“Un vistazo al budismo,” Tomo II:115-124
Por: Dr. Donald T. Moore
El budismo, la religión de renunciación y del sendero medio, ofrece paz y contentamiento por medio de sus técnicas de meditación. Algunas películas recientes[1], videos y programas de televisión lo presentan como algo atractivo. Fundado en la India por Gautama Buda en el siglo VI a.C., el budismo no solamente insiste en que todo es vacío y una ilusión, sino también en que el deseo de "tener" es la causa del dolor y el sufrimiento. Ofrece a sus seguidores ciclos sin fin de reencarnaciones[2] que terminan solamente cuando se alcance la iluminación. La salvación significa el fin del individuo o la liberación del ciclo fastidioso y continuo de nacimiento y renacimiento. Esta "nirvana" se alcanza por medio del sendero óctuplo[3] que incluye puntos de vista, metas, el habla, la conducta, los estilos de vida, los esfuerzos, la conciencia y la concentración correctos. La meditación, una disciplina que es el antítesis del pensar, es la clave esencial.
Su presencia en Puerto Rico se manifiesta en muchas maneras incluyendo conferencistas de los EE.UU. y el oriente, un centro de retiro de budismo zen, el Chen Style Taijiquan Research Center, el Centro Budista Ganden Shedrup Ling y los libros del budismo tibetano de Lobsang Rampa y otros. Ciertos artes marciales están vinculados con el budismo chino, tales como el kung fu y tai chi.
Hoy el budismo se divide en muchas sectas o escuelas competidoras y cooperadoras. En varias ocasiones he visitado templos budistas de la escuela Mahayana ("el Vehículo Grande"), la de mayor número de seguidores de las dos o tres sectas principales[4]. El 62% de los budistas son de esta escuela y viven principalmente en China, Korea, Japón y Vietnam. Este budismo ha introducido innovaciones doctrinales por medio de unas adaptaciones sincréticas normalmente basadas en las creencias animistas locales de los países de Asia. Una de estas doctrinas distintivas es la de los bodisatvas que son ciertos iluminados que en vez de entrar a nirvana deciden regresar al mundo para ayudar a otros. Aunque actualmente en la América del Norte las cuatro escuelas del budismo Mahayana son la secta de la Tierra Pura, Nichiren Shoshu, el budismo tibetano y el zen, las creencias budistas han influido mucho las enseñanzas de los movimientos de la Nueva Era[5].
Los Tres Budas
Uno de mis razones para viajar a China fue para familiarizarme mejor con el budismo. Entre otras cosas esto incluía la visitación a templos budistas. El primero que visité fue en Guangzhou (Cantón) en el sur de China comunista al cruzar la frontera de Hong Kong. Los oficiales de la Universidad de Hubei nos llevaron a tres lugares: el teatro y monumento de Sun Yat-sen, un museo de arte chino y un templo y pagoda budistas.
El antiguo Templo Liurong (Templo de los seis árboles Banyan), iniciado en el siglo X d.C. me interesó mucho. Directamente adentro de la propiedad a la izquierda y derecha, estaban cuatro estatuas de semidioses que representaban el norte, sur, este y oeste. Luego, entramos en un patio en el centro del cual había una pagoda alta o una torre que parecía tener nueve pisos con una escalera interior circular, pero en realidad era equivalente a 17 pisos, un total de 170 pies. Entre la pagoda pero en frente de la entrada principal del templo vi una especie de altar cubierto por una sombrilla verde. Se parecía una caja de hiero con patas. Allí los devotos colocaban sus palitos humeantes de incienso y velas de diferentes tamaños, incluyendo dos gruesas. Adentro del templo principal habían tres estatuas grandes de bronce de color de oro de tres budas, el del medio era Sakiamuni, con Amitaba a la izquierda y Maitreya a la derecha. Cada estatua pesaba diez toneladas, medía 18 pies de alto y tenía una expresión amistosa en su rostro. Un profesor chino de la Universidad Hubei de Educación indicó que hasta poco los únicos que visitaban los templos eran los viejitos, pero ahora los jóvenes van. Vimos a un hombre que estaba orando por la salud, la prosperidad y la felicidad. Solamente la imagen del medio estaba atendida. Dos sacerdotes ayudaban a dos mujeres, que arrodilladas en cojines, repetían sus rezos. Una fue una joven y la otra una mayor, evidentemente madre e hija. Los dos monjes estaban vestidos de forma diferente, uno tenía ropa oscura y el otro de color marrón. Solamente uno tenía la cabeza rapada. Al terminar la ceremonia, ambos aceptaron un dinero como paga y uno apagó la lámpara que estaba encendida. Así quedó el altar en frente de esa imagen en semioscuridad como los demás.
Apresuradamente subí solo las escaleras circulares adentro de la pagoda hasta el último piso. Debajo de este torre estaba enterrado uno o más santos budistas. Todos los pisos estaban vacíos menos el último. Allí había una columna de bronce de color de oro, pero afuera yo tenía una vista panorámica de los rascacielos, unos árboles verdes y el teatro de Sun Yat-sen. La capilla al lado del templo principal tenía otra imagen de un buda del tamaño normal de un ser humano y algunos escritos viejos sobre piedras. Fui el último de nuestro grupo en regresar al autobús y todos estaban ansiosos a ir. No obstante, yo tuve que apresurarme para ver lo que había adentro del templo y lo que vi me dio más apetito para visitar otro templo budista. Lamentablemente, eso tardó. De hecho no fue hasta el último fin de semana de clase que visitamos el templo en Wuhan con los 500 budas.
La Mujer Buda
Antes de esa fecha largamente esperada, una tarde en una aventura salí solo del recinto de la Universidad Hubei en Wuhan sin intérprete alguno y después de una experiencia estimulante de tratar de comunicarme con un joven estaba para cruzar la calle que pasaba en frente de una escuela, cuando una señora en bicicleta se detuvo y me señaló a que pasara por la entrada. Aunque con duda, pero dispuesto a averiguar, le seguí. Inmediatamente después de la entrada, había una vitrina de una tiendita con muchas figuras para la venta. La mayoría eran pequeños animales hechos de hueso, jade, barro y cosas parecidas. Encima de otra vitrina había un buda más grande y a su lado la estatua de una mujer vestida de blanco con un rosario -- pero no vi ninguna cruz. La señora ansiaba venderme algo. Sacaba de la vitrina los pequeños animales de jade -- serpientes, bueyes, monos, leones y otros -- ofreciéndomelos e indicándome el precio levantando sus dedos conforme a la costumbre china -- señales que todavía yo no había dominado. Sacó casi todo de la vitrina, incluyendo a una mujer que se parecía la famosa estatua de Venus, pero en realidad yo no tenía interés en comprar esas cosas. Luego me mostró la estatua de buda y la figura blanca de una dama que me hizo pensar en la Virgen María.
