“Según los adventistas, ¿Quién es la Señora Elena de White? (Partes 1-2),” VII:189-193; 203-206
Por: Dr. Donald T. Moore
¿Quién es la Señora Elena de White? Parte 1
A veces, los adventistas del Séptimo Día minimizan la importancia de la Señora Elena de White cuando se les pregunta acerca de ella. Puede que respondan de una de las siguientes maneras: ●“No necesito a Elena de White para apoyar mis creencias. Todo lo que yo creo viene directamente de la Biblia.” ●“No leo los libros de Elena de White y no me hacen falta.” ●“Yo no creo que ella fue una profetisa.” ●“No la utilizo en mi interpretación de la Biblia; sólo me apunta hacia la Biblia.” ●“Fue una gran escritora devocional como Philip Yancey o Charles Swindoll.” ●“No creemos que Jeremías o Isaías tenían que ser perfectos. ¿Por qué, entonces, pensar que Elena de White tenía que ser perfecta?” ●“¡El problema es que la estás leyendo fuera de contexto!” ●“Ella nunca se llamó a sí misma profetisa.” ●“Yo no tengo que creer en Elena de White para ser un adventista.”[1] ●”Fue una líder cristiana, como Martín Lutero y Juan Calvino que fueron líderes cristianos para los protestantes.”
¿Qué les enseñan los libros adventistas a los niños acerca de ella?
Examinar los libros de la Iglesia Adventista del Séptimo Día nos permite ver lo que en verdad creen acerca de Elena de White. Las casas editoriales y librerías adventistas proveen una variedad de libros acerca de los primeros pioneros del adventismo, especialmente de Elena de White. Mabel R. Miller, una de sus nietas, encabezó un capítulo en su libro Grandma Ellen and Me con el título: “Escribiendo por Dios.” Incluyó varias afirmaciones estableciendo la autoridad de Elena de White como una “mensajera especial” de Dios. Dice: “Cuando ella tenía 17 años, Dios le pidió que fuera una mensajera especial para su pueblo. Durante el resto de su vida, Dios le dio más de 2,000 visiones. ‘Escriba; escriba; escriba,’ le decía su ángel. ... Cuando murió en 1915, había escrito más que cualquier otra mujer en la historia.”[2]
El libro de Miller dice que los manuscritos de Elena de White están guardados en unas bóvedas a prueba de fuego y, como Dios conservó la Biblia, también ha conservado sus mensajes. Incluyen miles de páginas escritas a mano y a maquinilla, y miles de artículos para revistas y cartas personales. Además, sus escritos han sido traducidos a más de 140 idiomas, “y ni una sola palabra en todos sus 125 libros está en desacuerdo con la Santa Biblia de Dios.”[3]
También Miller explica que Elena se levantaba a las 3 a.m. para escribir de noche: “Con los ángeles alrededor de ella, escribía las cosas que Dios le había mostrado.”[4] Conviene contrastar esta práctica con la de los profetas bíblicos que recibían sus palabras de Dios. Aunque a veces el texto bíblico afirma que el “ángel del Señor” habló con ellos, nunca los describe rodeados de “ángeles.”
