“Profecías sobre la muerte del Mesías,” Tomo VII:12-17
Por: Dr. Donald T. Moore
En el Antiguo Testamento hay dos pasajes extensos proféticos sobre la futura muerte del Mesías.[1] El primero está en el Salmo 22 y describe 1000 años antes las circunstancias físicas que iban a rodear su muerte y el segundo en Isaías 52-53 escrito dos o más siglos después, éste da el significado de su muerte. Seguramente Jesús explicó estos pasajes a los discípulos cuando resucitó y se les apareció con su cuerpo glorificado (Lu 24:27).
El grito de angustia del futuro Mesías (Sal 22)
Una de las siete últimas palabras de Jesús en la cruz fue: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" (Mt 27:46; Mc 15:34). Esa cuarta palabra fue una cita directa en el arameo, el idioma nativo del Mesías, de la primera parte de Salmo 22:1. ¿Por qué citó Cristo ese salmo en vez de otro? Primero, porque expresaba exactamente lo que El sentía en ese momento, y segundo y más importante aún, evidentemente sabía que otros le escuchaban y sería una manera efectiva, e indirecta de decir a los oyentes: comparen las descripciones de angustia del Salmo 22 con mi experiencia de agonía en la cruz. De esa manera se convirtió para siempre en una profecía mesiánica para los seguidores de Cristo. Cabe señalar que si se trata de un salmo escrito por David para el año 1000 a.C., entonces lo escribió cuando ningún pueblo en el oriente usaba la crucifixión como medio para ejecutar a los criminales. Los asirios fueron los primeros en usar ese método cruel unos 200 años después del reinado del salmista. Por supuesto las vivencias de David también le ayudaron a escribir este salmo tan emotivo con numerosas descripciones exactas de lo que iba a ocurrir un milenio después.
El angustiado se sentía abandonado por su Dios, pues clamaba día y noche sin recibir respuesta que le diera descanso (22:1). Por eso en la segunda estrofa (vv. 3-5) apeló a la santidad de Dios, su poder soberano y su relación como el alabado por Israel. Señaló que sus padres confiaron en él, le pidieron ayuda y los libró de la esclavitud y el sometimiento doloroso de los egipcios en el pasado. Así que Dios no los defraudó. Al hacer referencia al acto portentoso de su Libertador, el angustiado estaba apelando indirectamente a Dios a que no le defraudara tampoco en libertarle de su angustia.
En la tercera estrofa (vv. 6-8) dirige su atención dentro de sí mismo a su pequeñez e insignificancia, pues es menos que hombre; es como un gusano o chiste, porque los que le ven se burlan de él, haciéndole gestos denigrantes. Le acusan de tener confianza en el Señor quien debe demostrar su respuesta librándole. Después de todo el angustiado le quería tanto, seguramente lo salvaría.[2]
En la cuarta estrofa el angustiado meditó sobre su pasado durante sus primeros años de vida. Cuando se le hizo nacer del vientre de su madre, tenía que buscar descanso sobre su pecho. Así tenía su madre para cuidarle, protegerlo y consolarlo, pues ella nunca lo abandonó. No solamente ella estuvo allí para El, sino aun antes de su nacimiento, estuvo bajo el cuidado de su Dios aun estando adentro del vientre de ella. Jehová fue su Dios pues lo protegía personalmente y con gran esmero. Y ahora en su gran necesidad y agonía cuando su madre no podía cuidar o proteger al angustiado, ¿qué iba hacer? Rogó a su Dios a que se quedara cerca, porque estaba al borde de la muerte. Se intensificó su angustia ya que no tenía a nadie en lo absoluto para ayudarle; su madre, sus familiares, sus amigos y sus seguidores no podían darle la mano. Sintió también el abandono de su Dios quien no le acompañaba para socorrerle.
En la quinta estrofa (vv. 12-18) el angustiado se encuentra rodeado de sus enemigos que son denominados como toros bravos de Basán que le quieren cornear, leones feroces que abren sus fauces para lanzarse sobre él como su víctima y una banda de perros malvados que desgarran sus extremidades. Solo, abandonado y rodeado por sus enemigos que quieren troncharle la vida, apela otra vez a su Señor, que le daba fuerza, a quedarse cerca y no se alejara de El (vv 19-21), porque de otra manera moriría como víctima de sus enemigos.