Finalmente pensé que el precio para varios salía en un "Yuan" y pensé que no sería caro, pero ya no tenía el cambio exacto. Le di un billete de 10 "Yuan" pensando que ella me daría el cambio, pero una vez la señora tenía el billete en sus manos, no quería devolverme nada. Finalmente, para evitar un escándalo, compré por la cantidad del billete una estatua anaranjada de tamaño regular de un buda sentado con una pequeña sonrisa y me fui. Al final del regateo ambos nos reímos e hicimos una señal con el dedo grande. Decidí achacar eso a la experiencia.
Lo que más me entrigaba ahora era la identidad de la figura femenina blanca. El martes de la próxima semana en mi clase del inglés comencé a preguntar acerca de esa mujer con esa apariencia tan misteriosa. Mis estudiantes la identificaron como Guanyín Pusa y me informaron de que en China había muchas. A veces los devotos la adoraron con ofrendas de manzanas, chinas y peras. Otros se arrodillaban ante ella y rezaron a ella. Me informaron que era una buda femenina que ayudaba a las parejas que querían hijos, especialmente varones. Según la mitología acerca de ella era accesible a todos, pues después de ir a nirvana había regresado y estaba dispuesta a responder a las peticiones de los devotos. De hecho una estudiante dijo que en el gran templo budista al otro lado del río Yangtze en Wuhan había una enorme imagen de ella que tenía entre ocho y diez brazos. Con frecuencia sus imágenes se encuentran en los altares en los hogares y algunos aun queman incienso y velas ante ella. Algunos aún creen que el emperador celestial ha encargado al Buda la religión. Además, indicaron que hoy las prácticas religiosas prevalecen más entre los campesinos que en los centros urbanos chinos.
El Buda Riente, la Mujer Buda y los 500 Budas
Finalmente, llegó el sábado del 6 de agosto para nuestro viaje de profesores y estudiantes a uno de los templos budistas más grandes en el sudeste de China, el famoso Templo Guiyuan al otro lado del río Yangtze de la Universidad Hubei en Wuhan. Este antiguo templo de 300 años, construido en la última mitad del siglo XVII, ha sido uno de los templos más importantes de la ciudad y muchos peregrinos han participado en sus ceremonias florecientes. El área del templo contiene muchos edificios o capillas rectangulares y desparramados hechos de madera. El día de nuestra visita fue una fiesta especial budista cuando se esperaba más gente que lo normal.
Inmediatamente afuera de la entrada principal nuestro grupo se reunió cerca de una estatua de una criatura feroz -- o un perro o un león -- sentado en cuclillas, boquiabierto y mirando como para ahuyentar a todo intruso. No pude menos pensar acerca del propósito de esa criatura en frente de la puerta de una casa de oración, pero de hecho, como lo recuerdo ahora, me hizo pensar en las gárgolas atroces que adornaban las catedrales medievales de Europa. Pero también pensé en los grotescos seres que atacan a los seguidores de la Nueva Era mientras que se encuentran en el alterado estado de conciencia durante la meditación. Me pregunté si esto también fue el origen de este animal.
Adentro, la fachada del templo principal era de un color brillante con columnas rojas y techo verde, en frente del cual había una piscina con peces, tortugas y agua estancada y verdosa. Además, había otro animal grotesco de concreto y dos calderas negras de tamaño de barriles donde los devotos prendían sus palitos de incienso de manera que elevaron sus rezos humeantes delante las imágenes. Muchos eran del tamaño y la longitud de los palitos que producen chispas en las celebraciones del cuatro de julio, pero tenían un color púrpura o azul. Donde terminaban las escaleras, había un enorme buda de color de oro sentado en un sillón gigantesco. Esta estatua de Maitreya con dos discípulos, uno en cada lado, y arriba una criatura parecida a una serpiente, estaba sentado en una plataforma y detrás de él, pero solamente visible de un lado o desde atrás había otra imagen de buda con varios palitos humeantes de incienso. En el medio de su gigantesco cuerpo en el sector de su enorme barriga, se veía su ombligo, grande y redondo. Estaba sentado encima de su pierna izquierda que estaba doblado y de lado, pero el otro estaba doblado pero parado con una de sus manos descansando sobre la rodilla. Pero lo que más me chocó fue su boca bien abierta en una fuerte carcajada ... ¡Estaba burlándose! En seguida me pregunté, "¿De qué se reía?" Todos los otros budas que yo podía recordar tenían rostros bien serios y probablemente aun en meditación. "¿Se reía de mí? ¿Se reía de la gente o de la condición humana? ¿Por qué se reía?" Solamente más tarde mis estudiantes me informaron de que en China buda era el dios de la felicidad. ¡Traía la alegría, por eso, la risa!
Una vez más me encontré alejándome del grupo. Rápidamente crucé el primer templo con la estatua gigantesca de Maitreya Buda y el segundo patio al otro templo donde los otros en mi grupo ya estaban escuchando a la guía apenas adentro de la oscura capilla después de las grandes puertas. Había un rótulo al lado y un poco en frente de la enorme imagen de Buda, probablemente Sakiamuni, que decía "Prohibido tomar fotos". Varias cosas usadas en la adoración habían sido colocadas para una ceremonia, pero cuando un monje vestido de túnica color azafrán pensó que alguien había tomado una foto, de repente empujó todos esos objetos sagrados en un montón y los echó en un canasto en el piso. Todo esto me hizo cuestionar si él creía que tomar una foto profanaría la ceremonia, pero nunca encontré una respuesta satisfactoria. De frente de la imagen estaba una caja larga de madera con una abertura estrecha donde los devotos podían colocar ofrendas de dinero.
Adentro de la misma capilla, pero dando a la dirección contraria o hacia la parte de atrás, llegamos cara a cara con la imagen de la mujer buda de Guanyín Pusa. Era una gigantesca mujer de color de oro detrás de unas ventanas de cristal, revoloteando sobre nuestras cabezas, aparentemente vigilándonos con gran interés mientras mirábamos arriba hacia ella. De hecho casi se parecía con vida adentro de esa caja de cristal como de museo. A su lado, pero casi en miniatura, un hombre estaba cruzando un puente y después de pedirla auxilio, recibió protección de una herida segura, tal vez aun la muerte, porque la mano de Pusa salió del fondo del río para darle la protección necesaria de todo peligro. Se nos prohibía fotografiarla. Alguien me informó que el color de oro la representaba como divina mientras su color usual de blanco señalaba su pureza. La joven guía también dio énfasis en que los budistas tenían que trabajar muy duro en esta vida para poder mejorarse a sí mismo y sus condiciones en la próxima reencarnación. Además, indicó que en China tradicionalmente el budismo era la religión de los pobres y el taoísmo la de los ricos y los poderosos. Me doy cuenta ahora de una cosa que ella no dijo: que las masas encontraban más esperanza en la vida futura por medio de la fe budista que jamás se encontraba en el taoísmo[6] o el confucianismo[7].