Otra nieta de Elena de White, Ella M. Robinson, escribió un libro para niños titulado Stories of My Grandmother. Menciona a John Loughborough, un frecuente compañero de viajes de James White y Elena y un pionero adventista, quien fue testigo ocular cuando Elena tuvo casi 50 visiones. Dice Robinson: “Cuánto amaba contar de las experiencias le pareció que el cielo tocaba la tierra, y los seres celestiales venían desde arriba, de las alturas gloriosas, para hablar con una de las humildes siervas de Dios, abrir los misterios de las edades del pasado y del futuro, y dar instrucción, consejo y ánimo para su iglesia, la remanente, que tiene el ‘testimonio de Jesús,’ que es ‘el espíritu de la profecía’ (Apo. 12:17; 19:10).”[5]
El libro cita los textos clásicos de prueba de Apocalipsis 12:17; 19:10, para convencer a los jóvenes lectores de que Elena de White era “la profetisa de Dios predicha en el libro de Apocalipsis para la iglesia final y verdadera de Dios.”[6] Esta cita de la señora Robinson es típica de los libros adventistas, que sistemáticamente inculcan en los niños la percepción de que la Señora es “una verdadera profetisa de Dios cuya existencia fue profetizada en Apocalipsis, y cuyas palabras tienen el peso de autoridad,” igual a los escritores bíblicos.[7]
En el mismo libro, la nieta cita las palabras de James White, el esposo de Elena, después de una visión pública en Battle Creek, Michigan. Él explicaba a las personas cómo era posible saber que sus visiones provenían de Dios, pues hoy Él da visiones a su mensajera que son iguales a las de los tiempos bíblicos. “Confirman la fe en las Escrituras como Palabra de Dios, y en Jesús como el Hijo divino de Dios, nuestro único Salvador. Señalan el camino al cielo y advierten de los peligros a lo largo del camino. Dan instrucción de cómo vencer el pecado y llegar a ser como Jesús en su carácter.... Y la prueba final de su fuente divina es que siempre concuerdan en cada punto con la instrucción registrada en la Biblia, la cual fue dada mediante los profetas de Dios en las pasadas edades, y por Jesucristo y sus apóstoles.”[8]
Finaliza Robertson subrayando que Dios usaba los labios, la voz, la pluma y a Elena misma, como débil ser humano, para hablar por Él. Queda claro que estos libros y otros de los editoriales adventistas tienen el propósito de inculcar la fe en Elena de White como la voz de Dios a escuchar hoy.
Por décadas el libro de Ruth Wheeler, His Messenger, ha enseñado a los niños y jóvenes acerca de la autoridad de Elena de White. Introduce el argumento señalando que ella fue inspirada por el mismo ángel que inspiró a los profetas bíblicos por “miles” de años y sugiere que se le llame “el ángel de profecía,” porque “es el ángel que habló a los profetas cuyas revelaciones de lo divino” están recopiladas en la Biblia. Aun nombra a varios que supuestamente fueron inspirados por ese ángel, tales como Enoc, Noé, Abraham, Samuel y Daniel, y que fue Daniel quien identificó a este ángel como Gabriel. Fue el mismo ángel que habló con Juan, inspirándole a escribir el libro de Apocalipsis. Así que “Jesús envió este mensaje al profeta Juan por medio de su propio ángel, el ángel mensajero de profecía.” Añade la escritora que fue Gabriel, el ángel mensajero, quien le mostró a Juan la visión de la nueva tierra y el árbol de la vida junto al río de la vida que fluía desde el trono de Dios.[9] No obstante, cabe señalar que ningún ángel en Apocalipsis se llama Gabriel. Más bien, fue Jesús mismo quien apareció y entregó la primera parte del libro. Más tarde, se menciona a uno de los siete ángeles que revela a la esposa del Cordero (21:9), y a Juan le prohíbe postrarse a sus pies para adorarlo, porque debe adorar sólo a Dios (22:9sq). Aun Wheeler cita este versículo, pero le da al ángel el nombre Gabriel, a pesar de que el apóstol Juan sólo lo identificó como uno de los siete que tenía en sus manos las siete copas de las plagas. También Wheeler afirma que ese ángel es diferente a todos los demás, “porque tendría el testimonio de Jesús, lo cual es el Espíritu de la profecía.” Luego, ella formula la siguiente pregunta: “¿No es inspirador pensar que este mismo ángel, que fue enviado a Daniel, a Juan y a los otros profetas, a Zacarías y a María, la madre de Jesús, también fue enviado a Elena Harmon [de White]?”[10]