En la quinta estrofa hay más de media docena de descripciones de las circunstancias que iban a rodear al Mesías en su muerte de martirio en la cruz. En los versos 12, 13 y 16 se subraya la presencia de muchos enemigos que estarían alrededor de El. Serían testigos oculares de diferentes pueblos de su último suspiro. Además, en el versículo 14 aparece la descripción más clara de los huesos dislocados fuera de su juntura. Eso puede referirse a una de las siguientes situaciones o una combinación de ellas: los clavos que perforan las manos y los pies, la lanza que penetra su costado entre unas costillas o las junturas que unen sus brazos al tronco de su cuerpo o sus codos. Una descripción menos obvia tiene que ver con la primera parte del mismo versículo donde afirma que el agua se derrama pero cuando esto se une a la última parte del verso donde menciona el corazón que, al seguir bombeando sangre, derrama gota por gota la sangre como la cera que se derrite y luego coagula en los lados de una vela. Así gota por gota la sangre sale de las muchas heridas del Mesías cayendo de su cuerpo y agotándosele la vida. El versículo 15 describe la boca seca del angustiado, pues no tenía saliva que le facilitara mover la lengua. Estaba tan seca como una teja de barro en los techos españolados donde el sol candente del medio día consume toda la humedad y al caerse, se rompe en mil pedazos. En este caso se describe una condición física como la de Cristo quien probablemente no había bebido agua u otro líquido desde el día anterior. Seguramente los soldados que le llevaron de diferentes audiencias para ser juzgado nunca le tuvieron piedad o compasión para darle de beber. Luego al ser colgado desnudo a la cruz estaba sujeto a los rayos candentes del sol palestino del medio día. Indudablemente fue totalmente desnudo, pues era otra costumbre de los romanos para poner en vergüenza a un criminal ejecutado en la cruz. Tal situación intensificaría en forma especial el bochorno para Cristo, pues conocía muy bien las restricciones de la ley sobre ese tipo de exposición de su cuerpo en público. Sufriendo de deshidratación, Cristo dijo, "Tengo sed." Tampoco fue una sed por las almas de los perdidos que sintió en ese momento, sino sus propias células en todo su cuerpo clamaban por el líquido preciado, ya que estaba a punto de morir.
El versículo 16 señala que sus enemigos habían desgarrado las manos y los pies del angustiado. Y efectivamente a instancias de los judíos quienes querían verlo crucificado, metieron clavos largos y gruesos en sus palmas o en sus muñecas. Típicamente el arte tradicional occidental los colocaba en sus palmas pero la sábana de Turín[3] sugiere de que los clavos penetraban sus muñecas. Aunque investigadores han hecho diferentes experimentos, donde se ha constatado que no necesariamente el peso del cuerpo de un crucificado hubiera rasgado las manos hasta partirlas, otros pensadores insisten que efectivamente las hubiera partido. Comoquiera la palabra para mano en el texto abarca tanto la palma como la muñeca.
El versículo 17 tiene dos descripciones más del Mesías angustiado. Sus enemigos se le quedaban mirando en toda su miseria, agonía y dolor. Aun podían ver y contar sus huesos. Si preguntamos, ¿cuáles huesos? La respuesta evidente tiene que ser las costillas. Después de todo su debilitado y flaco cuerpo desnudo estaba a plena vista de todos hasta la oscuridad del medio día.
Finalmente llega el clímax o el punto culminante en el versículo 18 donde describe el botín de ropa para los soldados: era la túnica de Cristo de una sola pieza, la cual probablemente su madre le cosió y le regaló en reconocimiento de su madurez de hombre. Ahora un milenio antes de la muerte de Cristo, David señaló este acto de falta de respeto, de impiedad y de avaricia de parte de los soldados, los enemigos que como toros, leones y perros le dieron la muerte. No todos ellos podían quedarse con una parte de la túnica, así que en vez de rasgarla, echaron suertes para quedarse con la última posesión que le quedaba a Cristo en el momento de su último respiro.
Es importante subrayar la exactitud de las descripciones de David mil años antes de ocurrir los incidentes. En la quinta estrofa (vv. 12-18) hay más de seis descripciones vívidas y exactas que se llevaron a cabo siglos después. ¿Cómo podría el poeta sagrado alcanzar tal grado de inspiración? Ni siquiera Nostradamus[4] con toda su fama de astrólogo y profeta logró tantas descripciones exactas y tan concentradas bajo la influencia de las estrellas. Sólo el Espíritu Santo de Dios podía haber inspirado todas estas profecías precisas del porvenir del Mesías en sus momentos de agonía.