Mi grupo abandonó esa parte del templo, regresó al frente del templo principal y entró en un patio donde podíamos ver una estatua negra de buda de pie en el centro del patio. Luego, fuimos a otra capilla donde había escrituras sagradas y una estatua esculpida en jade de Sakiamuni que pesaba entre dos y tres toneladas. Estaba hecha de una piedra suavemente verde, pero casi blanca. Los dos ojos estaban bien abiertos mirando directamente hacia el frente y los labios bien rojos. Esa estatua que se parecía una fémina se sentaba en un cojín costoso o una estera para el piso encima de una plataforma o estrado. Las manos grandes tenían dedos largos y estrechos, como si fueran flojos. Estaba vestida de una túnica con un rosario alrededor de su cuello y se encontraba en el medio, entre otras dos. Cerca de una puerta estaba una vitrina larga pero estrecha adentro de la cual había cassettes de música sacra, libros budistas y las escrituras para la venta. Puesto que Wade, uno de mis estudiantes, le gustaba mucho esa música, me regaló un cassette. Más tarde cuando lo escuché, noté que tenía un ritmo suave, continuo e hipnótico y que repetía lo mismo en ambos lados. Sus melodías monótonas o ayudarían a meditar y hacer contacto con lo divino adentro ¡o adormecería a uno!
Entré solo en otra capilla cercana donde había solamente devotos chinos, algunos de los cuales se arrodillaban en frente de las imágenes de buda y otros colocaban los palitos humeantes de incienso en frente de ellas. Luego atravesamos otra vez el patio con la piscina en frente del templo principal. Pasamos por un arco redondo como de la luna y entramos en el vestíbulo que tenía varias tienditas con objetos religiosos para la venta. Además había un mueble grande negro que se parecía una estufa antigua donde se quemaba leña y carbón. La tapa de ésta estaba redondeado y formaba un punto en el centro de manera que se parecía un cuerno decorativo. Junto con la muchedumbre entramos en otro vestíbulo más pequeño y con menos luz antes de entrar en la parte del templo con los 500 budas. En cada una de las cuatro esquinas había una estatua diferente pero grande y grotesca con gestos feos en sus enormes rostros. Representaban cuatro semidioses. Me sorprendí ver que uno de los rostros era negro. ¿Por qué?
Después de unas instrucciones entramos poco a poco en la capilla con las 500 imágenes de madura de budas, cada una de las cuales tenía o una expresión diferente en su rostro, o su postura variaba, o su actividad difería -- todos hechos por un equipo de padre e hijo. En la semioscuridad de los pasillos estrechos tuvimos que concentrar mucho para poder ver a los budas en ambos lados. Había estatua tras estatua tras estatua, pero a lo largo de ambos lados de cada pasillo y en frente de los budas había un pasamano donde a veces los devotos dejaban o inclinaban sus palitos humeantes de incienso en la orilla debajo de la imagen. Más tarde una trabajadora venía para recogerlos. Caminamos en frente de buda tras buda tras buda ... e imagen tras imagen tras imagen.
Se nos había explicado de que si comenzábamos a contar con el número uno en cualquier estatua, cuando llegábamos al número que correspondía a nuestra edad, podríamos obtener nuestra fortuna. Yo no estaba interesado en eso, pues no creo en esas prácticas ocultas, pero Charles, uno de mis estudiantes, insistía. Así que comenzamos, contando hasta que nos detuvimos en frente del número 24. Luego al salir, se entregó el número y un dinero a un empleado detrás de una vitrina. Este sacó una tarjeta blanca laminada que tenia la forma de un buda gordo de color de oro y caracteres negros chinos escritos en ella. Además, me dieron un sobrecito marrón con cuatro marcadores blancos con la misma forma de buda en la parte de arriba cerca de un cordón violeta. Contenía diferentes dichos o enigmas o paradojas escritos en forma vertical con letras negras. Aunque la tarjeta laminada tenía caracteres antiguos chinos, todos mis estudiantes se rieron con ganas, pues pensaron que la descripción del número 24, que era el tercer discípulo del Buda, se parecía a este servidor. Se le describía como uno muy estudioso. Uno de mis estudiantes afirmó que mi fortuna también decía algo acerca de las riquezas en el futuro.
Luego fuimos a una tiendita donde había muchas imágenes blancas de muchos diferentes tamaños de Pusa para la venta y algunas bastantes costosas. A medida de que andábamos hacia los carros, Victoria, otra estudiante mía, y yo contrastábamos el cristianismo y el budismo. Le indiqué que nosotros los cristianos no adoramos imágenes y que Cristo había sufrido por nosotros. Mientras que nos reuníamos para el viaje de regreso a la Universidad, Victoria me preguntó si yo había visto el buda con las muchas manos y brazos. Me di cuenta, entonces, que no lo había visto ni tampoco a cierta Maitreya. Entonces, con permiso especial, apresurándonos, dos de mis estudiantes me llevaron otra vez por los pasillos oscuros, casi corriendo para verlos. Cuando llegamos, Wade me mostró el buda con las mil manos -- aunque en realidad no tenía tantas manos -- pero sus muchos brazos simbolizaban el enorme poder para socorrer a mucha gente en muchos diferentes lugares a la vez. También cerquita me señaló una estatua con seis muchachitos burlándose de Maitreya. Una parte del episodio me hizo sentir vergüenza, pues en nuestro apuro para asegurar a que yo pudiera ver las dos imágenes, habíamos interrumpido y causado molestia a algunos devotos. Más tarde, comenté este sentimiento a los dos, pero ellos insistieron que si los budistas estaban de verdad en adoración, nuestra conducta no los hubiera molestado en nada.
Adjunto al templo había un monasterio para monjes itinerarios. Vi por lo menos uno de ellos sentado cerca del buda con los muchos brazos mientras contaba las cuentas de su rosario. Tal vez los otros se encontraban ocupados en su culto individual, pero no los vi.