Ya por décadas, al leer este libro, los niños han aprendido a creer que Elena de White fue ”una profetisa inspirada exactamente de la misma manera que los profetas de la Biblia.” Asimismo, aprenden que “el adventismo es la verdadera iglesia de Dios de la profecía bíblica, porque, entre otras cosas, tiene la única verdadera profetisa de los últimos días que recibió visiones de Gabriel.” Por lo tanto, no importa lo que digan los adventistas a otros, enseñan a los niños y a otros lectores que “hay que respetar a Elena de White como una verdadera profetisa de Dios, que tiene la misma autoridad que los profetas de la Biblia.”[11]
Entre las guías para preparar a los niños de 9 a 12 años para el bautismo en la Iglesia Adventista, está Following Jesús, un libro escrito por Monte Church. Dice que los escritos por Elena de White no existen para sustituir la Escritura, sino para mantener al adventista cerca de la Biblia, porque explica los principios bíblicos en lenguaje moderno. Luego, el libro dice que Apocalipsis 19:10, “quiere decir que el Espíritu Santo ha hablado a ciertas gentes a través de las edades, y los hizo escribir sugerencias y en formas que podemos seguir para entender mejor el Evangelio. Moisés, Isaías y Mateo fueron personas guiadas de manera especial para hablar y escribir. Elena de White fue otra persona con quien Dios habló de manera especial. También hoy llamamos sus escritos el Espíritu de Profecía. La razón por la que tantos agradecen y creen en sus escritos es que cuando tú lees sus escritos, siempre te llevan a la Biblia y te ayudan a entenderla con más claridad .... Sus escritos son como una pequeña luz que siempre te lleva a la luz más grande que es la Biblia.” Luego comenta: “Dios dijo que nos hablaría a través de gente como Elena de White, especialmente al acercarnos al tiempo cuando Jesús volverá.”[12]
Cabe señalar que esto es típico de los escritores adventistas, pues dan a entender a los niños que la Señora es “una profetisa de Dios, un cumplimiento de la profecía bíblica y la mensajera designada por Dios para estos últimos días para explicar la Biblia y decirnos cómo vivir. En otras palabras, sin Elena de White, no sabríamos entender la completa intención de Dios para nosotros. Su inspiración debe ser escuchada para poder conocer mejor el evangelio y entender la voluntad de Dios.” Por eso, ella y la Biblia van de la mano y no se debe rechazar ni una ni la otra. “Juntas son la provisión de Dios para una vida piadosa.” Por ende, las dos merecen la misma devoción.[13]
¿Qué dicen los credos adventistas acerca de ella?
La Iglesia Adventista tiene una clara afirmación en sus Creencias Fundamentales acerca de Elena de White, aunque los miembros no siempre lo dicen con franqueza. El número 17 afirma que “Uno de los dones del Espíritu Santo es el de profecía. Este don es una de las características de la iglesia remanente y se manifestó en el ministerio de Elena G. de White. Como mensajera del Señor, sus escritos son una permanente y autorizada fuente de verdad, y proveen consuelo, dirección, instrucción y corrección a la iglesia. También establecen con claridad que la Biblia es la norma por la cual deben ser evaluadas todas las enseñanzas y toda experiencia.”[14]
A veces las respuestas que los adventistas usan para contestar a los no adventistas dejan duda de quien es Elena de White, pero no así este artículo fundamental en su credo. Primero, notemos que la penúltima oración suena muy parecida a una carta paulina cuando dice que los escritos de la Señora dan “consuelo, dirección, instrucción y corrección a la iglesia.” Pablo dijo: “Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2 Ti 3:16). Aunque la Creencia Fundamental #17 no es una cita de Pablo, se parece tanto que uno no puede menos que concluir, que no es una mera casualidad.