El Siervo Sufriente de Jehová (Is 52:13 al 53:12)
Este es el segundo pasaje extenso del Antiguo Testamento que profetiza la muerte futura del Mesías. Abarca parte de dos capítulos. Cabe señalar que las divisiones de la Biblia en capítulos y versículos se hicieron en la Edad Media y a veces, como en este caso, los editores se equivocaron de lugar y equivocaron así la secuencia y la unidad del pensamiento del profeta Isaías. Comoquiera la unidad de estos quince versículos se palpa en términos de las tres veces que se refiere al siervo de Jehová: tendrá éxito (52:13); el Señor quiso que su siervo (53:2) y el justo siervo del Señor (53:11). Primero Jehová identifica el éxito de su siervo; segundo el profeta le identifica como el siervo del Señor y tercero como el justo siervo de Jehová. También cuando al tomar en cuenta el hilo de pensamiento de todos los versículos los teólogos lo describen como el siervo sufriente o doliente del Señor. Asimismo la unidad se evidencia en que la victoria y éxito del siervo se logra mediante su sometimiento humilde a la voluntad de Dios: el dolor injusto que le lleva a la muerte por los pecadores.
También los estudiosos han identificado por lo menos cuatro cánticos en las profecías de Isaías.[5] En el primero (42:1, 4) el siervo o sea, Israel lleva la justicia a las naciones y establece justicia a toda la tierra a medida que la zona costera espera por su ley. Puede significar la justicia aquí la verdadera relación con Dios. El segundo alcanza su punto culminante en relación con su misión ampliada (49:6).[6] Así está claro que en algunos casos el siervo en estos cánticos se refiere colectivamente al pueblo de Israel.
Los primeros versículos de 52:13-15 subrayan el éxito del siervo a través de su sufrimiento público. Tan intenso es su sufrimiento[7] que se distorciona por completo su identidad como ser humano; su semblante es desfigurado, evidentemente una masa de llagas hinchadas, contusiones y moretones. Sufría una agonía en público la cual no sólo el pueblo de Israel era testigo sino también las naciones gentiles, los no israelitas. Aun más sus gobernantes se quedaban boquiabiertos, sin palabras para expresar su gran sorpresa frente a tanta congoja y el significado incomprensible de su dolor. Entender por primera vez el propósito sustitutivo o vicario de Dios no les era posible comprender. De hecho era tan maravillosa la idea que la encontraban increíble, pero era una revelación de Dios de su poder de sanar el alma mediante la substitución de su Mesías (53:1). El éxito estaba en que no sólo los judíos lo conocieron sino que los otros pueblos o naciones oyeron la noticia. Ocurrió esa aflicción y muerte en público, frente a todo ojo y no en secreto. Por eso su éxito y triunfo que más abajo en el v. 10 del mismo cántico se asocia con la resurrección (53:10). Así que tanto en su dolorosa muerte como en su victoriosa resurrección tuvieron éxito los planes del Señor.
En Isaías 53:2-3 se subraya el sufrimiento del siervo como la voluntad de Dios. El Señor quería que su siervo creciera en estrecheses, como una planta sensitiva y tierna, que crece y madura al confrontar las dificultades de la vida en el desierto, el de Palestina donde, por ejemplo, Jesús sufrió sus tentaciones en el desierto de Judea cerca del Mar Muerto. La lucha de su niñez le permitía fortalecerse y le preparó en su adolescencia y juventud para la lucha, la oposición y la persecución como adulto. No era como Saúl bello y alto o como David de buen parecer. No se crió en opulencia o entre los de la clase media, sino en la pobreza. Esta descripción del profeta Isaías es la única de la apariencia física del Mesías en las Sagradas Escrituras. Ya que no era bello, era un hombre común y corriente, ordinario. No había nada atrayente físicamente en él. No obstante, no se sentía inferior a otros más privilegiados que tenían más ventajas. No desarrolló una baja autoestima como algunos hacen hoy. Reconoció que en su vida habría que llevar a cabo una misión única; aunque El estaba dispuesto a llevarla a cabo, otros no le dieron el honor que merecía sino lo despreciaron. Era tan ordinario que no le dieron ninguna importancia. Lo pasaron por alto con gran menosprecio.
En Isaías 53:4-6 se explica la razón para el sufrimiento del siervo del Señor. Es uno vicario o sustitutivo. La pregunta clave sobre estos versículos es: si fue cargado con sus propias transgresiones o por los pecados de otros. En respuesta se reitera varias veces: llevó NUESTROS sufrimientos, NUESTROS dolores, NUESTRAS rebeliones, NUESTRAS maldades (molido, v. 5); no fue la paz de él que se logró con Dios sino la NUESTRA; sus heridas no le dieron salud a su alma, sino a la NUESTRA. No fueron perforadas o atravesadas sus manos, sus pies, la piel de su costado por la lanza y la cabeza donde las espinas causaron dolor por su propio bien sino por el NUESTRO. No fue para dar salud a nuestro cuerpo, sino a NUESTRA alma,[8] como subraya repetidamente el contexto.