Cuando regresamos al portón principal, descubrimos que varios de nuestro grupo habían cruzado la calle a las tiendas a lo largo de la avenida y al mercado donde vendían carnes y vegetales. Todo eso me interesó y fui tras ellos. Al cruzar la calle, encontré unos vendedores que tenían muchas imágenes de Pusa -- todas para la venta y todas con ella vestida de blanco. A la tarde mientras yo pensaba en mis experiencias en el Templo Guiyuan, me di cuenta que existía un fuerte contraste entre la sonrisa boba o la carcajada del buda masculino y gordo que, sentado, estaba retirado de los dolores, sufrimientos y los problemas cotidianos de la gente y Pusa quien estaba revoloteando mirando abajo preocupada por las necesidades del pueblo miserable e indefenso en su extrema pobreza. Aun mandó una mano para proteger al hombre que cruzaba el puente y estaba en peligro de caer y lastimarse. A mí me pareció que se presentaba a Pusa como divina y pura, una diosa que revoloteaba sobre su pueblo ansiosa por responder a sus peticiones. De otro lado, los otros budas divinos aparecían menos interesados en la gente y sus problemas. Normalmente estaban sentaditos con una barriga bien grande, o con una risa o risita loca o burlona, o en meditación con sus ojos cerrados. Como quiera, parecían alejados de la gente y su vida diaria, aunque supuestamente hacían felices a los devotos. Además, las expresiones de algunas imágenes, incluso aun los rostros de ciertos budas, no eran nada benevolentes. De hecho las estatuas de los semidioses definitivamente tenían miradas malas y aun malvadas. Así también fue el caso de las criaturas de piedra en la entrada del viejo portón y en el atrio de los 500 budas con el gran monstruo negro como un "pigmeo". No vimos ninguna capilla con cojines o sillas para el culto en grupo. Toda la adoración fue individualizada, aunque alguien me informó que temprano por la mañana antes de la llegada de los turistas los monjes cantaban juntos. En cuanto a los devotos vi muchas más mujeres que hombres, pero había de toda edad. Me acuerdo también que una maestra dijo que los budas en Tailandia eran menos gordos y que algunos estaban acostados, que eran muy largos y que sus templos estaban muy limpios en contraste con la falta de limpieza en éste.
El Templo Bau Tong
En un sentido esta visita al Templo Guiyuan me hizo sentir satisfecho de haber visitado un segundo templo budista, pero cuando Andrew, un estudiante de Wuhan, me dijo que había otro templo en el mismo lado del río cerca de la Universidad y que a la vez no era un centro turístico, me dio ganas de visitarlo. El tiempo pasó, pero al fin Andrew prometió acompañarme el viernes, el mismo día de la graduación. Acompañado por él y Nancy, otra estudiante de Wuhan, nos apresuramos en un taxi al Templo Bau Tong que estaba cerca, que no era fácil distinguir desde la calle, pues la verja de la entrada fue una área larga empañetada que hacía falta una pintura y reparación, pero desde el portón podíamos oler el incienso. Compramos los boletos en la entrada principal donde se paga más que por una entrada trasera a través de un parque. Caminamos por una acera del patio del templo entre el medio de dos criaturas grotescas como leones o de perros -- mirando directamente hacia nosotros.
Subimos la escalera y entramos en la primera capilla. En el centro del salón se encontraba un enorme buda de color de oro detrás de unos cristales y dos columnas rojas y amarillas. Además, había varias figuras enormes de semidioses con apariencia de seres humanos. Eran semidioses con sus ojos gigantescos muy abiertos, representando las cuatro direcciones del universo. Uno era negro, otro tenía que ver con la audición y el tercero con el canto. Tres tenían una "correa" con un rostro pintado en la sección del medio. Todas tenían expresiones salvajes y amenazantes. Estaban decorados con colores brillantes, los rojos y amarillos evidentemente predominando. Había palitos humeantes de incienso ante cada uno. Evidentemente uno representaba el mensajero que había ido a la India en busca del budismo y el otro el monje que regresó con el mensaje budista. Sólo uno de las imágenes no estaba de pie. De frente de cada semidiós se encontraban cojines de suerte para que los devotos podrían inclinarse lo suficiente como para tocar el piso con sus cabezas. Una señora se inclinaba en torno ante cada imagen. También había una Guanyín Pusa con muchas manos para socorrer a sus seguidores, pero no estaba vestida de blanco. Por lo menos dos de las imágenes tenían facciones orientales. Mis estudiantes explicaron que el rostro negro era el mensajero que trajo el budismo de la India por primera vez. A la izquierda de la entrada se encontraba una vitrina con libros para la venta. En el centro del salón se encontraban dos imágenes encerradas por cristales y la única que daba a la puerta fue la única sentada. Andrew indicó que había un lugar para el hospedaje de monjes dentro del área del templo.
Cuando salimos por la puerta trasera, entramos en un segundo patio donde encontramos una enorme estufa negra de hierro. Es probable que se acostumbraban a quemar el dinero de papel allí. Muchos creen que eso ayuda a uno mismo o a los antepasados en el infierno. Lucy indicó que antes creía que si uno lograba pegar una moneda de metal en la orilla, eso significaba buena suerte. Al fin en la segunda capilla vimos a Sakiamuni, el Buda más importante de los dioses. Estaba de color de oro, delgado y en meditación profunda con los ojos cerrados. La enorme imagen, separada de la gente por una baranda de madera, estaba rodeada de cortinas rojas oscuras donde había largos dragones encorvados en ambos lados mirando hacia la misma bola de fuego. Además había losetas con pinturas de los mensajeros que buscaban el budismo y lo trajeron a China. En frente de la estatua el altar tenía ofrendas frutales, tales como guineos, y unas campanas. Vi un solo palito de incienso ante el altar aunque casi no había devotos en el templo. A la izquierda vi cinco o seis filas de cojines redondos, aproximadamente 25 o 30 por todo, donde evidentemente los monjes se arrodillaban o se sentaban y cantaban si la gente les pagaba el precio por ese rito especial. Nos dijeron que pronto la ceremonia de la tarde iba a comenzar.
Debido a que la hora corría y teníamos que regresar para la graduación, seguimos rápidamente por el tercer patio y de pasada miramos adentro de varios salones. Parecía que no tenían uso. Algunos aun estaban en necesidad de reparación, pero en uno vimos un altar de madera sin terminar y sin pintar. Andrew indicó que el gobierno comunista pagaba a los artesanos a hacer la obra artística. También subsidiaba la obra de restauración en el Templo Guiyuan. En el centro de ese salón había otro buda. Cuando entramos en el patio, a la izquierda veíamos la comedor donde servían a los monjes platos vegetarianos. Luego vimos en otro salón una imagen blanca enorme y lujosa de un buda acostado de lado dando la impresión de que estaba descansando. Cerca de la imagen un monje estaba sentado. Entonces doblamos la esquina y caminamos por una acera y varias escaleras mientras acercamos a una pagoda alta roja y blanca de siete pisos con un espiral encima en la cumbre de la colina. Ninguno de los salones estaba equipado para el culto en comunidad, pues solo al lado de Sakiamuni había banquitos para los monjes. Eso hacía claro una vez más que la adoración normal era individual o tal vez con dos o tres devotos juntos.