Segundo, la Creencia Fundamental definitivamente usa la palabra “fuente.” Dice, “Como mensajera del Señor, sus escritos son una permanente y autorizada fuente de verdad...” Un diccionario en español da esta definición de la palabra fuente: “Principio, fundamento, origen ... documento, libro, etc., de donde” se toma los datos como un manantial de agua. El significado de fuente es claro cuando se entiende conforme a la definición. Es cierto, que después de la palabra fuente en la Creencia Fundamental, aparece una oración que intenta suavizar y aun se pudiera pensar que hace el intento de abandonar o rechazar el significado anterior y, que de esa manera, parece incluir “un volver atrás” intencional o una dicotomía o una duplicidad. ¿Será que aparece así para confundir al evangélico que no tolera ninguna fuente doctrinal aparte de la Biblia? Pues muchos líderes adventistas saben que una de sus doctrinas exclusivas es el juicio investigativo que necesitaba “las visiones de Elena de White para proveer la fuente autoritativa para esta doctrina central del adventismo.”[15]
Antes de esta declaración de creencias que se fecha para principios de 1980, dos adventistas presentaron estudios profundos que amenazaban con demostrar que las enseñanzas de Elena de White no fueron bíblicas y que ella fue un fraude. En 1980 Desmond Ford[16] presentó sus hallazgos a los líderes reunidos en Glacier View, estado de Colorado, probando que el juicio investigativo, la única doctrina peculiar al adventismo, no fue apoyada por la Escritura solamente. El único lugar donde los escritos de la Señora explican esta doctrina hace referencia a Daniel 8:14 para identificar el juicio investigativo. La mayoría de los eruditos adventistas que estaban presentes concordaron con esos hallazgos, pero en vez de admitir los errores de esta doctrina, la organización encubrió los hallazgos de Ford y publicó un artículo rechazando sus conclusiones.[17]
Pronto después, Walter Rea publicó el libro The White Lie en 1982. Después de varios años de un estudio comparativo de los escritos de la Señora y las fuentes que ella tenía y usó, concluyó que una porción significativa de sus obras fue plagiada de otros autores y otras partes fueron escritas por otras personas que usaron el nombre de ella para darle crédito por la obra. Rea publicó su libro después de una reunión en enero de 1980 donde presentó sus hallazgos a los líderes adventistas, quienes prometieron informar a la membresía adventista acerca del plagio de la Señora Elena de White. Cuando ellos no cumplieron con su promesa, Rea publicó sus investigaciones. Posteriormente, después de ocho años de estudio de uno de los libros más importantes de ella, otro estudioso confirmó los hallazgos de Rea.[18]
Los líderes eclesiásticos sabían de los hallazgos de ambos estudiosos adventistas antes de dichas reuniones oficiales y de las serias acusaciones de la confiabilidad de la Señora y, de que la doctrina medular adventista, el juicio investigativo, no era sostenible sólo a base de la Biblia. No obstante, “Puesto que la doctrina adventista y su herencia cultural dependía de las declaraciones e interpretaciones de Elena de White,” ellos determinaron que no era posible renunciar a su autoridad y continuar apoyando y sosteniendo la organización.[19]
Un dilema parecido había ocurrido más de 60 años antes en la Conferencia de la Biblia de 1919, cuando líderes eclesiásticos se pusieron de acuerdo para pasar por alto las serias preocupaciones que muchos tenían respecto a la validez de la inspiración de la Señora. Sellaron las actas de esa conferencia por 50 años para no crear problemas a la denominación. Cuando se decidió reescribir la declaración de creencias fundamentales de los adventistas en 1980, el liderato sencillamente siguió ese precedente.
Tocante a la Señora, la declaración de fe antes de 1980 decía en el artículo 19: “Que Dios ha colocado en su iglesia los dones del Espíritu Santo, tales como se los enumera en 1 Corintios 12 y en Efesios 4. Que estos dones obran en armonía con los principios divinos de la Biblia, y son dados ‘para el perfeccionamiento de los santos, para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo’ (Efe. 4:12). Que el don del espíritu de profecía es una de las señales distintivas de la iglesia remanente (1 Cor. 1:5-7; 1 Cor. 12:1-28; Apoc. 12:17; Apoc. 19:10; Amós 3:7; Ose. 12:10, 13). Reconocen que este don se manifestó en la vida y ministerio de la Sra. Elena G. de White.”[20]
En adición, es importante saber que las creencias fundamentales pre-1980 afirmaron que el Antiguo y Nuevo Testamentos “contienen una revelación plena y suficiente de su voluntad [de Dios] para con los hombres, constituyendo la única regla infalible de fe y práctica.”[21] Cabe señalar que en las primeras creencias fundamentales adventistas se subrayó que la Escritura constituía “la única regla infalible de fe y práctica.” A la vez, reclamaron también, un ministerio profético para la Señora, pero no le acreditaron a ella la autoridad de una fuente de verdad.[22]
Además, en 1980 la organización adventista no sólo enmendó la declaración de la autoridad de la Sra. Elena de White, sino también cambió la afirmación tocante a la Escritura. En cuanto a la Biblia, eliminó las palabras “toda suficiente” y “la única regla infalible.” Más bien, se lee en parte como sigue: “Por medio de esta Palabra, Dios ha comunicado a los seres humanos el conocimiento necesario para alcanzar la salvación. Las Sagradas Escrituras son la infalible revelación de la voluntad divina. Son la norma del carácter, el criterio para evaluar la experiencia, la revelación autorizada de las doctrinas, y un registro fidedigno de los actos de Dios realizados en el curso de la historia.”[23]
Estas enmiendas se hicieron para el tiempo de las nuevas críticas serias contra la Señora para 1980. Con premeditación los escritores oficiales formularon la revisión de manera que diera la impresión de que se estaba honrando a la Escritura como la única fuente infalible de doctrina. No obstante, simultáneamente fortalecieron la declaración en cuanto a la Señora de White, pues le dieron no sólo un carácter de intérprete de la Escritura, sino que también es quien define cómo usar la Escritura y sus propios escritos. Asimismo, la proclamaron oficialmente una “fuente de verdad,” una originadora de las creencias fundamentales, y que la “verdad” no fue sólo válida durante la vida de ella, sino que hoy sigue siendo “una permanente y autorizada.” Eso se hizo simultáneamente con la eliminación de las palabras que declaraban la Escritura como la única regla de fe y práctica, y una revelación suficiente de la voluntad de Dios.