Todos los seres humanos se pierden como ovejas porque buscan satisfacer sus propios deseos. Como egoístas quieren llevar su vida a su propio antojo sin importarles los buenos consejos de otros. A veces se dice: "Puedo hacer lo que a mí me dé la gana; después de todo es mi vida." Pretenden ser islas solas en medio del gran océano. y ese tipo de egoísmo es el gran problema de hoy. No obstante, en vez de proceder a castigar justa y merecidamente a los egóistas voluntariosos, el siervo del Señor como el buen pastor concentró en una solución de la maldad de "todos nosotros," pues cargó con la maldad de todos. Aquí se afirma un beneficio y aplicación universal, pero después se da un enfoque mucho más limitado.
En Isaías 53:7-8 se recalca el maltrato que el siervo del Señor recibió de manos de los hombres, pues lo llevaron injustamente. A pesar de que todo el procedimiento y castigo fue injusto, se quedó callado; no fue un respondón; tampoco fue un bocón. Así fue en el caso de los tres juicios de Jesús ante Herodes, Antipas el Gobernador de Galilea (Lu 23:9-10), Poncio Pilato (Mc 15:3-5) y el sumo sacerdote en el Sanhedrín (Mc 14:61; Mt 26:63). Así el siervo del Señor nos dio un buen ejemplo de sumisión como un cordero a ser llevado al matadero a ser trasquilado. Es importante la metáfora de una humilde oveja o cordero a diferencia del cerdo que grita con toda sus ganas, despertando a medio mundo que tienen que tapar sus oídos para poder escapar de la gritería o soltarlo.
Aunque a ojos de todos su trato fue injusto, nadie lo defendió. En el Salmo 22 en su niñez encontró auxilio en el pecho de su madre y aun antes en el cuidado de su Dios, pero aquí en el momento de más necesidad, ni siquiera su madre o su Dios o sus seguidores fueron a socorrerle. Estaba solo y solitario en la oscuridad del medio día. Dadas esas condiciones el único desenlace como planta tierna fue ser arrancado del polvo donde escaseaba el agua en el desierto. Aunque le mataron, se murió "por los pecados de mi pueblo" (53:8). Esta es la primera indicación indiscutible que el que sufría la muerte NO era el pueblo de Israel o los judíos. Era sólo un miembro de ese pueblo. Dio su vida en sustitución de aquellos que merecieron la condenación y la muerte. Una segunda indicación que el siervo no simbolizaba al pueblo fue su completa inocencia: en él no se encontraba ningún crimen o ninguna mentira o falsedad en su boca (53:9). Israel y sus líderes sí fueron culpables del engaño aun en la boca de su gran patriarca Abraham (Gn 12:10-20; 20:1-18). Tampoco fue un pueblo inocente durante el Exodo o los períodos de los jueces o de la monarquía ni lo es hoy. Por ende aquí se trata de uno del pueblo que sufre por toda la nación, pues expía el pecado mediante su dolor y sufrimiento. Además, aunque inocente en la muerte fue identificado con los malvados y sepultado con los perversos. Así su identificación fue completa con su pueblo pecador.
No obstante, fue la voluntad de Dios de oprimirle (Isaías 53:10-12). Por segunda vez en este cántico se repite esta verdad (comp. 53:2). Los que dicen que el dolor o el sufrimiento nunca es la voluntad de Dios no han leído o creído todas las Escrituras, sino han buscado ciertos textos que pueden manipular conforme a sus suposiciones de la prosperidad y la salud. Los interpretan a su manera. No obstante, el Señor quiso oprimirlo o en cierto sentido quiso "exprimirlo" con el dolor como los viñedos con las uvas para sacarle el jugo. A la vez no debemos pasar por alto que el siervo también se entregó voluntariamente a su destino de ser sacrificado por el pecado de su pueblo transgresor. Las palabras de Jesús encuentran eco a esta afirmación cuando dice, "Doy mi vida yo mismo; nadie me la quita" (Jn 10:15, 17). El Padre y el Hijo se encontraban en completa armonía.