El Templo del Padre Celestial
La siguiente semana Andrew generosamente me acompañó a otro templo. Esta vez viajamos en guagua al templo taoísta más grande en ese área de Wuhan. En la acera en frente del templo había cuatro o cinco adivinos con sus telas rectangulares blancas anunciando sus poderes. En cada lado de la puerta había grandes rótulos mostrando el símbolo del yin-yang en blanco y negro. Este diagrama para expresar la producción del yin y yang y su interrelación se refiere literalmente a la "esencia suprema"[8] o al "trascendente absoluto" en el pensamiento chino. Pagamos más o menos un Yuan por cada boleto de entrada. En el vestíbulo del portón principal había una enorme imagen de color de oro, el guerrero-guardián del templo. Tenía su "espada" levantada en el aire sobre su cabeza listo para acabar con todo intruso. Colgaba sobre él una tela roja, pero suelta. Sus brazos que se parecían de metal estaban levantados en alto con un pequeño buda directamente encima de la cabeza.
Adentro del patio espacioso con muchas plantas en tiestos, vimos dos estufas enormes como en los templos budistas. Tanto adentro de los patios como afuera del portón principal las paredes estaban pintadas de un color rojo oscuro. Adentro había varios arcos en forma de círculos conectando diferentes patios y techos encorvados y puntiagudos. En el centro de la escalera del templo principal había una imagen de un dragón moldeado en yeso blanco. Cerca de la imagen se encontraban los altares de hierro, como caja, con patas para colocar los palitos de incienso y las velas.
Subimos la pequeña escalera donde se sentaba la figura del dios, un padre o emperador celestial con barba. En frente de la enorme imagen de la deidad celestial paternal se encontraba una caja para la ofrenda, cuatro cojines sobre banquillos, un altar con palitos de incienso, pequeños instrumentos de percusión y un tambor. Los cuatro murales en las dos paredes del lado tenían diferentes representaciones del anciano con barba. El primero a la derecha presentaba al viejito entre la neblina celestial junto con sus discípulos. En la pared opuesta en el mural hacia la parte trasera, la misma figura paternal estaba acompañada de un venado o una gacela y unas cigüeñas. Todos ellos representaban longevidad. El anciano era el dios que concedía una larga vida. Todas las figuras en los murales eran masculinas. Había dos imágenes cerca de la pared trasera con palitos humeantes de incienso; tal vez representaban discípulos del dios paternal.
Mientras estuvimos adentro del templo, tres hombres de unos 30 años, entraron, se arrodillaron encima de los cojines, tocando sus frentes al piso y colocaron unos palitos de incienso al lado. Un sacerdote con barba y con sus largos cabellos estirados en forma de moño sobre la cabeza estaba vestido de azul oscuro. Mientras los devotos permanecieron de rodillas, éste tocó unas campanas a ciertos intervalos. Con el tercer sonido se levantaron. En la tiendita del templo taoísta se vendían budas rientes y Pusas además del padre celestial. También los devotos compraban "dinero de papel", palitos de incienso y rosarios. No vimos ningún lugar para el culto congregacional.
Los Adivinos
Los adivinos estaban todavía afuera del templo taoísta. Andrew me dijo que había visto uno de ellos en el Templo Budista Bau Tong. Uno con camisa blanca y sombrero estaba leyendo la mano de un joven. Se sentaba en un escalón mientras el joven tenía su mano extendida de manera que se podría leer las líneas y predecir su futuro. Más tarde ese mismo día antes de irnos de Wuhan mientras un limpiabotas brillaba mis zapatos, un adivino con barba igual a los que estaban en frente del templo taoísta se me acercó y repetidamente insistía a que le permitiera leer mi fortuna. Al principio me ofreció a que yo sacara un palito de una lata. Los palitos, probablemente de bambú, tenían una identificación de plástico en la parte de arriba. Cuando se lo negué, para convencerme me mostró su libro de instrucciones o interpretaciones en caracteres chinos y seguía insistiendo a que le permitiera predecir mi destino. Pero eventualmente se dio cuenta de que yo no iba a ceder y se fue. El limpiabotas apenas había terminado con mis zapatos cuando comenzó a lloviznar. Rápidamente crucé la calle para refugiarme en una librería de la esquina. Allí pude ver los cubiertos de los libros para la venta. Muchos tenían símbolos esotéricos, místicos y ocultos -- el yin-yang, una mano abierta con las líneas de la vida y las imágenes de budas. Obviamente la mayoría eran del mundo oculto de la "Nueva Era" de las adivinanzas.
Ofrendas de Animales y de Frutas
Cuando llegamos a Hong Kong, también observé el culto budista. Maxine, una misionera y profesora del inglés que ya conocía el área, me acompañó en una visita al templo cerca del YMCA. Esto me dio la oportunidad de visitar un templo budista afuera del China comunista, pero todavía en el oriente, en un país donde la libertad del culto prevalecía. Visitamos el Templo Wong Tai Sin que estaba bien mantenido y pintado con el mismo color rojo y amarillo que vi en China. Cuando salimos del metro en la entrada del templo, vimos tienditas de color rojo brillante con velas e incienso para la venta. También cercano habían vendedores de manzanas, chinas y mangós o melocotones. Asistían muchos más devotos ese domingo por la tarde, tantos de hecho de que aun en el aire libre el humo de los palitos de incienso parecía neblina. Como en otros lugares el templo se componía de varios edificios o capillas, pero, diferente a los otros, no se permitía a los devotos entrar en ellas. La mitad de abajo de cada puerta estaba cerrada, así cerrando el paso a la gente. Por consiguiente, no era fácil ver las imágenes. Tampoco podían los devotos acercarse a ellas. No obstante, en frente de una capilla podían colocar los palitos de incienso encima de una mesa, o posiblemente en un altar, cercano pero afuera. Se inclinaban e hicieron una señal de respeto o reverencia con sus manos. Me acerqué a la entrada principal y en la poca luz pude distinguir cuadros de budistas revestidos con una capa dorada y unas ofrendas frutales, pero no vi ninguna estatua de buda. En el segundo templo tampoco pude distinguir una imagen de buda, pero de nuevo vi unos objetos sagrados revestidos con una capa dorada. Solamente aquí vi las llamas de velas encendidas.