Las enmiendas dan a los escritos de la Señora de White la misma autoridad que tiene la Escritura y, a la vez, debilitan la autoridad de la Biblia. “Los autores disfrazaron estas enmiendas con la afirmación de que la Escritura es el estándar mediante el cual la enseñanza y las doctrinas han de ser probadas, pero tal reclamo no tiene sentido, pues eliminaron las declaraciones de la absoluta autoridad de la Escritura, habiendo ya agregado que la Señora de White era una fuente de verdad.” Por ende, los escritores escogieron las palabras para comunicar la verdadera naturaleza de la autoridad de la Señora dentro de la organización adventista.[24] Continuará
[1] Colleen Tinker, “Who is the Source,” Proclamation! (Vol. 10:4) Fall, 2009, 8-15. Este artículo me ha servido de guía constante para este estudio. A veces hice traducciones directas y a veces parafraseaba lo esencial.
[2] Citado por Tinker de la edición de 2000, 43.
[3] Citado por Tinker de 44.
[4] Citado por Tinker de 45.
[5] Citado por Tinker de la edición de 1967 y 1995, 91-92.
[6] Ver “Usemos debidamente la Palabra de Verdad: Apocalipsis 19:9-10,” Las doctrinas sanas y las sectas Malsanas Tomo 6, 191-5.
[7] Tinker, 10.
[8] Citado por Tinker, 136.
[9] Citado por Tinker de Wheeler (edición de 2001), 41, 43.
[10] Ibid., 44.
[11] Tinker, 10.
[12] Citado por Tinker del libro de Monte Church, 37-38.
[13] Tinker, 11.
[14] Creencias de los Adventistas del Séptimo Día. Edición Revisada. (Bogotá: Asociación Publicadora Interamericana, 1988), 250. El énfasis en itálico no está en el texto adventista en español. El libro en inglés añade al final las siguientes citas bíblicas: Joel 2:28, 29; Hchs 2:14-21; Heb 1:1-3; Apo 12:17; 19:10.
[15] Tinker, 11.
[16] “Elena G. de White y los Adventistas del Séptimo Día,” DSyDM, I:267-275.
[17] Citado por Tinker, 12.
[18] Citado por Tinker, 12.
[19] Tinker, 12.
[20] Manual de la Iglesia. (Mountain View, Cal.: Publicaciones Interamericanas, Pacific Press Publishing Assn., 1972), 38-39.
[21] Ibid., 33.
[22] Cabe señalar que Walter R. Martin hizo y publicó su famoso estudio del adventismo en la década de los 1960, veinte años antes de la revisión de sus creencias fundamentales para 1980. Walter R. Martin, Kingdom of the cults (Minneapolis: Bethany Fellowship, inc., Publishers, 1965), 360-432.
[23] Creencias de los Adventistas del Séptimo Día, 10.
[24] Tinker, 12.
¿Quién es la Señora Elena de White? Parte 2
¿Qué le enseñan las iglesias adventistas a sus miembros acerca de ella?