Pero, después de anunciar la muerte del siervo, en un viraje sorprendente el profeta habla de su larga vida, cuando verá a sus descendientes, sus seguidores, sus hijos espirituales, pues verá la luz. Implica así el profeta que no se quedará muerto sino que resucitará después de tanta aflicción. Alcanzó su éxito y triunfo en su resurrección. Pero todo esto se debe a los planes de largo plazo del Señor, a quien le da gran satisfacción debido a su victoria.
Fue el justo siervo quien fue maltratado y llevado injustamente, pero su humildad y buena disposición ahora le permiten librar "a muchos," pues cargará con su maldad. Ahora no dice "a todos" como en el versículo 6. Esta nueva enseñanza se repite también al final del v. 12: "cargó con los pecados de muchos;" tampoco aquí dice "de todos." ¿Por qué esta diferencia de todos en el v. 6, y de muchos, repetido dos veces (vv. 11 y 12)? Definitivamente no es una mala traducción, tampoco es un error del profeta. Evidentemente se refiere a una distinción en el valor potencial de la muerte y su aplicación en la realidad. La muerte del Infinito tiene un valor infinito. No obstante, no todos los rebeldes que hacen su propio camiones en sus propias maldades se beneficiarán de verdad del valor infinito de esa muerte. En teoría todos los seres humanos podrán beneficiarse, pero en la práctica sólo muchos se benefician, sólo algunos. Tampoco dice "la mayoría" de los seres humanos. En ese sentido cabe señalar las palabras de Cristo cuando dijo que muchos son llamados pero pocos escogidos (Mt 20:16; 22:14). Una ilustración afín es la fabricación de suficiente electricidad en esta isla para alumbrar todas las casas, pero no todos sus habitantes se benefician, pues algunos han tenido que usar el quinqué para poder leer la Biblia de noche. El problema es que faltan los alambres que conectan las casas a la fuente de producción. En el caso de la muerte del siervo de Jehová las conexiones necesarias para beneficiarse son el arrepentimiento y la fe en Cristo. Otro ejemplo parecido puede ser en relación con una sequía en el sur de la isla en los 1970 cuando se secaron las represas y los camiones tenían que llevar el agua a la gente en las plazas. No obstante, había una represa en Villalba donde había agua, pero no existían todavía los tubos necesarios para llevar el agua a los habitantes de la ciudad señorial de Ponce. De la misma manera Cristo vertió suficiente sangre para lavar todos los pecados del pueblo, pero no todos recibirán el beneficio, pues no se han arrepentido y no ponen su fe plena en el siervo de Dios, el Mesías.
Comienza y termina este cántico con palabras de elogio por el siervo del Señor. Debido a su triunfo y éxito el siervo será exaltado (52:13) o levantado y dado un lugar con los grandes. ¿Por qué? Porque cumplió su misión de dar su vida como precio de rescate en lugar de los malvados, cargando los pecados de otros, así sustituyéndolos (53:12). De esta manera se convirtió en el intercesor que se sienta a la derecha del Padre para interceder por nosotros los pecadores. Pero si no estamos conectados a El, no recibiremos ni el beneficio del perdón de pecados ni la intercesión del exaltado siervo sufriente de Dios.
(SDSffgsiervo)
[1]En esta exposición usamos principalmente la Biblia Dios Habla Hoy, la Versión Popular de la Biblia. La Versión Reina-Valera traduce "desamparado." Para otras profecías mesiánicas ver "Las profecías y los profetas," Doctrinas sanas y sectas malsanas I:58-63.
[2]Compara estos versículos en los evangelios: Mc 15:19-32; Mt 27:39-43; Lu 23:35-43.
[3]"Preguntas que la gente hace acerca de la sábana sagrada de Turín o el manto sagrado," Las Doctrinas Sanas y las Sectas Malsanas, IV:29-30, 35.
[4]"Tu futuro ¿escrito en las estrellas?" SDySM I: 264-266 y "'No pudieron'" III:164, 173-178.
[5]Isaías 42:1-4; 49:1-6; 50:4-9; 52:13 al 53:12.
[6]Page H. Kelly, "Isaiah" en The Broadman Bible Comentary, V (Nashville: Broadman Press, 1971), 175. W. S LaSor et. al. Panorama del Antiguo Testamento (Grand Rapids: Libros Desafío, 1999), 384-387.
[7]Para otros artículos sobre el sufrimiento, ver "¿Por qué tanto sufrimiento?" SDySM I:166-172; "Respuestas al problema del sufrimiento," SDySM V:74-80, 85-92.
[8]Ver "La sanidad del cuerpo y la salud en la Biblia," DSySM I:40-44, especialmente 43-44; "La muerte de Cristo ¿qué significa para nosotros?" I:105-113 y "El sanador de los sanadores."