La mayoría de los devotos estaban reunidos afuera de la nave en frente del templo principal dentro de una especie de atrio rodeado por una columnata. Las columnas estaban pintadas de rojo brillante. Evidentemente había unos 75 a 100 devotos y turistas de todas edades y de ambos sexos; cada cual en silencio hizo sus peticiones o ceremonias en su propia manera individual. La mayoría era orientales pero había algunos occidentales. Algunos estaban de pie, otros arrodillados sobre los pisos de concreto y algunos postrados en adoración y petición. Algunos tenían telas rectangulares blancas o periódicos sobre los cuales colocaban sus velas, palitos de incienso y ofrendas de frutas y animales. Se incluía guineos, chinas, patos desplumados y cerditos pelados. Maxine indicó que cuando ella asistió al festival del Nuevo Año, los devotos llevaron muchos cerditos como ofrendas. Vi solamente uno puesto de lado y probablemente recientemente destetado. Tenía todavía la cabeza sin cortar y todo el cuerpo estaba completamente pelado. También vi dos aves grandes desplumadas, probablemente patos, para ofrendas, pero no estaban degolladas. Los animales estaban encima de las telas de oración junto con las ofrendas frutales. De hecho era obvio por la cantidad de ofrendas que uno tenía que estaba pidiendo mucho. Vi a un joven de rodillas concentrando intensamente en sus rezos; entonces evidentemente se le acercó su esposa. Más tarde de frente de otra capilla, observamos a una joven arrodillada con su frente tocando el piso de concreto. Estaba profundamente conmovida concentrando intensamente. Parecía acongojada y en agonía emocional o espiritual. No vi ninguna ceremonia congregacional y ningún monje oficiando.
Aquí también se encontraba la enorme estufa negra de hierro y cercano había tiendas para la compra de las cosas sagradas para las ceremonias. La opulencia obvia presentaba un contraste interesante con las estrecheces de los devotos de China, pero aun allí se encontraban los turistas que se mezclaban con los devotos, pero debido a que no se podía entrar en el templo, aquí no prohibían las cámaras. Aun en una pequeña capilla estaba la siempre presente mujer buda -- Pusa. Varios devotos estaban en frente ofreciéndola su sentida adoración. Según recuerdo, no vi ninguna estatua, ni pequeña ni grande, ningún cojín redondo donde postrarse y ningún palo grande de oración. Pero una vez, vi el diseño de los dos dragones mirando la bola de fuego. En esta visita reconocí nada más que un monje que entraba el monasterio. Pero aquí también afuera del templo estaba un adivino con una mesita para compartir sus adivinanzas.
Un Enorme Templo Budista en el Occidente
Mis visitas a templos budistas no terminaron en el oriente como yo había anticipado. Pues en el gran metrópolis de Los Angeles, Davis, Neta y yo visitamos a un templo budista chino de la Sociedad Internacional del Progreso Budista en Hacienda Heights. Fue el Templo Hsi Lai ("Llegando al Oeste") y Universidad, la estructura budista más grande en el hemisferio occidental con 102,000 pies cuadrados construidos a un costo de $25 millones. Numerosos escalones suben la colina al templo de arquitectura tradicional china con sus techos hermosamente encorvados y puntiagudos. Aunque tenía amplio estacionamiento, no vi dragones y la bola de fuego en el techo de teja, pero en varios gabletes vi cuatro o cinco criaturas pequeñas, incluyendo hombres, leones y monos. Los salones de clase para los niños eran pequeños y en uno había varios instrumentos musicales únicos del oriente. Varios estudiantes que todavía no había regresado a sus casas no sabían suficiente inglés para contestar preguntas, pero todos llevaban uniformes y entre ellos habían por lo menos dos monjes con túnicas color azafrán.
Afuera del templo había varias estatuas de leones como en China, uno o dos de colores brillantes. También afuera de la nave pero en nichos a cada extremo había dos estatuas de gran tamaño de semidioses en frente de los cuales se encontraban urnas con palitos de incienso y ofrendas frutales. Incluían manzanas, chinas, guineos y melones. Parecía que el propósito de los semidioses era proteger el templo de los intrusos malos.
Seguí el ejemplo de dos monjes al empujar las gigantescas puertas de madera para ver adentro de la nave. Vi un espacio enorme abierto como de un gimnasio. El inmenso auditorio con un techo muy alto no tenía ni balcón para sentarse arriba ni sillas para la adoración congregacional. En el trasfondo pero alto en el nivel del segundo piso había cinco imágenes enormes de budas que eran fáciles de ver. Debido a que habíamos llegado después de las horas normales de visita, no observamos a nadie en el acto de adoración, pero el devoto se encontraría muy debajo de las imágenes. El buda gigantesco del medio estaba sentado y riéndose felizmente, parecido a lo que había visto en China. Las otras cuatro imágenes tenían apariencia de féminas. Las dos a la derecha del buda riente tenían la mano izquierda levantada haciendo diferentes señas. El buda a la izquierda se parecía a una mujer, posiblemente en meditación. El del extremo izquierdo aguantaba una gran flor por medio del largo tallo. Adentro de la nave había varias mesas que formaban una especie de "L". Entre el medio de las dos puertas grandes de madera encima de una mesa vi un jarro enorme de cristal transparente del cual los devotos podrían sacar un papel con "palabras de Dharma". Evidentemente se trataba de adivinanzas. Otro rótulo de otra mesa decía, "Donación" y tenía un lugar para dejar una ofrenda de dinero. Al salir, no podía menos pensar -- tal vez algún día podré ver más, pero ... ahora otra vez para Puerto Rico.
Artes marciales
Kung fu ("destreza aprendida") es el arte marcial del budismo chino mejor conocido. Una de mis estudiantes en China venía de la provincia de Henan donde los monjes guerreros budistas primero lo practicaron en el Monasterio Chaolín bajo la instrucción de Da Mo, un monje de la India en el siglo VI d.C. En su búsqueda por la iluminación vivió por nueve años en meditación solitaria en una cueva en las montañas arriba del monasterio. Sus ejercicios diarios evolucionaron al final en la honda respiración y los movimientos corporales especiales de kung fu. Cuando los monjes fueron iniciados, se raparon sus cabezas y prometieron obediencia a su maestro. Seguían su ejemplo de ejercicio ritualizado cuyo propósito principal era promover la salud y la fuerza. Además de pasar horas practicando los movimientos repetitosos y la honda respiración, estudiaron la historia del monasterio y escucharon historias del pasado para reforzar la leyenda y la tradición de kung fu. Todo esto los obligó a concentrar sin tregua en el desarrollo de la mente y el cuerpo. Al practicar con los otros monjes, aprendieron un estilo de boxeo que combinaba los bloques defensivos y los golpes mortíferos. Dieron las técnicas nombres de los animales reverenciados como el tigre, el dragón y la cigüeña blanca. La última incluía golpes a las partes más débiles del cuerpo como los ojos, el cuello, los sobacos y agarres mortíferos con los dedos. Se les permitía usar las técnicas exclusivamente para extirpar el mal. A veces visitaban la cueva de Da Mo buscando dirección y rindieron homenaje a su espíritu, quemando incienso.
