. 55-102. Geisler, Norman L. & MacKenzie, Ralph E., Roman Catholics & Evangelicals. Grand Rapids: Baker Books, 1995, pág. 184-194.

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