Típicamente el adventismo le niega a los que no son miembros que los escritos de la Sra. de White tengan la misma autoridad que las Escrituras, pero a sus propios miembros les enseñan que su inspiración es la misma de los escritores bíblicos. O sea, les enseñan que deben respetarla como a una profetisa de Dios. En la práctica, forja su teología y su visión del mundo de sus comentarios sobre la Escritura y de sus interpretaciones.
Por ejemplo, las lecciones de la Escuela Sabática Adventista durante el primer trimestre de 2009 fueron tituladas “El Don de Profecía.” El libro guía para los adultos escrito por Gerhard Pfandl dice: “Los Adventistas del Séptimo Día creen que el don de profecía ha sido manifestado en el ministerio de la Señora Elena G. de White (1827-1915). Por siete décadas dio mensajes de consejo y advertencia a nuestra iglesia; y aunque murió en 1915, sus libros, llenos de discernimientos espirituales y consejos, han sido una fuente de tremenda bendición para incontables millones cuyas vidas han sido y siguen siendo enriquecidas espiritual y teológicamente. De veras se nos dio un don.”[1]
Este párrafo está claro, a pesar de que no todo adventista se da cuenta de la influencia de la Señora y, aunque reconocen el significado importante de ella en el pasado, creen que hoy su iglesia sigue la Biblia solamente. Otros mantienen que sus obras son sagradas. No obstante, la verdad es que, aunque algún adventista no lo crea, la organización enseña que ella es la portavoz de los últimos días para el bien de ellos. También el adventismo enseña que la Señora tiene la misma autoridad que tienen los escritores de la Biblia y ella es la autoridad para interpretarla. Una manera que tienen para presentar a la Señora de White como autoritativa es sugerir que los escritores bíblicos fueron falibles y, por ende, no tenían una calidad de inspiración superior a la de ella.
Por ejemplo, la lección en la guía de estudio para los maestros de los adultos del 23 de marzo de 2009 dice: “Ya que Pablo predicó a Cristo de la Escritura, mostrándole el Mesías prometido, aquellos que lo escucharon con una mente abierta fueron obligados a estudiar las Escrituras por sí mismos para ver si así fue. En otras palabras, aun las palabras de Pablo no eran suficientes. Tenían que ser confirmadas por la Biblia.”[2] Esta lección que hace referencia a la experiencia paulina en Berea, no interpreta correctamente los motivos de los Bereanos de Hechos 17, el cual dice así: “Inmediatamente, los hermanos enviaron de noche a Pablo y a Silas hasta Berea. Y ellos, habiendo llegado, entraron en la sinagoga de los judíos. Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así” (Hch 17:10-11).
Es obvio que los nobles Bereanos no escudriñaron las Escrituras porque dudaban la suficiencia de las palabras de Pablo, pues las recibieron ávidamente y con gozo. Más bien querían confirmar para sí mismos cómo Jesús cumplió las profecías del Antiguo Testamento que conocían bien. La situación de Pablo en Berea no ayuda a confirmar en nada la supuesta inspiración de la Señora de White. Además, el apóstol Pedro en una carta identificó los escritos de Pablo como Escritura (2 Pedro 3:15-16). Y Pablo, el apóstol, recibió la gracia de Dios para explicar el misterio de la administración del nuevo pacto a todos (Ef 3:9). La Señora de White no fue apóstol y tampoco sus palabras fueron validadas como Escritura. Esta comparación adventista con las palabras de Pablo sólo tiene el propósito subjetivo de defender la autenticidad de la Señora mediante la táctica de restarle autoridad a Pablo. Asimismo, a veces hace lo mismo a otros escritores bíblicos. De esta manera, después, tratan de demostrar que ella es igual a ellos en autoridad.
A continuación apuntamos otras citas de la guía de estudio de las lecciones de la Escuela Sabática del 25 de marzo de 2009: “Entre nosotros, como en Israel antiguo, hay quienes de varias maneras sutiles, y a veces, no tan sutiles, están trabajando para destruir la fe en el ministerio profético de Elena de White. Ha sido así desde el comienzo, y también podemos estar seguros que seguirá así hasta el fin. Casi todas las acusaciones contra ella y sus obras, se parecen a las acusaciones contra la misma Palabra de Dios y los profetas antiguos.