Después de haber dominado las cinco principales técnicas del combate mano-a-mano, se les enseñaba a defenderse con el cayado. Luego, aprendieron el uso de la espada, la alabarda, la lanza, el puñal, el martillo y la hacha. Así podrían dominar cualquier arma que estuviera a su alcance. Como resultado del rescate del heredero al trono imperial, el gobierno ayudó al monasterio Chaolín a preparar monjes guerreros para luchar por la justicia. En sus batallas encontraron fortaleza en su creencia en la reencarnación que les aseguraba muchas vidas. Luego de sus victorias, regresaban al monasterio para cantar a buda y seguir su ejemplo de una vida humilde.
Sólo después de muchos años de entrenamiento los monjes saldrían a peregrinar como lo hizo Da Mo. Viajaban con pocas posesiones -- sus túnicas, sus navajas de afeitar y sus tazones de madera. En sus viajes, entrenaba sus cuerpos y mediante el estudio de la ley de buda, entrenaron sus mentes para capacitarlos a ahuyentar a los dragones y los espíritus malos. De esta manera diseminaron la leyenda por todo China y al exterior.
Se dice que el ejercicio tai chi[9] es ampliamente difundido entre los chinos. Mis dos experiencias con ello fueron en el parque de Kowloon en Hong Kong y la Universidad de Educación en Guangzcho. Este tipo de ejercicio, que está vinculado con el kung fu en su origen, enfatiza unos movimientos lentos de los brazos y las piernas. El propósito de subrayar los movimientos circulares, el equilibrio y el balance es para enseñar cómo conducir la energía del universo por el cuerpo en una serie precisa y fluida de movimientos. El ciclo en el nivel del experto puede tardar media hora para completar. Las sutilezas de estos movimientos, pueden ser abstraídas a formar técnicas de autodefensa que utilizan las energías del contrincante en su contra. Se dice que los ejercicios estimulan el cuerpo y la mente simultáneamente, puesto que los movimientos circulares en direcciones opuestas requieren el desarrollo de una habilidad relajada de enfoque para dominar.
El Zen
El zen, una secta japonesa cuyos raíces remontan a la India via China donde fuera influenciado por el taoísmo, tiene un centro en Puerto Rico. Zen o en chino Ch'an[10] significa meditación. La tradición de zen reclama un origen en las enseñanzas del Buda, especialmente las doctrinas del vacío y la iluminación intuitiva. Debido a sus énfasis no racionales, no es fácil formular una definición del zen. Por eso probablemente es mejor describirlo como una experiencia personal o un método para lograr una iluminación espiritual. Debido a que todos tenemos una "naturaleza búdica", la salvación se logra de desde adentro y las cualidades de auto-entendimiento y auto-dependencia son los requisitos para alcanzar esa meta. Ya que encontramos a buda adentro, no es necesario tener fe en el Buda.
Su principal meta, como para todo budista, es alcanzar a nirvana, o sea, la exterminación de todos los deseos y pasiones junto con la disolución de la identidad individual. Pero su meta inmediata conocido como satori, "envuelve una realización en la experiencia de que la dualidad es la ilusión de la mente". Esto quiere decir que se trata de "una percepción interior de toda realidad como una". Para lograr esta experiencia, la secta rinzai emplea dos técnicas. La primera (Mono) es el intercambio rápido de pregunta y respuesta entre maestro y discípulo y la segunda la concentración en una frase, pregunta o problema (koan) que la mente es incapaz de solucionar. Cada vez que se resuelve una paradoja de zen uno experimenta iluminación (kensho) y cada iluminación lleva a uno a un estado más elevado de satori[11].
El Budismo Tibetano
El budismo tibetano, también llamado tantrismo o Vajranaya ("el vehículo del diamante"), combina elementos del hinduismo, la antigua religión Bon y el esoterismo. Se clasifica a veces como una tercera escuela del budismo, pero otras veces como parte del movimiento Mahayana. Es básicamente chamanismo y ocultismo, especialmente en sus prácticas mágicas.
Siguen al Dalai Lama, el buda viviente, quien promulga esta "religión de compasión". El Dalai Lama (n. 1936) ocupa un lugar de autoridad semejante al Papa. Desde 1959 cuando Tibet fue conquistado por el China comunista, ha vivido en exilio en Dharamsala, India, y se cree que es la décimonovena reencarnación del Bodisatva Chenresi o Avolokiteshavara. Funge como la Cabeza de los monjes de los Sombreros Amarillos, la secta dominante de Tibet. Seleccionan de entre los bebés recién nacidos antes de los 49 días al nuevo Dalai Lama después de la muerte del anterior.
Cómo clero los lamas o monjes ocupan una posición importante parecido a los sacerdotes católicos. No solo estimulan rezos por los muertos, sino también el uso de talismanes para la longevidad y la protección de la salud. Además, recomiendan medicinas. Si un devoto sirve o ayuda a un lama, le propicia méritos especiales en el largo camino para la iluminación.
En el budismo lamaísta adoran muchos dioses, pero en ciertos lugares, dan culto a las trece deidades más importantes. No solamente usan lámparas encendidas delante de las imágenes, sino también les da ofrendas frutales. Se coloca lámparas con llamas ante el cuadro del Dalai Lama de la misma manera que se hace ante otros dioses. Usan imágenes enormes con lustre de buda en las cuales lo representan con los ojos bien abiertos, labios rojos y el rostro serio amarillo o dorado con una banda blanca en las manos y una corona sobre la cabeza. Acompañan sus cantos con instrumentos de viento y percusión. Los lamas usan rosarios y en ocasiones especiales cuelgan banderas de oraciones en cordones parecidos a los usados para colgar la ropa. Dejan soplar en el aire estas banderas de diferentes colores de telas como anaranjado, azul oscuro o púrpura, blanco, rosado, verde y amarillo. En sus procesiones religiosas muy coloridas los textos sagrados, las oraciones y la música ayudan a convencer a los dioses a dar protección, salud, lluvia y una buena cosecha.
T. Lobsang Rampa reclama incorporar en sus libros[12] sus propias experiencias como lama cuyo tercer ojo fuera abierto por medio de una operación quirúrgica ritual en su niñez. Promovía la práctica de las técnicas mágicas y ocultas de su religión, incluyendo la comunicación telepática, experiencias fuera del cuerpo, intercambio de cuerpos y la clarividencia.