“Igual a la inspiración de la Biblia, preguntas perduran acerca de la manifestación del don profético en la vida de Elena de White. Pero el don habla de por sí y da el mejor testimonio, y es testigo tocante a sí mismo .... Más que suficiente evidencia ha sido dada para que cualquier persona tome una decisión acerca del don, sin importar las preguntas no contestadas que nosotros que ‘vemos por espejo, oscuramente’ (1 Co 13:12) todavía tenemos.”[3]
En síntesis, estos argumentos tratan de socavar la autoridad de la Biblia entre los miembros adventistas con el propósito de colocar a la Señora de White en la misma categoría de los escritores bíblicos. No obstante, es una comparación falsa. No se puede comparar o equiparar a la profetisa Elena de White con la Biblia y los escritores bíblicos, porque ella plagió muchas publicaciones, y sus escritos se contradicen entre sí.
¿Es cierto que la profetisa contradice la Biblia?
Un profeta genuino de Dios nunca contradice la Escritura, y un profeta bíblico es inspirado por las mismas palabras de Dios (2 Ti 3:16; ver también Dt 18:18-22). La Señora de White ha reclamado haber dado revelaciones de Dios. No obstante, con frecuencia contradecía las mismas palabras de la Biblia. A continuación hay ejemplos de las palabras de la Señora que contradicen la Biblia.[4]
Citas de Elena de White
Eva cedió a la tentación y debido a su influencia también engañó a Adán (Espíritu de Profecía, IV:352).
La señal o sello de Dios se revela en la observancia del séptimo día de reposo, el memorial del Señor de la creación (Testimonios para la Iglesia, VII:136).
No permita que nuestros ministros pongan un ejemplo malo al comer carne. Que sean ellos y sus familias quienes vivan conforme a la reforma de la salud (Counsels on Diet and Foods, 36).
En relación con la oración por el enfermo: “Primero debemos descubrir si el enfermo no ha estado pagando los diezmos o ha causado problemas en la iglesia” (Healthful Living, 237).
Citas bíblicas
“Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión” (1 Ti 2:14).
“No contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención” (Ef 4:30; ver también 2 Co 1:22; Ef 1:13).
Jesús “les dijo: ¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca!” (Lu 22:15). Además, Pablo dijo que, según el Espíritu, en los últimos tiempos algunos se apartarán de la fe, prohibiendo comer ciertos alimentos buenos aunque sean santificados por la palabra de Dios y la oración (1 Ti 4:1-5).
“Cuando llegó la noche, trajeron a él [Jesús] muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a muchos enfermos” (Mt 8:16).
¿Cómo responden los adventistas a las contradicciones de la Sra. de White?
A pesar de las obvias contradicciones entre la Sra. de White y la Biblia, los adventistas aprenden a racionalizar y concluyen que, en realidad, ella no está en desacuerdo con la enseñanza revelada en la Palabra de Dios – después de todo – Dios le habló a ella. Por lo tanto, sus palabras deben ofrecer una perspectiva que debemos considerar en nuestra interpretación de la Escritura. Esta reverencia a la Señora como portavoz autoritativa de Dios no se limita sólo a las afirmaciones oficiales. Los mismos pastores adventistas, inclusive los más populares, citan los escritos de la Señora desde el púlpito para validar las ideas de sus sermones.