En conclusión es necesario afirmar lo obvio. El budismo Mahayana ha incorporado prácticas politeístas, esotéricas, idólatras y adivinatorias. Todo esto abre al practicante a la influencia de los espíritus malignos[13] y fomenta la consulta a aquellos que Jesús vino a vencer (1 Jn. 3:8) y combatía durante su ministerio pública. Probablemente la mejor manera de dar testimonio está en nuestra amistad o relación personal con ellos. Involucra un amor vivido en hecho y palabra[14].
Sakiamuni
Se usa con frecuencia el título Sakiamuni ("sabio de los Shakias") para Gautama, "el Buda". Evidentemente los Shakias, la tribu a la cual pertenecía Gautama, vivían en el noreste de la India. Su nombre personal era Siddharta. Según ciertos eruditos nació en el Bosque Lumbina cerca de Kapilavastu en las colinas de Nepal en 563 a.C. de un padre que era un gobernante de la casta Ksatriya y una madre de la casta Maya. A la edad de 29, después de su matrimonio y el nacimiento de un hijo, este príncipe abandonó a su familia como peregrino buscando la causa del sufrimiento. Al lograr la iluminación, se convirtió en el Buda debajo del árbol Bo. Después predicaba su doctrina hasta su muerte a la edad de 80. Después de su cremación sus reliquias fueron divididas entre ocho pueblos.
Amitaba
(Amida en Japón) designa al buda de la "luz inconmensurable", el buda supremo, uno de los budas de meditación profunda (dhyana) del budismo Mahayana de China. Es uno de los dioses más frecuentemente adorado. Según la tradición, fue un monje mendicante llamado Dharmakara cuya santidad le hizo merecedor de la iluminación, o sea, de transformarse en un buda. Luego prometió no entrar a nirvana hasta que se le permitiera pasar a otros una parte de sus méritos en su reserva acumulada. Así, todos los que le invocaban con un corazón puro tendrían la seguridad de obtener la liberación. La secta de la Tierra Pura le adoraba como el dios personal supremo. La repetición de la invocación ("Ave Amida Buda") para ayudar en la meditación se hace con el rosario y se cree que al morir asegura la entrada al paraíso que para algunos es la tierra de felicidad al oeste. De hecho algunas escrituras budistas indican que Amitaba "guía a los cansados viajeros en el barco de la salvación sobre el mar de dolores a la paz del cielo occidental". La entrada a esta "tierra pura" no se limita a los monjes, pues está abierta a todos los que creen y confían en Amitaba como su líder o salvador-dios.
Maitreya
Maitreya ("amistoso"; "benevolente") es importante para todas las escuelas del budismo. Se refiere al buda futuro que ha de venir a la tierra. En el budismo Mahayana en China este buda se presenta como un bodisatva riente y gordo. Típicamente tiene una bolsa de buena fortuna en una mano y en la otra un rosario, cada cuenta del cual representa mil años durante los cuales hacía el bien en vidas anteriores. Gautama Buda profetizó que Maitreya en su venida diseminaría su doctrina y salvaría a la humanidad. En el budismo Teravada se dice que Gautama anunció que después de la declinación de la moralidad y la religión uno Exaltado llamado Metteyya "un buda tal como yo" se levantaría con sus miles de discípulos y restauraría la verdad.
[1]Por ejemplo, What's Love Got to Do with It? y The Little Buddha.
[2]Vea "La reencarnación y sus evidencias", Las Doctrinas Sanas y las Sectas Malsanas, pág. 152-158 o La Sana Doctrina, Enero-feb., 1990, V:1.
[3]Vea "¿Por qué tanto sufrimiento?", Las Doctrinas Sanas y las Sectas Malsanas (SDySM) (pág. 171) o en La Sana Doctrina de Mayo-Junio, 1990 (pág. 6).
[4]La escuela Teravada ("la doctrina de los ancianos"), la segunda más grande, contiene cerca del 38% de los budistas y probablemente es la forma que más aproxima las enseñanzas de Gautama Buda. Si se clasifica el budismo tibetano como una tercera escuela principal, tiene el 6% y la Mahayana el 56%. Hoy hay unos 565 millones de budistas en el mundo.
[5]Vea "Las enseñanzas de la Nueva Era" (pág. 286) de DSySM o La Sana Doctrina (Sept.-Oct., 1992) VII:5.
[6]El taoísmo es un sistema místico-religioso del metafísico chino fundado por Lao-Tse en el siglo VI a.C. El tao se refiere al "camino de la Verdad, los Medios y el Fin". La verdadera sabiduría es "dejar hacer", por eso la actitud característica de indiferencia de sus maestros. En el siglo I a.C. se substituyó el misticismo por la búsqueda de un poder personal fundado en prácticas mágicas basadas en el simbolismo Yin y Yang (las fuerzas cósmicas positivas y negativas).
[7]El confucianismo es un conjunto de creencias y prácticas religiosas, éticas, sociales, políticas y económicas que se basan en los textos asociados al nombre de Confucio (551-479 a.C.). Se convirtió en una religión sin dioses, sacerdotes, templos y dogmas, pues fue más bien un sistema moral, familiar, social y estatal que una religión. Su doctrina se basa en el amor, la armonía, la paz, el respeto y la obediencia. Da énfasis al sendero medio o camino de moderación en todas las cosas.
[8]La "esencia suprema" produjo el Yang a través del movimiento, y al llegar a su límite alcanzó la quietud que produjo el Yin. Por medio de las acciones complementarias de Yin y Yang todas las cosas fueron producidas y mantenidas. La parte blanca del símbolo típicamente represente lo masculino y la negra la femenina. Los dos en el círculo representan un balance o equilibrio correcto.
[9]En Puerto Rico se ha enseñado tai chi desde 1993. A veces se enseña a los niños, como en el Chen Style Taijiquan Research Center de Río Piedras. Por supuesto mientras se les enseña las técnicas como juegos, los niños absorben la filosofía china y el concepto taoísta de la "esencia suprema".
[10]Rinzai y soto, las sectas más importantes del zen en la América del Norte, remontan a China. La secta zen rinzai vino a quedarse en Puerto Rico en el 1979.
[11]Yamamoto, J. Isamu. "Zest for Zen", Christian Research Journal (Invierno, 1995), pág. 13.
[12]Incluyen El Doctor de Lhasa, La historia de Rampa, El tercer ojo y El crepúsculo. Este es el tipo de budismo practicado en el Centro Budista Ganden Shedrup Ling.
[13]Vea "Una conversación con un exespiritista", X:1 (Dic. 1994-enero, 1995) donde las estatuas de buda forman parte de los altares espiritistas en Puerto Rico.
[14]Vea "Witnessing to Asian Americans", Christian Research Journal (Summer y Fall 1992 y Winter 1993).