Por ejemplo, cuando Bill Santos, un evangelista canadiense con un ministerio internacional, predicó un mensaje en una Iglesia Adventista en Manitoba, el sábado 30 de mayo de 2009, dijo que encontró la solución a una inquietud sobre el significado de una parábola en Mateo 20, pues la encontró al consultar el “Espíritu de Profecía.” Luego de indicar la interpretación de la profetisa, Santos dijo que, aunque la evidencia interna a la parábola no concuerda con lo que ella escribió, “No obstante, Elena de White ... usa licencia profética,” pues “fue llamada por Dios” y “tiene la libertad de hacer con la Escritura lo que ustedes y yo no tenemos la libertad de hacer. Permítanme desarrollar esta parábola para ustedes tal como aparece en los escritos de Elena de White.”[1]
Este evangelista internacional, en frente de una audiencia adventista, hizo algo típico en una iglesia de su denominación, pues, por eso, Santos se sintió libre a “reclamar la autoridad de la Señora de White para añadir a la Escritura y a interpretarla contrario a su claro significado. Sabe que sus oidores compartirán su creencia en la autoridad de ella, porque él y su audiencia han sido adoctrinados por igual dentro de la iglesia. [Todos creían] que Elena de White fue llamada por Dios y autorizada a revelar el significado verdadero de la Escritura a la iglesia remanente de Dios.”[2]
Aunque en público el adventismo niegue su dependencia de la doctrina de la Señora, su historia denominacional confirma que, efectivamente, la formulación de las doctrinas dependían de sus visiones. Además, la historia confirma que Elena de White en sí, no fue una erudita bíblica.
En el Seminario Adventista de la Universidad de Andrews en Michigan se usa como libro de texto un volumen escrito y revisado en el año 2000 por Richard W. Schwarz y Floyd Greenleaf. Cuando el libro da detalles de la formación de los Adventistas del Séptimo Día, explica cómo los fundadores llegaron a sus posturas doctrinales: “Fueron martillando a consecuencia del estudio Bíblico, la discusión y la oración. Durante mucho tiempo, Elena de White testificaba que no podía entender los textos bajo discusión y las cuestiones involucradas. No obstante, más tarde recordaba que, cuando los hermanos que estaban estudiando ‘llegaron al punto ... donde dijeron, ‘No podemos hacer más,’ el Espíritu del Señor vendría sobre mí, me daría una visión y una clara explicación de los pasajes que estábamos estudiando, con las instrucciones de cómo deberíamos laborar y enseñarla con efectividad.’ Puesto que los participantes ‘sabían que cuando no estaba teniendo una visión, yo no podría entender estos asuntos, ... aceptaban las revelaciones recibidas como luz directa del cielo.’”[3]
Esta cita confirma lo que ese Seminario Adventista enseñaba al señalar la dependencia en las visiones de la profetisa para la formulación de las doctrinas adventistas. Además, confirma que ni la Señora, ni los otros fundadores del adventismo eran capaces de entender ciertos aspectos de la Biblia. O sea, hace claro que ella y sus compañeros fueron incapaces de discernir la verdad de la Escritura. No obstante, el apóstol Pablo hace hincapié en que cuando el Espíritu Santo mora en nosotros, entendemos la realidad espiritual: “ Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman.’ Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios” (1 Co 2:9-10). Asimismo, Jesús prometió, “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Jn 14:26).
La iglesia primitiva no recibió el Espíritu Santo a través de las visiones de uno o más individuos, sino que fue derramado sobre su pueblo el día de Pentecostés, y su morada personal en nuestro interior hoy, es la marca de todo creyente verdadero (Ef 1:13-14). Cada persona nacida del Espíritu y llena de Él, es enseñada por Dios, quien “revela los significados de la Escritura a todos los que someten sus mentes y su entendimiento” al Señor.[4]
Concluimos, pues, que ese libro de texto para los seminaristas adventistas hace claro que ni la misma Señora de White, ni sus colegas, penetraron el significado de la Escritura y la verdad espiritual que Jesús prometió a sus seguidores. En adición, dicho libro demuestra que “desde el mismo comienzo, los adventistas han dependido de las visiones de Elena de White para su entendimiento de las Escrituras y su formulación doctrinal.” Por ende, queda probado que “dentro del adventismo, Elena de White es definitivamente ‘una permanente y autorizada fuente de verdad.’”[5]
(SD adventistas & Elena W)
[1] Citado por Tinker, 14.
[2] Tinker, 14.
[3] Citado por Tinker del libro Light Bearers (edición c. 2000), 66.
[4] Tinker, 15.
[5] Tinker, 15.
[1] Tinker, 13.
[2] Citado por Tinker, 13.
[3] Citado por Tinker, 13.
[4] Para otros ejemplos de sus contradicciones ver Dale Ratzlaff, Cultic Doctrine of Seventh-day Adventists, (Sedona: Life Assurance Ministries, 1996 y otras ediciones eg. 2009), 369-374.